2024: Geopolíticas, armas, presiones económicas y repunte de derechas
Dos mil veinticuatro fue un año marcado por el abundante volumen noticioso en torno a la pujanza de proyectos alternativos al sistema de dominación político y económico mundial y el encono de las tendencias geopolíticas expresadas en las organizaciones multilaterales existentes.
Dos mil veinticuatro fue un año marcado por el abundante volumen noticioso en torno a la pujanza de proyectos alternativos al sistema de dominación político y económico mundial y el encono de las tendencias geopolíticas expresadas en las organizaciones multilaterales existentes.
Por un lado, los defensores del desarrollo de la cooperación, la oportunidad para establecer un nuevo orden internacional más justo y la estrategia de la desconexión del sistema mundo regido por el capital, concentrados en el crecido e influyente grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
Y del otro, los alineados en el reforzamiento de los tentáculos de reconquista y afianzamiento global del poder hegemónico occidental: la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el Grupo de los Siete (G7) y la Unión Europea (UE) como los exponentes más significativos.
En el caso europeo en particular, el calendario fue notable por la extensión de la guerra financiada por Estados Unidos y sus aliados contra Rusia desde Ucrania, el ciclo de elecciones parlamentarias y el auge del extremismo político, así como el recrudecimiento de sanciones contra las principales potencias emergentes.
Las elecciones celebradas en Taiwán, India y Japón concitaron la mayor atención en la dinámica política del Indo-Pacífico, pero sin lugar a dudas los comicios presidenciales en la isla china reportaron mayor interés informativo.
Ese ejercicio democrático definió la continuidad en el poder del Partido Democrático Progresista, interesado en la independencia total de Beijing y su abrazo a occidente.
A partir de estos acontecimientos, no pocos analistas internacionales llamaron la atención sobre el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca en 2025 y su futuro comportamiento hacia cada uno de esos desarrollos, desde el suministro de armas al régimen de Kiev, la confrontación con Rusia o China y su viejo interés de alejar a EE. UU. de la OTAN si los socios no pagan sus facturas.
Cambios radicales en un mundo multipolar
Uno de los eventos internacionales más significativos en el año 2024 por su impacto global lo constituyó la XVI Cumbre de los BRICS, celebrada en el mes de octubre en la ciudad de Kazán, Rusia, bajo el lema “Fortalecer el multilateralismo para un desarrollo mundial equitativo y la seguridad”.
Más de 20 líderes mundiales y decenas de delegaciones asistieron a la cita, la primera de alto nivel en el formato ampliado con la participación de los nuevos integrantes: Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía, unido a las cinco naciones fundadoras.
La cooperación económica y cultural entre los miembros, la promoción de la reforma del sistema de gobernanza mundial, la implicación del Nuevo Banco de Desarrollo en el sistema bursátil global y el uso de las monedas nacionales en las transacciones financieras entre los países de la asociación y sus socios comerciales, con el objetivo de reducir la dependencia del dólar, fueron varios de los temas consensuados por los participantes.
#ComoTeCuento | La creación de un nuevo sistema financiero, el comercio en monedas locales y la reforma integral de Naciones Unidas fueron algunos de los temas principales que abordó la Cumbre de los BRICS, efectuada en Kazán, Rusia esta semana.
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) October 29, 2024
☑️Con @DianaValido1 #BRICS… pic.twitter.com/qlYz42iznr
Sobre este último aspecto, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, señaló que la ampliación de los conceptos financieros del BRICS ayudarían a reducir la influencia del dólar estadounidense, usado con frecuencia como instrumento de presión sobre los pueblos del sur global.
En este punto, expertos llamaron la atención sobre el impacto de la anticipada declaración de guerra comercial del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, contra los grandes mercados emergentes y a su brazo ejecutivo, los BRICS+, a quienes calificó de hostiles por su decisión de acabar con la hegemonía del dólar.
Los BRICS, actores fundamentales de creciente relevancia, autoridad y liderazgo en el escenario geopolítico global y esperanza real para los países del sur, expresaron su apoyo a la admisión de Palestina como miembro de pleno derecho de las Naciones Unidas, exigieron a “Israel” poner fin a las masacres en la Franja de Gaza e hicieron propuestas de mediación para una resolución pacífica del conflicto ucraniano mediante el diálogo.
