Gracias Sayyed Nasrallah
Como expresión de su sentimiento antimperialista, el líder mártir de Hizbullah mostró a sus combatientes y seguidores la necesidad de la lucha política y armada contra el usurpador y despótico israelí, y sus arrogantes aliados, Estados Unidos y Reino Unido.
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El dolor por su pérdida de Sayyed Nasrallah es profundo y compartido no solo en el mundo árabe, abarca a todas las generaciones presentes y futuras de resistencias globales en la lucha contra la injusticia y el imperialismo.
Cuando en julio de 2006, muchos politólogos árabes en general y libaneses en particular definieron a Sayyed Hassan Nasrallah como el Che Guevara del mundo árabe, vislumbraron en él la realización humana de quienes eligen el camino del sacrificio por la emancipación de los oprimidos, la defensa de las causas justas más allá de sus entornos naturales y la lucha antimperialista como opción de vida hasta las últimas consecuencias.
Dieciocho años después, Nasrallah, líder espiritual y político de la Resistencia de Líbano (Hizbullah) legó su martirio como prueba de amor y compromiso con la libertad de los pueblos y en particular de su amada Palestina.
Asesinado por “Israel” el 27 de septiembre de 2024 durante la agresión criminal a Líbano, el Maestro de la Resistencia cumplió su promesa de no dejar sola a Gaza.
“Si a alguien le preocupa que la región no vaya a algo peor, debe presionar para poner fin a la guerra porque no habrá solución sin detener la agresión contra Gaza”, sentenció.
El apoyo decidido a la batalla Diluvio de Al-Aqsa fue su último desvelo. Siempre tan agudo, y en uno de sus últimas alocuciones alertó de la gravedad de la agresión israelí contra la Franja de Gaza, gestionada por Estados Unidos, y la necesidad de dirigir toda la presión contra Washington para detener el genocidio.
Así, el líder árabe libanés comprendió como nadie la naturaleza expansionista del sionismo y entendió el peligro de ese desplazamiento como parte de los mecanismos adoptados por ese proyecto agresivo.
Durante su eterno peregrinar por el camino a Jerusalén, Nasrallah gozó una simpatía especial en Líbano, todo el Medio Oriente y el mundo, también del respeto de sus más enconados enemigos.
Ante los ojos de altos oficiales israelíes, funcionarios del régimen y todo el sistema de prensa sionista y occidental, Nasrallah fue siempre un estratega sin igual y un líder político de primer orden, temido por las sentencias emanadas de sus discursos.
"Las palabras de Sayyed Hassan Nasrallah deben tomarse en serio", repetían de manera constante sus adversarios por la convicción en el cumplimiento de sus palabras y decisiones.
Como expresión de su sentimiento antimperialista, el líder mártir de Hizbullah mostró a sus combatientes y seguidores la necesidad de la lucha política y armada contra el usurpador y despótico israelí, y sus arrogantes aliados, Estados Unidos y Reino Unido.
Tras confirmar la debilidad y fragilidad de la entidad ocupante, a la cual describió como más frágil que una telaraña, aleccionó siempre: “Lejos de abandonar la idea de luchar contra un `Israel´ percibido como imposible de derrotar, las poblaciones árabes deben seguir el camino de la resistencia”.
Como bien expresara reciente a Al Mayadeen la doctora internacionalista Aleida Guevara March, hija del Che, Nasrallah fue un símbolo de la lucha anticolonialista y por la dignidad de su pueblo y desafió con determinación y voluntad la tiranía israelí-estadounidense.
Por convicción y conexión sanguínea, ella tiene muy claro que “hay hombres a quienes los define su lucha, seres humanos con una integridad y una coherencia tales capaces de combatir hasta las últimas consecuencias por sus principios y sus ideales…, a ellos los pueblos los identifican, defienden y aman”.
Tras el martirio de Nasrallah hubo quienes pensaron en el fin de la Resistencia, pero los combatientes demostraron estar preparados para la guerra gracias al ejemplo y la eficiencia de los planes elaborados por su líder para todas las circunstancias.
No estamos en presencia de un caudillo ni de la extinción de sus ideales cuando llega el momento de la partida física.
Su liderazgo excepcional no solo quedó resumido en su persona porque dejó una estructura sólida y cohesionada.
A decir de su sucesor en el cargo, Sheikh Naim Qassem: “Nasrallah fue el estandarte elevado de la Resistencia frente a los demonios opresores y saqueadores. Fue hermano querido, motivo de orgullo, personalidad admirada en el mundo islámico, la elocuente voz de los pueblos de la región y la brillante joya de Líbano”.
El 23 de febrero, el pueblo libanés, en representación de los hombres y mujeres libres del mundo, acompañará a Nasrallah en su andar hacia el camino de Jerusalén por donde inició su paso hacia la inmortalidad.
Sí, el dolor por su pérdida es profundo y compartido no solo en el mundo árabe, abarca a todas las generaciones presentes y futuras de resistencias globales en la lucha contra la injusticia y el imperialismo.
Gracias Sayyed Nasrallah por mostrar el camino, por dejarnos como herencia el patrimonio arraigado de la lucha de Los Decididos contra la ocupación y de la mejor versión de tu humanismo desbordado de rebeldía y virtudes para nutrir las venideras batallas contra el poder imperialista.
Porque como sentenciara Aleida Guevara, esa es la aspiración común que nos une en la marcha hacia el futuro.