La revolución cambió la historia de Nicaragua
El 19 de julio de 1979 no quedó en Nicaragua una sola institución vigente, ni Corte de Justicia, ni Tribunal Electoral, ni Congreso de la República. Arribó el poder popular paras asumir el control e iniciar una nueva estructura institucional.
El triunfo de la Revolución Sandinista en 1979 barrió la dictadura somocista y cambió para bien la historia de Nicaragua.
Hace 45 años el pueblo puso fin a un gobierno tutelado por los Estados Unidos y desmanteló a una oligarquía libero-conservadora amparada en sus beneficios históricos alrededor de ese poderío, recordó el escritor nicaragüense Francisco Javier Bautista en su charla con Prensa Latina.
Era la última revolución armada en América Latina y el Caribe después de la mexicana (1910) y la cubana (1959), cuyo principal objetivo era empoderar al pueblo y erradicar de raíz la pobreza.
Aquel 19 de julio de 1979 no quedó una sola institución vigente, ni Corte de Justicia, ni Tribunal Electoral, ni Congreso de la República. Arribó el poder popular paras asumir el control e iniciar una nueva estructura institucional.
Para Bautista, quien desde muy joven estuvo ligado a movimientos revolucionarios en la zona urbana, ese proceso no ocurrió por el arrojo de una persona, fue una suma voluntades, desde la bandera antimperialista, nacionalista y de dignidad de Augusto César Sandino hasta todos los legados de luchas acumulados.
La guerrilla del Chaparral en junio de 1959 lanzó una primera acción militar contra la dictadura, organizada por un grupo de revolucionarios entre quienes estaba Carlos Fonseca Amador.
Ese fue el embrión del Frente Sandinista de Liberación Nacional, y en 1961 retomó la bandera de Sandino por la soberanía y la dignidad nacional.
Tras la victoria de julio vinieron días complejos, pero la bandera básica de lucha sandinista por la defensa de la soberanía, la independencia y autodeterminación permaneció junto a la capacidad de su gente de construir su propio destino.
Otro tema importante, a juicio de Bautista, fue el rompimiento con las estructuras económicas y sociales de dependencia, desigualdades y el remplazo por relaciones de equidad y la solidaridad.
A pesar de los obstáculos externos, manipulación mediática e intentos golpistas, la gestión del gobierno encabezado por el presidente Daniel Ortega, cuya aprobación es del 82,4 por ciento, avanza porque está cimentado en la conciencia social, el respeto por la soberanía, la independencia y la autodeterminación.
Mucho antes de 1979 la economía en Nicaragua parecía floreciente, pero más del 50 por ciento de la población era analfabeta, casi el 60 por ciento era campesina sin derecho a tierra ni a créditos.
El crecimiento económico estaba concentrado en grupos muy limitados, pero la Revolución rompió con eso y hoy trata de crecer con equidad, comparte el crecimiento y distribuye las riquezas, reflejado en el acceso a la educación y salud gratuitas, seguridad social, calles y viviendas para el pueblo.
La Nicaragua de hoy comparada con la de hace 17 años atrás evidencia avances y mejoras incuestionables. La Revolución Sandinista es una realidad histórica y nadie puede obviar la existencia de un proceso de cambios.