#Video | El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aseguró este jueves que Naciones Unidas agoniza ante el genocidio de "Israel" contra el pueblo de Palestina.
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) October 24, 2024
Al participar en la XVI Cumbre de los BRICS con sede en Kazán, el Jefe de Estado llamó a una refundación del sistema… pic.twitter.com/CscGqP95LS
Además, reafirmaron su respaldo a una reforma integral de la ONU, en especial del Consejo de Seguridad.
También manifestaron su preocupación por el efecto negativo de las sanciones ilegales en la economía mundial y denunciaron las medidas unilaterales impuestas por Occidente en nombre de la lucha contra el cambio climático.
En la era actual de consolidación del nuevo orden mundial multipolar, el bloque concentra el 40 por ciento de la producción de petróleo, alrededor del 25 de la exportación de bienes, y el 36,8 del Producto Interno Bruto global por paridad de poder adquisitivo, y supera al G7, situado en el 29 por ciento, según informó el Banco Mundial.
De acuerdo con varios estudiosos, el avance del BRICS provocó inseguridades por parte de las potencias occidentales, al perder el control sobre África, la economía mundial y el precio del petróleo.
A pesar del espaldarazo público del presidente de Rusia, Vladimir Putin, a su homólogo de Venezuela, Nicolás Maduro, los BRICS no consiguieron incluir a la nación bolivariana entre sus miembros. La nota discordante: el veto de Brasil.
La postura del gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva resultó un atentado contra el proyecto de integración y resistencia de los países de Latinoamérica y el Caribe con el resto de las naciones del sur para enfrentar las políticas neocoloniales y los riesgos del accionar bélico e impune de la OTAN.
Ese comportamiento, a juicio de algunos observadores, supone la existencia de un mecanismo de presión creciente de EE. UU. y sus socios internacionales sobre el gobierno brasileño, tras ceder ante las fuerzas conservadoras nacionales e internacionales.
La adversidad fue catalogada de extrema gravedad porque al bloquear el ingreso de Venezuela, Brasilia demostró no estar a tono con el resto de las naciones fundadoras de la alianza respecto al ingreso de Caracas.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, confirmó que el país suramericano tiene más de 70 inversionistas “del mundo alternativo, del mundo nuevo, de los BRICS y más allá de los BRICS, para inversiones grandes en petróleo, en gas y en petroquímicos”. pic.twitter.com/bi3xTKCAw2
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) September 20, 2024
Cuba y Bolivia, en cambio, son los países latinoamericanos que, con el visto bueno del gigante suramericano, entraron en la lista final de aspirantes oficiales para unirse a los BRICS a partir de enero de 2025.
Guerra, presiones económicas y repunte de la derecha
Mientras un grupo creciente de naciones en torno al BRICS apuntan a reconfigurar el orden mundial y erigirse en baluarte para un sistema multipolar en favor de la buena vecindad y la coexistencia pacífica, Estados Unidos y sus aliados de la OTAN y la Unión Europea socavan las normas internacionales con la promoción y financiamiento de conflictos militares de imprevisibles consecuencias.
La decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de permitir a Ucrania utilizar los Sistema de Misiles Tácticos, conocido con el acrónimo de ATACMs, para atacar la profundidad del territorio de Rusia y el posterior lanzamiento de estos artefactos representaron un giro en la política exterior de Washington al transformar el encono en una confrontación directa contra Moscú.
A su vez, la alineación de los países del G7 (Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón) con la escalada en la guerra de Ucrania fueron evidentes en las declaraciones realizadas en la última reunión de los ministros de Relaciones Exteriores del bloque en Fiuggi, Italia.
Durante todo este año, Estados Unidos y los gobiernos asociados incrementaron el suministro de armas al ejército fascista de Kiev con el fin de hacer colapsar a Moscú, pero todos los esfuerzos por aislarla en el campo diplomático e imponer sanciones económicas para debilitar su capacidad bélica fracasaron.
Rusia, en cambio, consolidó su influencia global y su economía espera un crecimiento de un 3,9 o cuatro por ciento, superior a la de cualquier país europeo en el mismo periodo, según datos del Fondo Monetario Internacional.
En reiteradas ocasiones, Putin advirtió sobre el peligro de los ataques directos a territorio ruso con armamento extranjero y los consideró actos de guerra por parte de Occidente.
