Meteora, una ciudad de Grecia flota en el aire
Las huellas de aquellos tiempos perduran en las seis estructuras que permanecen activas en la actualidad, cuatro para hombres y dos para mujeres.
Una extraña magia invade al visitante cuando llega a Meteora, en el centro de Grecia. Quizás sea la energía que emerge de sus monasterios construidos en formaciones rocosas o el embrujo de pasear entre las nubes.
En este sitio, sobre acantilados de hasta 400 metros sobre el nivel del mar, vivieron ermitaños durante el siglo IX. Mucho después, a partir del 1356, algunos monjes erigieron 24 edificaciones en respuesta al avance otomano.
Las huellas de aquellos tiempos perduran en las seis estructuras que permanecen activas en la actualidad, cuatro para hombres y dos para mujeres.
Para muchos, uno de los sitios más privilegiados lo tiene el Gran Meteorón, el más grande y antiguo de todos, con sus frescos bizantinos bien conservados, sus 300 escalones y su cocina milenaria completamente negra.
También allí, en excelente estado, encontramos el área de la Santísima Trinidad, distinguible por su capilla de forma circular y la cúpula tallada en la roca.
Al alcanzar Varlaam, resulta fascinante observar el antiguo sistema de poleas utilizado por los primeros habitantes para transportar víveres y personas, así como un enorme barril de roble con capacidad para 12 mil litros de agua.
Es por eso que los turistas insisten en subir hasta cada cima. Llegar hasta ellas sofoca. La respiración se entrecorta. Las rodillas protestan.
Pero, allí en un ambiente sumamente hostil y estrecho, sorprenden criptas con reliquias y códigos antiguos, como los de la Capilla de San Antonio.
Quienes viven en esas elevaciones, como las monjas del convento San Esteban, comparten su rutina diaria y la historia de su hogar.
Hace unos días, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura designó este conjunto como uno de los geoparques mundiales de necesario cuidado.