Los palestinos están respondiendo al acuerdo alcanzado en Egipto esta semana con un inmenso alivio, pero también una enorme inquietud.

Inmenso alivio porque parece seguro que el genocidio de Gaza se suspenderá por al menos varios días, y porque el cese de las hostilidades puede, en las mejores circunstancias, extenderse por un período indefinido. 

Pero enorme temor por múltiples razones. Este no es un acuerdo que "Israel" quería o con el cual habría aprobado voluntariamente.

Puede que haya sido un acuerdo impuesto a Hamas por los líderes de los estados árabes y musulmanes a la insistencia de Estados Unidos, pero sobre todo es uno que fue impuesto a "Israel" por los Estados Unidos a instancias de esos mismos líderes.

El punto de inflexión, fue el bombardeo israelí de la capital qatarí, Doha. No porque el fallido intento de asesinato contra el liderazgo del exilio de Hamas los llevó a un descubrimiento repentino de que estaban en la mira de Israel, sino porque los aliados más cercanos de Washington en la región se dieron cuenta de que ellos también pueden ser atacados.

A diferencia de su predecesor, Joe Biden, Donald Trump escuchó. Los estados del Golfo y sus promesas de inversiones masivas en los Estados Unidos son vitales para Trump y su agenda. El dinero habla incesantemente en la política estadounidense, y siempre se escucha con más cuidado. En el Washington de Trump, lo hace aún más fuerte.

Consumido por la vanidad narcisista, el hombre fuerte de Estados Unidos también estaba dispuesto a llegar a un acuerdo a tiempo para influir en la concesión del Premio Nobel de la Paz 2025. Celoso de Barack Obama, difícilmente se  puede culpar a Trump por querer un premio que Obama recibió por no lograr absolutamente nada en el ámbito de la paz.

Un golpe de estado de política exterior también serviría como una distracción bienvenida de la crisis interna, ahora en la forma de los índices de aprobación de la desplomación del líder estadounidense y el cierre del gobierno.

Washington llamó y Netanyahu obedeció. La única “victoria total” que el fugitivo de la Corte Penal Internacional buscado prometió repetidamente se logró con una sola misiva de su principal patrocinador en Washington, y fue Trump en lugar de Netanyahu.

En otras palabras, este es un acuerdo que sólo será sostenido por el compromiso de Estados Unidos. Y solo un tonto apostaría por que ese compromiso se mantenga. Y se necesitaría un tonto aún más grande para dar a cualquier cosa acordada por Trump y Netanyahu significado práctico.

"Israel" tiene la costumbre de doblegar el alto el fuego a su voluntad, y de derogarlos sumariamente con el respaldo de Washington. Muchos palestinos esperan que "Tel Aviv" trate de imponer un acuerdo similar al alto el fuego supuestamente vigente en el Líbano. Hezbollah cesa, mientras que "Israel" continúa disparando.

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— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) October 13, 2025

Un precedente más preocupante se estableció en la Franja de Gaza a principios de este año, donde Estados Unidos permitió a "Israel" cambiar unilateralmente los términos del acuerdo de enero después de que se acordó, y luego derogarlo y reanudar el genocidio cuando los palestinos rechazaron estos cambios.

Alternativamente, "Israel" puede explotar o diseñar un evento que define como una infracción. En 1981, Israel y la OLP llegaron a un acuerdo de alto el fuego que puso fin a las hostilidades a través de la frontera entre Israel y el Líbano.

El acuerdo se aplica explícitamente a esa arena solamente. Más tarde, Israel proclamó que sus términos se aplicaban a todo el planeta. Extendiendo aún más la mala fe, cuando una facción palestina renegada cuyo líder había sido condenado a muerte por la OLP llevó a cabo un intento de asesinato contra el embajador israelí en Gran Bretaña al año siguiente, Israel se apoderó de esto como un pretexto para invadir el Líbano.

Un objetivo clave de Israel en 1982 fue eliminar la OLP. Durante el asedio de Beirut, se negociaron varios altos el fuego. En múltiples ocasiones, las fuerzas israelíes dejarían de disparar y bombardear, pero continuarían avanzando hacia las posiciones palestinas. Cuando este último abrió fuego para defenderse, Israel declararía el alto el fuego en cuestión y reanudaría su ofensiva.

En términos más generales, las negociaciones sobre un acuerdo, que Israel siempre trata de transformar  y negociar solo con Washington, en lugar de hacerlo ccon sus adversarios, representan solo el primer paso de un proceso insoportable. A estos les sigue una ronda completamente nueva de negociaciones sobre la aplicación de lo acordado, que normalmente procede de la premisa de que el marco establecido recientemente es irrelevante.

Luego está la implementación real, que "Israel" tratará de hacer de una manera que sugiera que sus compromisos son simplemente preferencias expresadas por la otra parte en lugar de obligaciones vinculantes.

Los Acuerdos de Oslo, firmados en 1993 y que concluirán en 1999, pero ahora en su trigésimo segundo año y contando, son la plantilla perfecta para este enfoque. También revelan una estrategia israelí diferente, la de simplemente negarse a negociar para garantizar que las cuestiones no se aborden ni se resuelvan.

Por lo que sabemos de los detalles del acuerdo recientemente concluido de Sharm al-Shaikh, "Israel" seguirá en ocupación física de aproximadamente la mitad de la Franja de Gaza.

Su enfoque probablemente se centrará en abrogar el acuerdo por completo o atrapar a los palestinos en un proceso interminable, similar a Oslo, sobre los términos y el alcance de nuevas retiradas del territorio en el que su propia presencia ya ha sido declarada ilegal por la Corte Internacional de Justicia. Aumentado por un alto el fuego unilateral al estilo libanés.

Los palestinos están ahora en condiciones de superar el proceso sin sentido que se está preparando para ellos a través de una intensificación de la campaña mundial para aislar a Israel y responsabilizarlo por sus crímenes y violaciones. Es una oportunidad potencialmente única que no puede desperdiciarse a través de la desmovilización y la subordinación a otro camino hacia la nada.

Sin embargo, esto requiere un liderazgo palestino competente, creíble, genuinamente representativo y unificado, capaz de formular y aplicar una estrategia nacional, y movilizar todos los recursos a su disposición para lograrla.

Además de atender las necesidades inmediatas de la población palestina de la Franja de Gaza, que ha soportado más de lo que la humanidad puede soportar, es esta la que forma la prioridad palestina más urgente.