¿Puede un simple corcho cambiar todo un ecosistema?
Todo el proceso de descomposición de este material sirve para alimentar a las plantas, además de protegerlas del moho.
El corcho elaborado con la corteza de los alcornoques (Quercus suber) es el sistema preferido para tapar botellas y uno de los elementos más populares en la jardinería y el paisajismo.
Su proceso de obtención no requiere talar un árbol, sino retirar fragmentos del tronco por medio de una técnica denominada “saca”.
La particularidad de esta especie es que, si el procedimiento respeta los plazos adecuados, al cabo de un tiempo la gruesa capa logrará su regeneración.
Todo el proceso de descomposición de este material sirve para alimentar a las plantas, además de protegerlas del moho.
Así, antes de tirar el cierre de diversos frascos, existe la oportunidad de darles una segunda vida en las macetas.
Colocar los tapones en el fondo de las vasijas antes de llenarlas con tierra previene la acumulación de agua y problemas de humedad.
Por su función en la actividad microbiana del suelo, contribuyen a la salud de las plantas y favorecen una mejor circulación del aire.
Muchas personas también los utilizan creativamente como etiquetas a la hora identificar especies o crear esculturas artísticas.
Poco tiene que con otras tapas sintéticas o de aluminio, tanto por su muy distinto impacto en el paisaje, como por el gasto de energía y la reducción de emisiones de dióxido de carbono.
Es más, según la organización ecologista Fondo Mundial para la Naturaleza, el trabajo con este producto sostenible constituye un factor de mejora para la capacidad de los bosques.