Siria, país de cerámicas
La cerámica no solo es una profesión, sino una expresión comunitaria, transmitida de generación en generación.
La cerámica de Siria evoca patrimonio cultural, identidad local, barrios antiguos y relatos de familias.
Mirar estas piezas es revivir la historia de uno de los oficios más antiguos conocidos por la humanidad, desde hace unos 20 mil o 25 mil años.
Su origen está tejido a la necesidad de crear herramientas para el almacenamiento de agua y alimentos. Muchos siglos después, las técnicas de elaboración evolucionaron, hasta incluir vasijas decorativas y obras de arte.
Las ciudades más privilegiadas por su creación en este país son Alepo, Damasco, Homs y Hama.
Allí, muchos la consideran no solo una profesión, sino una expresión comunitaria, transmitida de generación en generación.
Quienes se dedican a esta labor dependen de la arcilla recolectada en zonas específicas como material fundamental. Su proceso creativo incluye el modelado a mano o mediante un torno, seguido del esmaltado con vidrio para añadir un toque estético y proteger las vasijas.
A menudo, las familias que practican el oficio capacitan a sus hijos en las artes y técnicas tradicionales, y aseguren así la continuidad del oficio.
Verlos en sus trabajos es saberlos también contribuidores de la economía local, pues muchos artesanos no solo venden sus obras en mercados tradicionales, sino también son motivo de orgullo y reconocimiento en la localidad.
Sin embargo, la situación actual en Siria restringe cada vez más la demanda; de las numerosas piezas que solían adornar las tiendas. De modo que su reactivación es necesaria.