García Márquez y su homenaje póstumo a Simón Bolívar
En "El General en su Laberinto" tenemos al héroe que el autor descubrió y reconstruyó y no al hombre real, aunque, a muchos les gustaría pensar, ambos son muy parecidos.
A menudo deseamos escapar de la realidad o vivir las más sublimes experiencias, hacia estas y otras dimensiones del espíritu conduce la prosa del escritor colombiano Gabriel García Márquez.
Una de sus novelas más conocidas, El General en su Laberinto, invita a descubrir sucesos de la vida del Libertador, Simón Bolívar (1783–1830), a partir de una fecundísima imaginación y la extrapolación de experiencias vitales.
Así, tenemos al héroe que el autor descubrió y reconstruyó y no al hombre real, aunque, a muchos les gustaría pensar, ambos son muy parecidos.
Por ser la vida de alguien con numerosas victorias, el lector pensaría que el autor escogió las batallas como escenario del libro.
Sin embargo, eligió los últimos días del Libertador, seleccionó la lentitud fatídica de una enfermedad progresiva y los detalles humanos.
El orgullo le impide al General asumir lo frágil de su salud y, aunque sabe que el tiempo se le agota, es incapaz de reconocer la naturaleza crónica de su estado y le atribuye sus males a cualquier causa circunstancial.
Son esos matices, esas sombras en la superficie del personaje, los que humanizan la lectura y nos acercan a él.
En materia de muertes no hay más justicia que la de igualarnos a todos, pero, para algunos "elegidos", queda la posteridad.
Por eso, he ahí, en el homenaje póstumo de un grande del siglo XX al Libertador de América, el mejor desagravio
A lo largo de su carrera, Gabriel García Márquez fue acreedor de innumerables galardones como el Premio Nobel de Literatura (1982) y el Premio Rómulo Gallegos por su novela cumbre, Cien años de soledad (1972).