Diálogos de paz en Colombia pudieran retomar su ritmo
En entrevista exclusiva concedida al sitio Nuestra América en Palabras, el representante del Ejército de Liberación Nacional, Pablo Beltrán, confirmó avances en el entendimiento con la delegación del gobierno de Gustavo Petro, a partir del diagnóstico adecuado de los problemas que llevaron a su congelamiento.
El diálogo entre el gobierno de Colombia y las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) llegaron a un punto de congelamiento, y tratar de “sacarlo de la cuneta” fue el propósito del encuentro organizado en Caracas la pasada semana, al decir del comandante Pablo Beltrán, jefe de la delegación de paz por parte de los guerrilleros.
Beltrán, en entrevista exclusiva concedida al sitio Nuestra América en Palabras, relató que el encuentro, terminado este jueves en la capital venezolana, evidenció un avance en el entendimiento para retomar los acuerdos de México, sobre todo con participación popular en estos debates, trascendentales para el país.
Según explicó el líder guerrillero, está previsto un próximo encuentro a mediados de noviembre, sobre la base de los principios marcados por el ELN para continuar el diálogo con el Gobierno de Gustavo Petro.
Beltrán resaltó que en casi dos años de iniciado este proceso se notaron avances, de la mano de algunos problemas de entendimiento, y por eso la guerrilla decidió en su momento congelar las conversaciones.
En concreto, Beltrán resaltó cómo en el propio gobierno colombiano hay personas dispuestas a construir la paz y otras empeñadas en destruir el proceso, y esa dualidad es inadmisible para el ELN.
Dada esta situación pidieron tener un solo interlocutor, dispuesto a una genuina implementación de los acuerdos, porque la paz total no es presentar una cosa por encima de la mesa y otra por debajo.
“Para nosotros eso tipifica perfidia, y es un acto de guerra”, enfatizó Beltrán, e insistió en la responsabilidad del gobierno de mirar la gravedad de esa situación y enmendarla, tema central de la recién finalizada reunión en Caracas.
Partir del problema para lograr convergencias.
La entrevistadora, María Fernanda Barreto, quiso saber si la reanimación del diálogo tenía alguna relación con las denuncias del presidente Petro de un intento de golpe blando contra su gestión, lo cual el entrevistado negó, por tratarse de causas distintas.
Beltrán remarcó como origen de este reinicio del diálogo el clamor de muchos sectores de la sociedad colombiana, interesados en construir la paz; miles de organizaciones sociales y políticas que invitaron a las partes a resolver sus diferencias en la mesa de negociación, y sus voces son de mucha valía.
“Nuestra presencia acá es respuesta a eso, porque realmente este proceso ya no les pertenece a las dos partes (el Gobierno y el ELN), sino a mucha gente que le ha metido el pecho y el hombro a esto”, reconoció el dirigente guerrillero.
Para evaluar el estado actual del diálogo, Beltrán se mostró convencido de la importancia de ser certero en el diagnóstico del problema, porque ya con eso se resuelve una buena parte, al saber cómo enfrentarlo.
“Esta reunión sirvió para, de manera descarnada, hablar de los problemas, y, en cierta forma, fuimos encontrando convergencia en la caracterización de los factores de crisis de esta mesa”, valoró el delegado, porque con ese avance quedan más a la mano las tareas para hallar soluciones conjuntas.
“Cada parte va a consultar a sus altas instancias para ver cómo se completan esos diagnósticos, pero también cómo se adquieren nuevos compromisos, para sacar el carro de la cuneta”, insistió.
La entrevistadora pidió criterios del jefe de delegación sobre acciones unilaterales del gobierno para desarticular frentes de la guerrilla en los últimos meses, y en particular se refirió al traslado de un preso que de cierta forma contradice los acuerdos generales para dar preferencia a acuerdos territoriales, una de las razones por las cuales la mesa se enfrió.
Al respecto, Beltrán criticó el modo de trabajar de la inteligencia colombiana y otras instituciones, cuya intención es continuar llamando “acto de paz total” las operaciones de desmembramiento de grupos, a pesar de estar proscritas por los acuerdos anteriores de manera explícita.
“Ellos incumplieron eso. Prosiguieron con el proceso de socavar y después lo presentan como que es una decisión autónoma de paz de ese grupo”, reprochó el entrevistado, para quien esas acciones amenazan con retrotraer el proceso de diálogo e irrespetan su responsabilidad como gobierno con el pueblo colombiano cuando presentan esas medidas como supuesto acto de paz.
Desde su perspectiva, estas miradas territoriales al fenómeno y este tipo de desmovilización suelen crear una disidencia, gente que comete otras fechorías y se convierten en un “dolor de cabeza” para Colombia.
En ese escenario, Beltrán catalogó el traslado del prisionero como un acto de guerra, y detener tales acciones es lo que va a sacar la mesa del congelamiento.
Sobre el caso específico del traslado de exguerrilleros a Pasto, capital del estado de Nariño, relató cómo algunos funcionarios fueron por las cárceles de todo el país para “sonsacar” presos del ELN y sumarlos a ese proceso, y les ilusionaron con la idea de obtener la libertad de manera casi inmediata.
En la reciente reunión, el ELN denunció este mecanismo como inapropiado y pidió estadísticas de los integrantes de sus grupos involucrados, y la delegación del Gobierno se comprometió a precisar ese asunto, considerado por la guerrilla un acto hostil y no de paz.
