Vilma Espín: Mujer, guerrillera y revolución
De la cuna santiaguera a la Sierra Maestra: La vida de Vilma Espín, la revolucionaria que cambió el destino de las mujeres cubanas.
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Vilma Espín: Mujer, guerrillera y revolución
7 de abril de 1930. Santiago de Cuba amaneció con el llanto de una niña. Vilma Espín Guillois, hija del abogado José Espín y la pianista Margarita Guillois, desde la cuna, respiró rebeldía.
En su casa, entre partituras y libros, conoció las ideas de los profesores exiliados de la Guerra Civil Española. Pero fue el "madrugón" del 10 de marzo de 1952, cuando Batista rompió hasta la farsa de la democracia burguesa, lo que encendió la mecha de su indignación.
Durante la clase, un profesor bromeó: "Si es cierto ese madrugón, habría que alzarse". Los demás rieron. Ella no. Aquello no era chiste: era un llamado.
Y así, cuando los soldados invadieron la Universidad de Oriente, Vilma y su amiga Asela de los Santos no solo alzaron las bocinas con los versos de Guillén —"No sé por qué piensas tú, soldado, que te odio yo"—, sino que se plantaron frente a los fusiles.
—¿Usted qué quiere aquí? —desafió ella, delgada y fiera, a un militar grandote.
Eran días de audacia. Las muchachas escondían panfletos revolucionarios en los pliegues de la tela, repartiéndolos por Santiago.
Vilma era esquiva. Los soldados la buscaban por toda la ciudad, pero ella se multiplicaba: hoy era Alicia, mañana Mónica, Deborah o Mariela. Cambiaba de casa, de disfraz, de identidad. "Los tenía locos", diría después.
En la Sierra Maestra, la "Rabi-Larga" (por su pelo rubio) se convirtió en pieza clave del Segundo Frente. Remendó los pantalones del Che - "¡Es que soy internacional!" le dijo él cuando ella notó su acento - y aprendió que en la guerra "nadie dejaba una sobrita".
Tras el triunfo revolucionario, su batalla fue otra: la Federación de Mujeres Cubanas. En un país donde el 90 por ciento de las madres solo eran amas de casa, Vilma les dio herramientas para crecerse: creó círculos infantiles, alfabetizó campesinas y rescató prostitutas.
Detrás de la guerrillera había una mujer que bailaba desde El lago de los cisnes hasta las congas santiagueras, que cantaba boleros y escribía tan bien como disparaba.
Y que un día de noviembre de 1958, cuando Raúl recostó su cabeza en su hombro y dijo "Que estamos enamorados", descubrió la esencia del amor.
Hoy, a 94 años de su natalicio, Vilma sigue presente en cada mujer cubana que estudia, trabaja y defiende sus derechos. Ella misma demostró que era posible conciliar la sensibilidad social con la firmeza revolucionaria.