Apoyo a “Israel” erosiona huella de Alemania en Medio Oriente
Como uno de los mayores financiadores occidentales de la sociedad civil en el mundo árabe, Alemania no perderá del todo su influencia en la región, aunque resultará difícil rehabilitar la imagen moral del gobierno tras el apoyo inequívoco a “Israel” en su guerra contra Gaza.
Tras casi ocho meses de bombardeos israelíes en Gaza y la muerte de más de 35 mil palestinos, Alemania empañó rápidamente su reputación en todo Medio Oriente, al continuar como uno de los aliados políticos y militares más cercanos de la entidad.
Desde el 7 de octubre de 2023, Berlín respaldó el ataque de “Israel” en Gaza en gran medida sin reservas, aunque algunos funcionarios adoptaron una posición más crítica en las últimas semanas.
En enero de este año, una encuesta entre residentes de 16 países árabes publicada por el Instituto Doha mostró que el 75 por ciento de los consultados tenía una opinión negativa sobre la postura alemana sobre la guerra entre “Israel” y Hamas.
Según la revista Foreign Policy, durante décadas, Alemania trató de conciliar una supuesta responsabilidad histórica hacia “Israel” con una relación cordial hacia el mundo árabe.
En este punto, el medio especializado en asuntos globales explicó que Berlín desarrolló una importante huella de poder blando y durante mucho tiempo fue visto como un intermediario “honesto” en las relaciones comerciales y económicas.
Al respecto, mencionó que las organizaciones financiadas en gran medida por el gobierno alemán (como el Instituto Goethe, la agencia de desarrollo GIZ y fundaciones vinculadas a los principales partidos políticos del país) son los principales financiadores de diversos programas en todo Medio Oriente.
Durante años, las impresiones positivas sobre Alemania dominaron en Medio Oriente: la nación estaba asociada con autos veloces, productos de alta tecnología y turistas amigables.
El gobierno alemán se negó a participar en la guerra de Irak y acogió a más de u millón de refugiados sirios en 2015 y 2016.
De acuerdo con la publicación, Berlín, hogar de la diáspora palestina más grande de Europa, constituye un centro de cultura y vida intelectual árabe. El país carece del legado colonial directo en Medio Oriente que todavía alimenta la desconfianza regional hacia potencias como Francia y Reino Unido.
Apoyo inequívoco
Cinco días después del 7 de octubre, en un discurso el canciller Olaf Scholz expresó ante el Parlamento Federal (Bundestag) que, en este momento, el lugar de Alemania era estar al lado de “Israel”, para establecer el tono de la nación europea hacia la naciente guerra.
Un mes después, Alemania autorizó un aumento de casi 10 veces en las exportaciones de armas a “Israel”, convirtiéndose en el segundo mayor proveedor de equipamiento militar de la entidad desde el inicio de la ofensiva, después de Estados Unidos.
En medio de las manifestaciones en apoyo a Palestina y de rechazo a las expresiones cómplices de figuras públicas en Alemania, la policía tomó medidas enérgicas prohibiendo las protestas por motivos de antisemitismo.
Al mismo tiempo, artistas e intelectuales críticos con “Israel”, incluidos judíos y árabes, advirtieron sobre una ola de silenciamiento en toda la sociedad alemana y a muchos se les revocó premios y fondos o se canceló eventos.
Entre ellos, Foreign Policy mencionó a la autora palestina Adania Shibli, cuya ceremonia de premiación fue cancelada por la Feria del Libro de Frankfurt en octubre, y el antropólogo libanés-egipcio Ghassan Hage, resultó despedido en febrero por el prestigioso Instituto Max Planck.
Por otra parte, nueve empleados actuales y anteriores de seis instituciones alemanas que trabajan en cinco países de Medio Oriente comentaron bajo anonimato que la posición de línea dura de Alemania sobre la guerra entre “Israel” y Hamas puso en peligro su trabajo con los socios y comunidades locales.
Restaurar imagen
El gobierno de Alemania Occidental intentó por primera vez establecer relaciones con “Israel” cuando acordó pagar reparaciones por el Holocausto al joven “Estado” en 1952.
Para el entonces canciller Konrad Adenauer, las reparaciones eran una vía para restaurar la reputación de Alemania y reintegrarse a las potencias occidentales.
La Liga Árabe rechazó el plan de Adenauer, argumentando que Alemania no debería apoyar financieramente a un Estado que estaba en guerra con sus vecinos árabes y no asumió la responsabilidad de la expulsión de cientos de miles de palestinos en 1948.
En este punto, el organismo regional “declaró que Alemania no debería resolver su problema a costa de árabes o palestinos”, señaló el historiador de las relaciones de Alemania con “Israel”, Daniel Marwecki.
De acuerdo con el también profesor de la Universidad de Hong Kong, "ese ha sido el problema desde entonces".
Por otra parte, la solución de dos Estados establecida en los Acuerdos de Oslo de 1994 ofreció a Berlín la oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva.
Alemania se convirtió en un partidario clave de las negociaciones entre “Tel Aviv” y la Organización de Liberación de Palestina.
Más reciente, en 2023, el gobierno federal resultó a través de la Unión Europea el segundo mayor donante nacional en los territorios palestinos y a la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNRWA), solo detrás de Estados Unidos en este último ranking.
