Hasta siempre Vinie Burrows, voz de lucha en EE.UU.
Conocida por su labor como activista y por sus actuaciones, ¿quién era en realidad esta musa de los espectáculos unipersonales?
Desde el 25 de diciembre de 2023, un fantasma parecía recorrer Broadway, en Estados Unidos, y marcaba los minutos por la muerte de la célebre artista Vinie Burrows.
¿Quién era en realidad? Esta actriz, apodada por la prensa como “una de las divas reinantes del teatro negro”. ¿Quién era en realidad? Esta representante ante las Naciones Unidas de la Asociación Internacional de Mujeres. ¿Quién era en realidad? Esta musa de los espectáculos unipersonales.
Todo eso era y también una mujer pequeña, de 1,50 metros, con una voz de tormenta y bengala, como si Martin Luther King la viera y se enorgulleciera de ella.
Educada en el corazón de Harlem, sus propios relatos sobre su fecha de nacimiento cambiaron a lo largo de las décadas, aunque el año oficial era 1924.
Pero ¿quién era en realidad? Era una joven que dio sus primeros pasos en el American Black Theatre y consiguió su primer papel en Broadway en 1950, al interpretar The Wisteria Trees, un drama del escritor ruso Antón Chejov.
Madre y mujer, dulce y dócil. ¿Dócil? Ella nunca quiso serlo, por eso cuando le continuaron ofreciendo esos papeles, fue a gritar a las calles, así sin metáforas.
Fusionó su trabajo activista con su práctica, creó ocho espectáculos y ganó un premio Audelco, en 1999, por Rose McClendon: Harlem's Gift to Broadway.
Viajó por todo el mundo, a menudo como emisaria de la Federación Democrática Internacional de Mujeres, una organización asociada a las Naciones Unidas.
Exigió las pensiones para viudas en Grecia, escuchó a las jóvenes de Europa, visitó la Sudáfrica del apartheid y alzó su voz a los cuatro vientos por lo que allí vio.
Mientras más edad alcanzaba, más directores elogiaban su calidad. Tenía 90 años y aún destacaba en El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare.
Desde el pasado diciembre, Miss Burrows, como muchos le decían cariñosamente, ya no está. Ya no estará su afán, su valentía para luchar y mantener viva una tradición de la oralidad.
Sin embargo, aún es posible reconocer su voz de trueno: está en su trabajo en Naciones Unidas, en la serie Los Negros filmada en 2002, en el último poema que leyó en la secular Earth Church en Manhattan:
“Qué se escriban las canciones marciales, qué desaparezcan las endechas. ¡Qué una raza de hombres (y mujeres) se levante y tome el control!”