China y el mundo árabe: de socio silencioso a escenario central
China buscó durante mucho tiempo un camino intermedio en las relaciones con el Medio Oriente entre Moscú y Washington, y para ello explotó las diferencias en el camino. Hoy, con su creciente fuerza diplomática y económica, está a punto de ocupar un lugar central en la región.
De acuerdo con un estudio publicado por el Wilson Center, establecido en 1968 como parte del Instituto Smithsoniano, en honor de presidente estadounidense Woodrow Wilson, con la creciente participación de China en el Medio Oriente, comprender su historia es más importante que nunca.
Conforme al instituto, esa historia es realmente larga y remonta a la época de los faraones y los primeros reinos yemeníes. Las relaciones crecieron después de la expansión del Islam, y las tierras islámicas a lo largo de las rutas comerciales de este a oeste hasta que los portugueses lo acercaron al Cabo de Buena Esperanza.
El siglo XX marca el comienzo de una nueva era para las relaciones chino-árabes. La República Popular buscó la legitimidad de los estados árabes en el contexto del Tercer Mundo. Luego, Beijing logró conducir de manera independiente los intereses de Washington y Moscú en la región y explotó las diferencias en el camino.
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Las relaciones chino-árabes dieron un giro completo desde la Conferencia de Bandung de 1955, al buscar el reconocimiento de los nuevos estados árabes independientes. China formó parte del bloque soviético del "Tercer Mundo" en lugar de un "Segundo Mundo".
Las relaciones con los estados individuales declinaron, pero China alcanzó desplazarse entre compromisos firmes estadounidenses y soviéticos y capitalizó las diferencias entre los bloques.
La relación temprana y de apoyo de China con la República Islámica de Irán resultó crucial para evitar ceder el campo por completo a Washington. A pesar de fomentar las relaciones con sus vecinos árabes a lo largo del tiempo, la proximidad de China a Irán generó preocupaciones.
Su papel potencial como mediador para resolver la disputa entre Arabia Saudita e Irán podría ser una indicación de su capacidad y voluntad para participar en asuntos regionales, y proteger así su estrategia de seguridad energética.
Respalda aún más la posición de China su compromiso con la no injerencia en los asuntos internos de los países árabes y su negativa a apoyar a las fuerzas separatistas. Ello refuerza la motivación de los países árabes para promover relaciones más estrechas en el futuro cercano y esperado.