“La idea era: si simplemente se invierte dinero en el proceso, las cosas se resolverán. Estados Unidos asumirá el liderazgo político; simplemente vamos a seguir la diplomacia de chequera", explicó Marwecki.
En la década de 2000, cuando el proceso de Oslo fracasó, Alemania se acercó a “Israel” en cuestiones de seguridad, en una política cada vez más ligada a las ansiedades internas sobre el antisemitismo y el sentimiento antiisraelí entre los musulmanes en el país.
La canciller Angela Merkel resumió la posición de Alemania durante un discurso ante la Knesset en 2008, cuando manifestó que la seguridad de “Israel” era la Staatsraison, o razón de Estado de Alemania, término repetido por Scholz y otros después del 7 de octubre.
Narrativa cómplice
En los meses posteriores al 7 de octubre, los líderes alemanes se concentraron en las víctimas del ataque de Hamas, el destino de los rehenes en Gaza, el creciente antisemitismo y lo que percibían como una amenaza existencial a la seguridad de “Israel”.
Según el artículo de Foreign Policy, el bienestar de los civiles palestinos recibió mucha menos atención que en conflictos anteriores, incluso en medio de niveles históricos de muerte y destrucción en Gaza.
En octubre pasado, la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, expresó que Hamas tomó como rehén a toda Gaza y repitió las afirmaciones de “Israel” de que el grupo militante estaba utilizando a civiles como escudos humanos.
Alemania siguió rechazando los llamados a un alto al fuego, que a criterio de Scholz permitiría a Hamas rearmarse, y se abstuvo en una votación de las Naciones Unidas en diciembre de 2023.
Cuando las muertes palestinas en Gaza aumentaron a más de 20 mil en enero, el vicecanciller alemán Robert Habeck negó que “Tel Aviv” estuviera atacando a civiles y calificó de falsas las acusaciones de genocidio contra la entidad.
Alemania tildó el caso de genocidio de Sudáfrica contra “Israel” ante la Corte Internacional de Justicia como “instrumentalización política” y congeló su financiación para la UNRWA después de las alegaciones del régimen de que parte de su personal participó en el ataque del 7 de octubre.
En estos casi ocho meses, las opiniones del gobierno rara vez son compartidas por el personal de las instituciones alemanas con experiencia en Medio Oriente.
Han admitido durante mucho tiempo en privado lo que no se puede decir públicamente en Alemania, dijeron fuentes a Foreign Policy: la solución de dos Estados está muerta, la ocupación israelí de Cisjordania equivale a apartheid y la política exterior alemana está desvinculada de las realidades del conflicto israelí-palestino.
La división entre las sedes de las organizaciones alemanas y sus puestos avanzados en el Medio Oriente es más marcada desde el 7 de octubre. Muchos reconocieron que su trabajo se vio perjudicado por el apoyo de Alemania a la guerra, el silencio y las reacciones negativas relacionadas con la represión de las voces pro-palestinas.
En este punto, el Ministerio Alemán de Cooperación Económica y Desarrollo, que financia a la GIZ, y el trabajo de las fundaciones del partido en el extranjero, puntualizaron que las organizaciones asociadas están sujetas a un “escrutinio minucioso” y verifican cualquier declaración que sea antisemita, niegue el derecho de “Israel” a existir o apoye el BDS.
La institución y el Ministerio de Asuntos Exteriores están implementando actualmente recortes de casi mil 500 millones de euros mientras Alemania recorta su presupuesto de ayuda internacional y desarrollo.
Por otra parte, algunos socios regionales emitieron sus propios boicots contra Alemania, el colectivo Haven for Artists, con sede en Líbano, rechazó en enero una subvención de 35 mil dólares de la Fundación Rosa Luxemburgo del Partido socialista de Izquierda, después de que un miembro de la junta criticara a Egipto por no admitir a los palestinos que huían de Gaza, lo que, según el grupo libanés, equivalía a apoyar la limpieza étnica.
En las últimas semanas, Alemania, al igual que Estados Unidos, adoptó un tono más duro hacia “Israel” y tanto Scholz y Baerbock pidieron repetidamente un alto al fuego más permanente y un aumento en la entrega de ayuda humanitaria a Gaza para aliviar el riesgo de hambruna.
También advirtieron a Netanyahu de poner fin a la planeada invasión a gran escala de Rafah; y en ese sentido, durante una visita a “Tel Aviv” a mediados de marzo, Scholz no habló de Staatsraison, sino del sufrimiento de los palestinos y de la imposibilidad de luchar contra el terrorismo únicamente por medios militares.
Aun así, en una escena impensable hace apenas unos meses, el principal representante de Alemania en los territorios palestinos fue expulsado de la Universidad Birzeit de Ramallah a finales de abril.
Los videos mostraron a estudiantes palestinos abucheándolo, pateando su coche y arrojándole piedras mientras se alejaba a toda velocidad. La retórica y las acciones de Berlín desde el 7 de octubre “destruyeron el sueño y la idea de Alemania”, dijo el funcionario en Líbano.
Como uno de los mayores financiadores occidentales de la sociedad civil en el mundo árabe, Alemania no perderá del todo su influencia en la región, aunque resultará difícil rehabilitar la imagen moral del gobierno y de una sociedad liberal y acogedora.