Taxista Rasha Al Hassan inspira en Damasco, Siria
En una sociedad donde la conducción de taxis estaba tradicionalmente reservada a los hombres, esta profesora encontró su oportunidad.
Como si fuera otro de sus hijos se sentó en el volante del taxi, lo acarició y luego lo puso en marcha. Ella ya no era la dedicada maestra de inglés, ahora es una chofer en las calles de Damasco, Siria.
Rasha Al Hassan tenía un poco más de 40 años cuando la guerra lo arrasó todo. Un día supo que su esposo había muerto en combate y, con tres niños pequeños que sustentar, buscó un trabajo que le asegurara el bienestar de su familia.
En una sociedad donde la conducción de taxis estaba tradicionalmente reservada a los hombres, esta profesora encontró su oportunidad.
"Me fascina, me permite conectar con la gente y ser flexible con mi tiempo, tanto dentro como fuera de casa", afirmó Al Hassan.
Su historia representa imagen renovada de las mujeres sirias, esas que resisten con fortaleza para garantizar la educación y las necesidades básicas.
Un día tras otro...
Inquieta y generosa, Rasha tiene días muy largos. Sus jornadas se dividen entre los coches y la casa, entre la búsqueda de gasolina y energía eléctrica, entre uno u otro medio de transporte.
Sus inicios no fueron fáciles. La sociedad, acostumbrada a ver hombres en esta profesión, la miraba con sorpresa y, a veces, con desconfianza.
“Mucha la gente me miraba con asombro", recuerda Rasha, pero poco a poco ganó el corazón y la confianza de sus clientes.
Su entorno y familia se llenan de orgullo. El vecino Mohamed admira su voluntad y constancia, mientras que Aida destaca su amabilidad y seriedad.
Hoy, después de meses de mucha labor, ella asegura un ingreso digno para sus hijos, brindándoles una vida decente y, sobre todo, un ejemplo de resiliencia.