También alertó sobre la posibilidad de que tales pasos podrían devenir un enfrentamiento nuclear de impredecibles consecuencias globales.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que "se han requerido cambios en la doctrina nuclear de Rusia, porque era necesario adaptarla a la situación actual"...
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) November 19, 2024
¿Quién decide el uso de armas nucleares?
La doctrina nuclear de Rusia actualizada este martes ratifica que… pic.twitter.com/nttjbW1SV7
Con posterioridad, el mandatario ordenó el lanzamiento de forma experimental del nuevo misil balístico de alcance intermedio (Oreshnik) contra Ucrania en respuesta al uso por parte de Kiev de misiles estadounidenses y británicos.
La incapacidad de los sistemas de defensa antiaérea estadounidenses y europeos para interceptar y derribar el nuevo misil, obligó a las autoridades occidentales a evaluar el alcance de un acuerdo negociado con Moscú para poner fin a la guerra, según reflejaron varios medios de prensa .
Pero la consecución de esa tarea ya no corresponderá al presidente Joe Biden, si no a su sucesor Donald Trump, quien desde su campaña enfatizó su deseo de cerrar el capítulo de la confrontación y suspender el apoyo militar al régimen de Volodymyr Zelensky.
Trump también notificó la posibilidad de presionar a Ucrania para que ceda el territorio tomado por Rusia para encontrar un fin al conflicto.
Estados Unidos es el aliado más valioso de Ucrania en la guerra, al proporcionarle más de 56 mil 200 millones de dólares en asistencia de seguridad desde el inicio de la operación militar especial rusa en febrero de 2022.
Respecto a esa guerra, China desplegó un amplio trabajo diplomático e instó a las partes a resolver la crisis por medio del diálogo y la negociación, al tener en cuenta las consecuencias nefastas de la extensión de la escalada militar para la economía global y los países en desarrollo.
Según varios especialistas, como parte de la presunta estrategia de complicar la próxima presidencia de Donald Trump, Biden también escaló contra China.
A lo largo de todo este periodo, Estados Unidos reforzó el paquete de normas diseñadas para perjudicar aún más la capacidad de la República Popular China de producir semiconductores de nodos avanzados. El objetivo era limitar el acceso a piezas y equipos de alta tecnología.
La guerra comercial de Washington incluyó a 140 empresas de la nación asiática en la lista de entidades sancionadas por el Departamento de Comercio de Estados Unidos, lo cual restringió la capacidad para adquirir productos estadounidenses.
Biden generalizó el concepto de seguridad nacional, lo politizó y utilizó como armas las cuestiones económicas y tecnológicas, lo cual vulnera las normas del comercio internacional, daña los derechos e intereses legítimos de estas compañías y perturba la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro mundiales.
Las medidas contra Beijing también afectaron desde el punto de vista económico a las empresas estadounidenses al no poder llegar al mercado chino y generaron interrupciones en las cadenas de suministro globales.
En respuesta, el gobierno de China anunció medidas para proteger los derechos e intereses legítimos de los productores nacionales y prohibió la exportación de artículos de doble uso a empresas militares estadounidenses o para fines militares.
Biden al intentar reforzar la percepción fuerza contra el contrincante económico, de alguna manera complicó el posicionamiento de su sucesor en la guerra comercial contra China.
En este contexto, al parecer Trump concentrará sus esfuerzos en operar un cambio en política exterior, pues a su juicio las estrategias de Biden y del G7 hacia Ucrania y China entorpecieron los intereses económicos y de seguridad de Estados Unidos.
Para algunos avezados, el mandatario electo ve a China como un competidor estratégico y es probable desarrolle una política combinada de presión económica y cooperación en áreas de interés mutuo, sin renunciar a su anunciada guerra de aranceles contra aliados como Canadá y naciones vecinas, México.
El tema de la seguridad nacional de Estados Unidos y su proyección estratégica para el área Indo-Pacífico devino en esta etapa el apuntalamiento de alianzas regionales como el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral y el tratado AUKUS, unido a la presión sobre China con ejercicios militares, el fomento de nuevas bases y el despliegue de armas en el área circundante.
Respecto a Taiwán, la política de Estados Unidos fue similar a los años precedentes y continuó la hoja de ruta trazada por Trump en su anterior mandato.