Donald Trump y las víctimas de su supremacía declinante.
Refiriéndose a la reelección del expresidente republicano Donald Trump como nuevo inquilino de la Casa Blanca, Beltrán expresó a Palabras de Nuestra América su pesar personal y a nombre del Ejército de Liberación Nacional colombiano, sobre todo por las consecuencias para el pueblo de Palestina, víctima del genocidio israelí con el apoyo incondicional de Estados Unidos.
A su juicio, también será un duro impacto para miles de migrantes que día a día llegan al país norteño, quienes serán tratados como “basura” por Trump, con su visión supremacista y racista, y su manera despectiva e insultante de referirse a esas personas.
Sin embargo, valoró el político colombiano, “el Estados Unidos de hoy es menos que hace 10 años o 20 o 50, y cada vez será menos”, incluso para el propio pueblo norteamericano, sometido otra vez a un presidente que en plena epidemia de Covid 19 dejó morir a la gente, y el 40 por ciento de esas muertes fue intencional, porque eran pobres y quería salir de ellos.
“Al capitalismo siempre le sobra gente. Esa es una situación dura para el propio pueblo de Estados Unidos, y para otros pueblos del mundo, porque un imperialismo que declina se vuelve más irracional”, reflexionó el entrevistado.
Los israelíes tienen esa filosofía de mucho tiempo atrás, comentó Beltrán: “El sionismo decía que para ellos infundir temor tenían que ser como un perro rabioso. Y resulta que ahora, además de rabioso, está loco o simula estarlo”.
En casos así, de imperios hechos a la fuerza, sobre la sangre de otros pueblos, su nivel de locura es volverse más atroces, más bárbaros, más inhumanos, como demuestra lo que están haciendo con Gaza y con Líbano, denunció Beltrán, para quien “el ejército sionista no es un ejército, sino un batallón más de Estados Unidos”.
Al decir de la entrevistadora, la situación en Medio Oriente puso en evidencia una grave crisis del derecho internacional humanitario, y por tanto de todos los tratados que regularizan la guerra.
Frente esa realidad, quiso saber el criterio del negociador sobre cuánto pudieran verse comprometidos el esfuerzo de diálogo en Colombia y las esperanzas de su pueblo para encontrar una salida política y negociada al conflicto social armado en esa nación latinoamericana.
Beltrán coincidió en que esta crisis mundial pisotea el derecho internacional. Y en particular la agresión a Gaza tipifica como genocidio, cuyos responsables son el régimen sionista de “Tel Aviv” y Estados Unidos, pero tiene también cómplices en la Unión Europea.
Ese contexto demuestra la bancarrota moral de Estados Unidos y sus aliados, sus seguidores: “¿Qué valores puede sostener un Occidente civilizado que hace eso?”, cuestionó el entrevistado, y amplió su valoración para referirse también a la bancarrota en términos de derecho, aunque la más grave es la moral.
“¿Qué hegemonía, qué atracción, qué seducción puede traer para el resto de pueblos del mundo ese tipo de situaciones y organizaciones tan aberrantes y perversas?”, cuestionó Beltrán.
En su criterio, esta crisis de valores es el cierre de una época; el fin de la civilización occidental colonialista. Y aunque el colonialismo actual del régimen israelí es aún más perverso, las potencias occidentales fueron sus maestros, y así nació el estado judío colectivo.
Desde su análisis, esta ruina moral y jurídica no se resuelve con la fuerza, porque no es sólo aplicada a otros pueblos, sino hacia el interior de sus propias naciones, y desembocará en una implosión, al punto de que los pueblos les exijan parar y se nieguen a ser representados por esos gobiernos, tanto en “Israel” como en Estados Unidos.
Estados Unidos y sus seguidores dicen representar el orden basado en reglas, pero esas reglas las hacen a su acomodo, por tanto el mundo debe dejar de basarse en eso, dictaminó el delegado de paz.
Denunció Beltrán su doble estándar: “Pisotean lo que quieran y está bien. Si los palestinos se defienden, son terroristas, pero si los israelíes hacen terrorismo, como el que están haciendo, entonces se están defendiendo”, e invitó al mundo a no dejarse arrastrar más por eso.
El diálogo colombiano está llamado a generar nuevas reglas y aportar a una construcción de un nuevo derecho internacional, más acorde con los pueblos, y a marcar una historia escrita con la participación popular como sostén fundamental de los acuerdos, resumió la comunicadora.
Beltrán apeló a uno de los principios básicos del derecho internacional: actuar de buena fe y honrar los acuerdos firmados, porque cuando se incumplen los viejos, no hay motivación para hacer acuerdos nuevos.
Ese es el debate puesto sobre la mesa de negociaciones para la paz colombiana, cuyo próximo encuentro, también extraordinario, quedó fijado para este 19 de noviembre en Venezuela, tras las consultas de las partes y la exposición de sus respectivos intereses.
La paz de Colombia también es la paz del continente, y como puntualizó el entrevistado, cuentan con los 20 meses restantes del mandato de Petro para enmendar los fallos y lograr el ritmo necesario: “Vamos a avanzar lo máximo posible de aquí al 2026”, enfatizó, a nombre del Ejército de Liberación Nacional y pensando en el pueblo.