The Economist: Hay un fallo explosivo en el plan de rearme de Ucrania
La Unión Europa no cumplió con la cantidad de proyectiles prometidos a Ucrania para marzo de 2024 y aunque se esfuerza en aumentar su producción, los fabricantes no cuentan con las toneladas de materiales combustibles necesarios.
Mientras Ucrania está sometida a una mayor presión en el campo de batalla, Europa se esfuerza por aumentar su escasa producción de proyectiles de artillería y misiles, señaló el diario The Economist.
La Unión Europa admitió en enero no haber cumplido su promesa de proporcionar a Ucrania un millón de proyectiles para marzo de 2024.
Según explicó el artículo especializado, las cifras indican que el 15 de marzo asignó 500 millones de euros (542 millones de dólares) para aumentar su producción.
Pero el mayor obstáculo es algo que hasta hace poco estaba fuera de discusión: la escasez de los explosivos.
El plan en cuestión se llama “Ley de apoyo a la producción de municiones”, y tres cuartas partes de la financiación, o unos 372 millones de euros, se destinarán a los fabricantes de explosivos que están en auge.
Sin embargo, advierte la publicación: “Europa necesita toneladas de materiales combustibles para alcanzar su objetivo de producir dos millones de proyectiles para finales del año 2025”.
Cada proyectil de artillería está lleno de 10,8 kilogramos de explosivos de alta potencia, como TNT, HMX y RDX. También se necesitan cargas adicionales de propulsor para lanzar los misiles a lo largo de decenas de kilómetros de distancia.
Incluso, otras municiones requieren cantidades mayores: la ojiva altamente explosiva del misil Storm Shadow, por ejemplo, pesa 450 kilogramos.
El problema, consideró el periódico, es que los fabricantes de explosivos no están seguros de poder aumentar la producción y temen que las peculiaridades de la industria obstaculicen el impulso que Ucrania necesita para ser competitiva en el campo de batalla.
Tras el fin de la Guerra Fría se redujo la demanda de armas y muchos fabricantes europeos de explosivos estuvieron obligados a reducir sus operaciones, fusionarse o simplemente cerrar los negocios. Como resultado, queda muy poca holgura en la cadena de suministro para satisfacer la creciente demanda.
Sólo unas pocas empresas siguen produciendo materiales de alta energía según los estándares de la OTAN, indicó.
Una de ellas es Chemring Nobel, que opera una extensa planta en Saetre, Noruega. Otra empresa es la francesa Urenco, que gestiona también una enorme instalación similar en Karlskoga, Suecia.
Los pedidos en ambas compañías aumentaron desde la invasión rusa. La planta de Urenco está repleta hasta 2030 y la de Saetreo funciona a su máxima capacidad.
En este contexto, el artículo citó al experto Tim Lawrenson del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos quien sostiene que llevará tiempo reiniciar las fábricas inactivas, debido a la necesidad de reequipar y renovar las instalaciones.
Atraídas por los subsidios lo más rápido posible, las empresas inyectan dinero para ampliar la capacidad de producción; pero el especialista señala que construir una fábrica desde cero podría llevar de tres a siete años.
La publicación nformó que ante estas dificultades, los fabricantes de explosivos indios y japoneses están llenando parte del vacío. Una cuestión que preocupa a algunos expertos pues temen que los explosivos procedentes del extranjero sean de menor calidad y, por tanto, puedan dañar los equipos.