Donald Trump ya es presidente de Estados Unidos y declaró su intención de prosperar a la nación, recuperar la soberanía y la seguridad, y hacerlo más fuerte y excepcional.

El jefe del Tribunal Supremo, John Roberts, tomó el juramento este lunes en la Rotonda del Capitolio del cargo a quien dirigió el país entre 2017 y 2021.

Según el magnate, Estados Unidos enfrenta una crisis de confianza y los ciudadanos perdieron la fe en las instituciones.

Asimismo, criticó a la administración saliente por destinar grandes fondos para defender otras fronteras, mientras no protegió las propias y descuidó el sistema de salud al no cumplir con las necesidades.

También consideró su elección la oportunidad para cambiar todas las traiciones ocurridas y prometió detener el declive de Estados Unidos.

Sobre el atentado en su contra, indicó que Dios salvo su vida por una razón: "Hacer a Estados Unidos grande nuevamente".

Por otro lado, recordó el Día de Martin Luther King e hizo votos por trabajar juntos para hacer su sueño realidad.

Entre las medidas anunciadas, Trump declarará de manera inmediata el estado de emergencia en la frontera y enviará soldados al sur para enfrentar “la invasión catastrófica de nuestro país”, en referencia a los migrantes.

Además, señaló el deseo de convertir a su país en productor para lo cual aprovechará el petróleo y gas nacionales.

El presidente planteó la necesidad de construir el ejército más poderoso del mundo, cuya medida estará medida por las guerras terminadas y en las no involucradas.

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Mi legado más importante será el de "fabricante de paz", y antes de mi toma de posesión devolveré a los prisioneros a sus familias, dijo, al referirse a los asaltantes al Capitolio el 6 de enero de 2021.

En ese sentido, instó a los estadounidenses a actuar con valentía y no dejarse intimidar.

Cambiaremos el nombre del golfo de México por el de golfo de Estados Unidos, subrayó.

La ceremonia de investidura fue trasladada al interior del edificio a petición de Trump, debido a las bajas temperaturas en la capital estadounidense, donde el termómetro marca los cinco grados bajo cero.

Trump es el único presidente de la historia de Estados Unidos en no reconocer los resultados de unas elecciones. 

Hace cuatro años abandonó la Casa Blanca por la mañana para no asistir a la ceremonia de traspaso de poderes.

Aquello fue el final de un período de presidencial convulso, culminado en la peor oleada de violencia racial en más de cinco décadas, tras el asesinato del afroamericano George Floyd por un policía en la ciudad de Minneapolis y por la llegada de la Covid-19.

Cuando Trump dejó la Casas Blanca, al menos cuatro mil 409 estadounidenses murieron por la acción del virus, según datos de la Universidad Johns Hopkins.

Si bien el actual mandatario ganó en todos los estados decisivos, solo consiguió el 49,8 por ciento de los votos, y sobrepasó a su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, por solo un punto y medio.

Pero el control del Partido Republicano es absoluto y esa formación, además, controla todos los resortes del poder: el Tribunal Supremo, el Senado y la Cámara de Representantes.

Cuenta, además, con el apoyo -o la sumisión- de la élite económica del país, doblegada ante él de una forma desconocida en la historia reciente de Estados Unidos.

En una esquina de la Rotonda del Capitolio estaban tres personas cuyo valor es de 912 mil millones de dólares: Elon Musk, Jeff Bezos y Mark Zuckerberg.