Derechos humanos: entre la manipulación y la hipocresía
Este 10 de diciembre se conmemoran 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; sin embargo, el mundo es testigo de una violación masiva y constante de estos en Palestina por parte de "Israel" y sus aliados.
Preguntar a un niño qué quiere ser de grande es quizás la pregunta más común de los adultos, pero imagine preguntar a uno pequeñito y que le mire pensativo, con ojos de desilusión, y responda: No quiero ser nada, porque a los palestinos nos matan desde chiquiticos…
Usted seguramente se quedaría inmóvil ante una escena tan desgarradora, y lo más triste es que no solo un niño gazatí vive con ese temor, sino miles de ellos. "Israel" se ha encargado de enterrar los sueños bajo los escombros.
El 10 de diciembre de 1948 la incipiente organización de las Naciones Unidas daba un paso trascendental con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y hacía la promesa de reconstruir el mundo… 75 años después mucho le falta para cumplir su cometido.
Pero, ¿cómo hablar hoy de derechos humanos cuando es truncado el futuro de miles de niños?, ¿cómo hablar hoy de derechos humanos cuando se niega la vida a personas inocentes?, ¿cómo hablar hoy de derechos humanos cuando miles de palestinos están en este momento sin alimentos, sin agua y bajo el miedo constante de ver bombas caer sobre sus cabezas?
#DiaDeLosDerechosHumanos | Cada palestino tiene derecho a la libertad y a una tierra. Este día es para reclamos y denuncias. #Palestina #PalestinaLibre #FreePalestine #HumanRights #DerechosHumanos #ApartheidIsraelí #Sionismo #Apartheid https://t.co/XWoCe4JYHC
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) December 10, 2023
No importa en el momento que usted lea este texto, habrá un niño palestino muriendo, pues como promedio "Israel" mata un menor de edad cada 10 minutos de acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (Unrwa).
No importa qué hora sea en su país, en este instante habrá un niño palestino llorando por las heridas en su cuerpo, porque perdió su hogar, porque tiene hambre o gritando desesperado y entre lágrimas: ¡Quiero ver a mi mamá, extraño a mi papá!.
Los ataques de la ocupación israelí han acabado con generaciones enteras de familias y los que aún tienen un poco de sensibilidad, más allá de condenar el hecho, se quedan sin herramientas para detener el genocidio más grande de los últimos años.
Porque a lo largo de las últimas décadas hemos sido testigos cómo los líderes mundiales, fundamentalmente occidentales, se han desentendido cínicamente de sus obligaciones en materia de derechos humanos.
El visceral asunto es hoy un negocio político y económico que se manipula teniendo en cuenta los intereses de los más poderosos.
La promesa de la Declaración de dignidad e igualdad de derechos para todas las personas, sufre un ataque constante, en especial cuando el mundo se enfrenta a desafíos nuevos y continuados como las pandemias, los conflictos armados, las desigualdades crecientes, la quiebra moral del sistema financiero internacional, el racismo y el cambio climático.
A todo ello se suma el discurso de odio, la impunidad para los más fuertes o sus protegidos, el incremento de las divisiones y la polarización.
Mientras millones de personas son privadas de los derechos más elementales en Palestina, el mundo celebra sus ´´conquistas ´´ y los más hipócritas denuncian a otras naciones por no cumplir con sus parámetros.
Resalta preocupante que se haya politizado tanto y tergiversado por parte de gobiernos que se han autoproclamado como policías mundiales y modelos de todo aquello que no respetan.
El concepto de "dignidad, libertad y justicia para todas las personas", recogido en aquella Declaración de 1948, es violado cada día por quienes se autoproclaman tribunal de inquisición.
Por ejemplo, Estados Unidos, que no solo impone sanciones económicas unilaterales que son violatorios del derecho humanitario internacional, sino que también entrega armas y le da carta abierta al régimen sionista para matar, sin mayores consecuencias.
Igualmente, Estados Unidos, autoproclamado paladín de los derechos humanos, le niega a la comunidad internacional la posibilidad de detener el genocidio en la Franja de Gaza con el uso deliberado de su derecho al veto en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas.
Para que los derechos humanos sean realmente respetados por todas las naciones tienen que dejar de ser un asunto de injerencia y ataque, y más un trabajo cooperado y de intercambio de experiencias, teniendo en cuenta las características y soberanía de cada país.
El mundo necesita medidas concretas y urgentes por parte de los Estados y otros responsables para que vaya a las esencias de las necesidades humanas y no responda a mezquindades políticas.
La humanidad tiene que dejar la hipocresía y trabajar unida para que los niños, no solo los palestinos, sino todos los que hoy son víctimas de disímiles flagelos a nivel mundial, vuelvan a soñar con, al menos, vivir en paz.