"Israel" destruyó el vivero de Gaza y arrancó unos 55 mil árboles
Acabar con la vida, en cualquiera de sus formas, es parte de la práctica genocida del ejército de ocupación, que acabó con casi todos los parques naturales en ese territorio palestino.
La ocupación israelí destruyó el vivero del ayuntamiento de Gaza, en el noreste de la ciudad, destinado a suministrar posturas y árboles para calles, jardines, aceras e instituciones.
El área del vivero es de unos 13 mil metros cuadrados, e incluía alrededor de 100 mil plántulas distribuidas en 700 tipos de diferentes especies, además de invernaderos especiales, redes de riego y herramientas especializadas.
Desde el comienzo de la agresión y la guerra genocida, el enemigo ha arrancado unos 55 mil árboles de las calles, jardines y granjas de los ciudadanos, y también ha destruido ocho parques públicos y 20 plazas principales en las intersecciones de carreteras.
La lista de áreas de esparcimiento destruidos por la ocupación en estos cuatro meses de intenso bombardeo incluye el Parque del Soldado Desconocido y el Parque Municipal, los más grandes y antiguos de la ciudad.
También atacaron y destruyeron instalaciones en el Zoológico, el Parque de la Amistad, el Shujaiya, el Qobba y el Barcelona, entre otros.
El ayuntamiento de Gaza pidió a la Organización Mundial del Medio Ambiente y a otros organismos internacionales emitir medidas urgentes para detener el daño ambiental en la región y condenar los crímenes de la ocupación.
La institución solicitó ayuda material y financiera para reconstruir lo destruido y salvar las condiciones humanitarias y ecológicas en la ciudad y el resto de la Franja de Gaza.
Como ya denunció en un comunicado el ayuntamiento gazatí, desde el comienzo de la agresión, el 7 de octubre pasado, el ejército sionista derribó deliberadamente miles de árboles perennes, fructíferos y ornamentales, tanto de las calles y jardines públicos como de plazas, aceras y granjas privadas, y destruyó pozos de agua y redes de riego en granjas y jardines.
Además destacó el peligro de esta práctica genocida para el medio ambiente y su impacto en la vida humana, la calidad del hábitat y la producción de alimentos y otros bienes.