El desprecio de EE. UU. por la ley y la vida
Estados Unidos está desafiando el espíritu de las decisiones del Consejo de Seguridad y de la Corte Internacional de Justicia al transferir las mismas armas que había desaconsejado su uso debido al riesgo de víctimas civiles.
El 25 de marzo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una resolución exigiendo “un alto el fuego inmediato durante el mes de Ramadán respetado por todas las partes que conduzca a un alto el fuego duradero y sostenible”.
La aprobación de la resolución fue posible gracias a la decisión de Estados Unidos de controlar su veto y, en cambio, abstenerse de la votación.
En su explicación del voto después de la aprobación de la resolución, la embajadora de Washington ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, sorprendió al consejo al declarar que la resolución era “no vinculante”.
Una resolución no vinculante del Consejo de Seguridad es una contradicción, ya que una resolución del Consejo de Seguridad, por definición, es vinculante. Ese es el poder del Consejo de Seguridad y la diferencia clave entre las resoluciones aprobadas en el Consejo de Seguridad y en la Asamblea General.
El Artículo 25 de la Carta de las Naciones Unidas dice: "Los Miembros de las Naciones Unidas acuerdan aceptar y ejecutar las decisiones del Consejo de Seguridad de conformidad con la presente Carta".
Su comentario no fue un desliz espontáneo y desprevenido. Estaba escrito. En una rueda de prensa celebrada el 25 de marzo tras la votación y la afirmación de Thomas-Greenfield, el asesor de comunicaciones de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, calificó la resolución de “no vinculante” no menos de cuatro veces.
"Es una resolución no vinculante", manifestó. "Por lo tanto, no hay ningún impacto en "Israel" ni en la capacidad de "Israel" para continuar persiguiendo a Hamas", comentó.
Durante una conferencia de prensa del Departamento de Estado el mismo día, el portavoz del departamento Matt Miller tildó la normativa de “no vinculante” tres veces.
la Casa Blanca actuó como un Estado canalla y desafió el derecho internacional.
Como explicó el portavoz adjunto de la ONU, Farhan Haq, “Todas las resoluciones del Consejo de Seguridad son derecho internacional. Son tan vinculantes como las leyes internacionales”.
Los aliados de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad estuvieron de acuerdo: el enviado británico ante la ONU dijo: “esperamos que se implementen todas las resoluciones del Consejo. Este no es diferente”.
El punto crucial no es si usted está de acuerdo con la posición norteamericana sobre la guerra en Gaza. Es que Estados Unidos actúa como un país obligado por el Consejo de Seguridad y el derecho internacional cuando se beneficia, y no está obligado cuando no lo hace.
Pero Estados Unidos fue más allá de simplemente declarar que la resolución no era vinculante. Lo ha ignorado. En las horas posteriores a la resolución del Consejo de Seguridad, la administración de Joe Biden autorizó la transferencia a "Israel" de mil 800 bombas MK84 de 2 mil libras que habían sido aprobadas años atrás.
Las bombas de 2 mil libras, que son “capaces de arrasar manzanas de ciudades y dejar cráteres en la tierra de 40 pies de ancho o más, casi nunca son utilizadas por los ejércitos occidentales en lugares densamente poblados debido al riesgo de víctimas civiles”, informó The Washington Post .
Según el medio, Estados Unidos ha dicho a "Israel" que “todavía puede lograr sus objetivos” sin las enormes bombas de dos mil libras. La cuestión es el aparente desprecio de Estados Unidos por las decisiones del Consejo de Seguridad y de la Corte Internacional de Justicia.
En noviembre, The New York Times reflejó que el Secretario de Estado Antony Blinken habló con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, sobre las “medidas concretas” que "Tel Aviv" podría tomar para lograr sus objetivos y al mismo tiempo “minimizar el número de civiles fallecidos.
Una de esas medidas fue “usar bombas más pequeñas”, pues de acuerdo con los oficiales militares estadounidenses “se adaptan mucho mejor a los densos entornos urbanos de Gaza”.
Estados Unidos está desafiando el espíritu de las decisiones del Consejo de Seguridad y de la Corte Internacional de Justicia al transferir las mismas armas que había desaconsejado su uso debido al riesgo de víctimas civiles.
Ese mismo desprecio por la vida y la ley se demuestra en Ucrania, donde Washington suministró bombas de racimo, que están “prohibidas en todo el mundo porque causan daños civiles tanto inmediatos como a largo plazo, dejando tras de sí restos sin detonar que actúan como minas terrestres durante años".
Un total de 112 países ratificaron la Convención sobre Municiones en Racimo de 2008 y 12 más lo firmaron recientemente.
A pesar de que la Casa Blanca indicó que, si los informes de que Rusia está usando bombas de racimo son ciertos, “sería potencialmente un crimen de guerra”, en julio de 2023, Estados Unidos comenzó a suministrar estas municiones a Ucrania.
Washington y sus socios occidentales alentaron la continua muerte de ucranianos en pos de sus propios objetivos de política exterior.
El director del equipo negociador de Ucrania en Estambul, donde fue elaborado un borrador de acuerdo, David Arakhamiya, reveló que “los aliados occidentales nos aconsejaron que no acordáramos garantías de seguridad efímeras”.
También confirmó que cuando regresaron de la capital turca, Boris Johnson fue a Kiev y dijo que "no firmaríamos nada con ellos y que simplemente lucháramos”.
El 9 de abril de 2022, el entonces primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, se apresuró a viajar a Kiev para decirle a Volodymyr Zelensky que Vladimir Putin “debía ser presionado, no negociando con él” y que, incluso si Ucrania estaba dispuesta a firmar algunos acuerdos con Rusia, “Occidente estaba dispuesto a no hacerlo”.
El periodista de investigación Seymour Hersh informó que un funcionario estadounidense le reveló que cuando "estaban al borde de una negociación razonable hace varios meses", Estados Unidos amenazó a Zelensky: "No habrá negociaciones ni acuerdos o no apoyaremos a su gobierno con los 45 mil millones de dólares en fondos no militares”.
A propósito, el funcionario estadounidense, que se mantiene al tanto de las conversaciones en curso entre los líderes de los dos ejércitos en guerra, expresó que “la administración Biden, en colaboración con Zelensky, continúa rechazando cualquier posibilidad de progreso significativo en las conversaciones de paz”.
En lugar de conversaciones de paz, Estados Unidos presionó a Ucrania para que lanzara una contraofensiva cuando, en privado, “los oficiales militares occidentales sabían que Kiev no tenía todo el entrenamiento o las armas que necesitaba para desalojar a las fuerzas rusas”.
Washington sabía que las pérdidas ucranianas serían enormes “pero imaginaba que Kiev aceptaría las bajas como el costo de atravesar la principal línea defensiva de Rusia”. Una vez más, Estados Unidos demostró un sorprendente desprecio por la vida.
Los últimos indicios de que un nuevo paquete de ayuda militar podría ser aprobado por el Congreso en un futuro próximo probablemente harán poco para alterar el resultado de la guerra. Solo continuarán muriendo ucranianos en pos de los objetivos estadounidenses.