Los derechos inhumanos: Un lobo sigue mordiendo en Gaza
El mundo celebra el Día de los Derechos Humanos, y en Palestina las familias sienten el dolor, de un lobo fiero, que sigue mordiendo y mordiendo.
Son muchos. Sus manitos caben dentro de las de sus padres. Corren como locos por todos los barrios de la Franja de Gaza, niñas y niños que sonríen con la misma alegría que hace unos días miraban los muñes y jugaban con la pelota.
Pequeños−blanco, pequeños que todo lo maravillan, pequeños para quienes todos los días son de amor, hasta que los hombres con espíritu enfermo del régimen ocupante apagan sus vidas con bombas.
Son muchos. Ninguno conocía de heridas, pánico, gritos, humo, rostros descompuestos, intentos por respirar y quemaduras hasta el alma.
Hoy, cuando el mundo celebra el Día de los Derechos Humanos, en Palestina las familias sienten el dolor, de un lobo fiero, que sigue mordiendo y mordiendo.
Desde 1948, casi en paralelo a la proclamación de esta fecha por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas, el ejército de “Israel” llevó a cabo la Nakba (catástrofe) y expulsó por la fuerza a cientos de miles de personas.
Entonces, como ahora, la comunidad internacional permaneció al margen, sin proteger conscientemente las necesidades de todo un pueblo.
Ya pasaron generaciones, pero aquel acontecimiento aún es una experiencia colectiva, y su manifestación más reciente es el genocidio en curso en Gaza.
Según el Ministerio de Salud del enclave, más de 50 mil ciudadanos (más del 6,5 por ciento de la población total) murieron a causa del asedio ejercido por "Tel Aviv", entre ellas más de 13 mil 300 infantes.
Desde octubre de 2023, las fuerzas israelíes también secuestraron a civiles y los llevaron a prisiones y campamentos militares y los sometieron a castigos inhumanos, incluida la violencia sexual, el hambre y la negligencia médica.
Por si fuera poco, la respuesta a la emisión de órdenes de arresto por parte de la Corte Penal Internacional contra el Primer Ministro israelí Benjamin Netanyahu representó otro episodio vergonzoso.
El fracaso del mundo para prevenir, detener y castigar el genocidio resalta su deplorable historial en el cumplimiento de su compromiso declarado de proteger los derechos humanos.