Tamara Bunke, la guerrilla del Che y el río
Más de una vez la joven revolucionaria quedó sola con una ametralladora 30, encargada de defender su campamento.
Jueves 31 de agosto de 1967. Las aguas del Río Grande, como los lobos, aullaban y amenazaban con llevarse todo. Tamara Bunke, con su mochila a la espalda, fue la última vez que entró al cauce.
Avanzaba al lado de Juan Vitalio Acuña. Tenía el agua casi a la cadera cuando sonaron los primeros disparos. Alzó los brazos e intentó defenderse, pero le hirieron en un pulmón y la corriente arrastró su cuerpo.
Días después, la encontraron en la orilla del río. Cuentan que unas religiosas pidieron sus restos para vestirlos y ofrecerles cristiana sepultura.
Siete años antes, esta mujer vivía junto a sus padres en Alemania y devoraba noticias de Cuba con mucha curiosidad.
En 1960, el Consejo Central de la Juventud Libre la designó como intérprete de Ernesto Che Guevara durante un viaje a Leipzig.
Al lado del guerrillero crecieron sus ansias de conocer La Habana. El 12 de mayo de 1961 visitó la isla y pocos conocen que se unió a mujeres guerrilleras.
Su labor más importante le llegó en 1964. En ese entonces, el comandante la envió a Bolivia, a través de Europa, con una misión crucial: preparar el terreno logístico y establecer contactos para su futura guerrilla.
Con el nombre de "Tania", se infiltró en la élite cultural y política del país latinoamericano, bajo el gobierno del presidente de facto René Barrientos.
Luego, se unió al campamento de alzados y más de una vez quedó sola con una ametralladora 30, encargada de defender el territorio.
A 57 años de su muerte, aún muchos rezan en el sitio donde encontraron su cuerpo y su historia devino leyenda en el mundo.