Empresas de EE.UU. impulsaron el derrocamiento de Allende
La participación de firmas estadounidenses fue acompañada con una política de desestabilización económica resumida en la instrucciones explícitas del entonces presidente Richard Nixon para “hacer gritar a la economía chilena”.
-
Momento del golpe de Estado en Chile, el 11 de septiembre de 1973.
El asalto contra la democracia en Chile hace 50 años no sólo contó con la complicidad abierta y encubierta de la cúpula política de Estados Unidos, sino también de grandes empresas tal como sucedió en tantas otras aventuras intervencionistas de Washington en el hemisferio occidental a lo largo de más de un siglo.
Según un reporte de La Jornada, la Oficina del Historiador del Senado de Estados Unidos recordó cómo a principios de la década de 1970 la Casa Blanca expresó temor por la nacionalización chilena de ciertas empresas del cobre.
La posible estatización de las principales compañías Anaconda y Kennicott, ambas propiedad de un grupo inversionista sito en Estados Unidos, junto con el crecimiento del sentimiento socialista en el hemisferio, llevó a la administración norteamericana a enviar asistencia al gobierno chileno e institutos y formaciones políticas como el Partido Democristiano.
LEA TAMBIÉN: “Así mataron a Allende"
El cobre siempre fue el sector estratégico para Chile como también para las trasnacionales. Antes de la victoria de Salvador Allende en las urnas, los capitales estadounidenses controlaban 80 por ciento de la producción de ese mineral, el cual representaba el 20 por ciento del ingreso de divisas para el país.
Cuando el gobierno recién electo de Allende promulgó una ley de nacionalización en 1971, las referidas mineras y la compañía norteamericana de comunicaciones International Telephone & Telegraph (ITT) fueron promotoras de los esfuerzos de la Casa Blanca para llevar a cabo el llamado “cambio de régimen”.
Previo a los comicios, las mencionadas empresas manifestaron la necesidad de evitar una presidencia encabezado por Allende, pero después del fracaso fueron cómplices en promover el golpe.
Por otro lado, el titular de PepsiCo, Donald Kendall, también instó al entonces presidente Richard Nixon en septiembre de 1970 a hacer lo posible para interrumpir la toma de posesión del mandatario electo Salvador Allende.
Con ese propósito, Kendall logró entonces concertar un encuentro entre el empresario multimillonario chileno Agustín Edwards Eastman, también propietario de El Mercurio, el periódico más grande de Chile, y Nixon en Washington el 15 de septiembre de 1970.
Ese mismo día, Kendall y Edwards desayunaron con Kissinger para conversar sobre cómo lograr ese objetivo, confirmaron documentos desclasificados por el National Security Archives revelados este año en el libro Pinochet Desclasificado de Peter Kornbluh.
La participación de firmas estadounidenses fue acompañada con una política de desestabilización económica resumida en la instrucciones explícitas del entonces presidente Richard Nixon para “hacer gritar a la economía chilena”.
Desde la elección de Allende en 1973 hasta el golpe de Estado, Washington implementó la suspensión de toda asistencia económica a Chile, frenó el acceso a créditos internacionales, obstaculizó las negociaciones sobre la deuda externa heredada de gobiernos anteriores e impidió las exportaciones de cobre y la importación de productos esenciales para el funcionamiento de algunos sectores industriales chilenos.
En todas estas acciones participaron de manera activa una amalgama de trasnacionales, todo lo cual fue denunciado por Allende como un bloqueo económico no declarado para crear condiciones adversas para desestabilizar el país, precisó La Jornada.