Biden multiplicó las ventas de armas, incrementó los contactos políticos, impulsó las negociaciones económicas y realzó la necesidad de independencia de la referida isla.
Por su lado, el gobierno chino, acostumbrado a manejar situaciones complejas con el mínimo de conflicto, enfrentó las presiones, aumentó su influencia en el sur global y mantuvo firme el principio de una sola China.
Ahora Estados Unidos representa solo el 15 por ciento de su comercio exterior y es su tercer socio comercial cuando antes era el primero. Las exportaciones a los países del G7 representaron el 48 por ciento y hoy menos del 30.
Dada la limitada efectividad de las medidas económicas estadounidenses contra el gigante asiático y la apetencia por consolidar su dominio en el mar de China meridional, 2025 podría concitar el recrudecimiento de la presión estratégica y militar y el agravamiento de conflictos en la referida zona.
En este punto, si la OTAN y la Unión Europea asumen por presión o intereses la defensa de la confrontación la región Indo Pacífico podría convertirse en el próximo escenario de guerra imperial a nivel internacional.
Las elecciones al Parlamento Europeo efectuadas en junio de 2024 confirmaron el ascenso de la extrema derecha continental, aunque menor de lo pronosticado.
Cientos de millones de europeos de 21 países eligen directamente a 720 miembros hasta el próximo día 9 de junio. Vea más información en los siguientes hilos.#Europa #elecciones #ParlamentoEuropeo pic.twitter.com/MPoCGIkY0z
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) June 7, 2024
Según los resultados, el centroderechista Partido Popular Europeo (PPE) fue el gran ganador, configuró su bancada con 184 escaños, ocho más de los logrados en 2019, y con ello será posible la reelección de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea.
La participación ciudadana en el ejercicio electoral transnacional llegó casi al 51 por ciento, cifra pobre dentro de un continente caracterizado por las altas tasas de participación en jornadas democráticas, pero muy similares a las registradas en los comicios del 2019.
El gran perdedor fue el bloque europeo Renovar Europa encabezada por el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Las medidas consideradas impopulares en Francia, Bélgica y Países Bajos, tres de los bastiones liberales más importantes del continente, provocaron una caída electoral de Renovar Europa, la cual obtuvo 80 lugares dentro del Parlamento Europeo.
En Francia, el partido de ultraderecha Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, abrazó la victoria con el 32,4 por ciento de los votos y dobló la preferencia popular de Renacimiento, el partido oficialista.
A su vez, en Bruselas, el primer ministro liberal belga, Alexander de Croo, del partido Open VLD, anunció su dimisión tras los estrepitosos resultados de su partido en la triple jornada electoral.
De Croo sucumbió ante la derecha tradicional de N-VA en Europa.
Las dos grandes familias de ultras en Europa, el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos y el Grupo Identidad y Democracia, aumentaron su representación dentro del legislativo de manera moderada.
El CRE, comandado por la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y de la cual es parte la extrema derecha española de Vox, logró añadir cuatro sillas a su bancada y quedó con 73 eurodiputados.
Si bien el triunfo nacional del partido Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni; el RN, de la francesa Le Pen, y los buenos resultados de la ultraderechista AfD en Alemania fueron fundamentales para comprender el saldo positivo de la extrema derecha, los resultados en otras naciones pusieron freno al ascenso de los ultras en la Eurocámara.
En países como Polonia, Países Bajos y Portugal, el desempeño de la extrema derecha fue menor al presupuestado y afectaron la irrupción de los sectores extremistas.
A su vez, en Hungría, el partido del primer ministro derechista, Viktor Orban, ganó las elecciones con resultados por debajo de lo estimado.
En Finlandia y Suecia, la extrema derecha vio resultados negativos. En Rumania los ultras también fueron derrotados.
Por su parte, en España, el conservador Partido Popular salió victorioso en las elecciones con una pequeña ventaja sobre el Partido Socialista Obrero Español, del presidente Pedro Sánchez.
Tras los resultados generales, Ursula von der Leyen, del PPE, advirtió del auge de los extremistas en varias latitudes del bloque y prometió encabezar un bastión en contra de la radicalidad en ambos bandos del espectro ideológico.
Comentaristas internacionales colocaron el realce de la ultra derecha en el continente europeo en la fracasada guerra en Ucrania, el desvanecimiento de la izquierda y la capitalización del descontento popular en los gobiernos de turno.
El Partido Laborista de Keir Starmer ganó con una holgada mayoría las elecciones en el Reino Unido en julio de 2024, al obtener la mayoría absoluta con 410 escaños de los 650 de la Cámara de los Comunes (baja) y puso fin a 14 años de gobiernos conservadores.
Los tories, encabezados por el primer ministro Rishi Sunak, abandonaron el poder con el peor resultado en unas elecciones al menos desde la Segunda Guerra Mundial.
Según los conocedores de los entramados en el 10 de Downing Street, el triunfo de Starmer enfrentará enormes desafíos al intentar responder a un electorado deseoso de mejoras en los órdenes económico y político y la solución a la crisis de los servicios públicos como la sanidad y la educación y también a la problemática de la vivienda.
La postura del premier sobre la Franja de Gaza, considerada tibia respecto al papel de “Israel”, castigó a los laboristas, quienes perdieron cuatro escaños a manos de candidatos independientes propalestinos.
Más de 100 celebridades firmaron una carta conjunta, coordinada por Artists for Palestine UK, instando al líder del Partido Laborista, Keir Starmer, a “adoptar una postura contra las atrocidades cometidas por Israel” en Gaza.
— Al Mayadeen Español (@almayadeen_es) June 3, 2024
La carta también pide a Starmer, quien también es un… pic.twitter.com/mRbv5fEMWB
Tras las masivas manifestaciones de las últimas semanas en Georgia y la exigencia de la ciudadanía de nuevas elecciones y el deseo popular de adherirse a la Unión Europea, el país celebró los esperados comicios el 14 de diciembre y el candidato del gobernante partido Sueño Georgiano, Mijaíl Kavelashvili, fue electo presidente.
Según la Comisión Electoral Central, Kavelashvili recibió 224 votos de 300, y necesitaba 200.
La formación política ganadora enfrenta críticas generalizadas tras su decisión de posponer las negociaciones de unirse a la alianza europea hasta 2028.
El aplazamiento de la integración a la alianza fue el catalizador clave en el descontento popular. Muchos ciudadanos consideraron la medida un retroceso en el camino hacia una mayor integración europea, valorado como esencial para el futuro del país.
Observadores internacionales mostraron preocupación por el impacto de esta crisis en la estabilidad del país y su relación con Europa.
Si bien Sueño Georgiano niega cualquier vínculo con Rusia, sus acciones de los últimos días plantearon interrogantes sobre el futuro de este país con Occidente.
El partido vivió un amargo enfrentamiento con la UE y acabó de ver a Estados Unidos suspender la asociación estratégica con la nación caucásica.
La actual presidenta de la República de Georgia, la prooccidental Salomé Zourabichvili, y grupos de oposición calificaron de ilegítimo el gobierno del primer ministro Irakli Kobakhidze, recién formado, y decidieron no entrar en el Parlamento debido a las elecciones "falsificadas".
Sueño Georgiano afirmó ganar la votación de manera justa e insistió en que Zourabichvili ya no tiene legitimidad y debe entregar el cargo este 29 de diciembre cuando Kavelashvili asuma la máxima responsabilidad al frente del país.
Mientras tanto, Rusia observa con atención el fenómeno y compara los acontecimientos con el Maidan de Ucrania, cuando su impopular presidente fue derrocado por manifestantes pro-UE en febrero de 2014.
Enormes carteles con las palabras “No a Rusia” fueron pintados frente al edificio del Parlamento durante el fin de semana antes de las elecciones y el mismo tipo de mensaje quedó grabado en las paredes de todo Tbilisi.
De acuerdo con Zourabichvili, la victoria electoral de Sueño Georgiano fue resultado de una operación especial rusa. Pero nada de eso probó la referida injerencia.
Con anterioridad, el líder de Sueño Georgiano criticó el uso de la oposición de la “carta de Rusia” para atacar al partido.
¿Cómo quedará Georgia cuando Trump asuma la presidencia de Estados Unidos el próximo 20 de enero? Algunos líderes de opinión pronosticaron que el pequeño Estado del Cáucaso no ocupará un lugar destacado en la agenda del mandatario estadounidense.