Damasco y "Tel Aviv" mantienen conversaciones de alto nivel destinadas a "restaurar la calma", según el enviado especial de Estados Unidos para Siria, Thomas Barrack.

En una entrevista con The New York Times, Barrack expresó el deseo de la administración estadounidense de que Siria se adhiriera a los acuerdos de normalización. 

Sin embargo, advirtió que el proceso llevaría tiempo, ya que el nuevo presidente sirio, Ahmad al-Sharaa, podría enfrentar una resistencia interna.

Además, enfatizó que su pueblo no puede percibir a al-Sharaa como presionado u obligado a normalizar las relaciones, por lo que debe actuar con cautela.

El enviado afirmó que "en esta región, todos respetan solo la fuerza, y Trump demostró que la fuerza de  Estados Unidos es un requisito previo para la paz".

Noticias Relacionadas

Reunión de funcionarios israelíes y sirios tendrá lugar en Azerbaiyán

"Israel" confirma contactos directos con Siria para un posible acuerdo

Al mismo tiempo, señaló que "el progreso en la transformación democrática y la gobernanza inclusiva no se producirá rápidamente, y estos no forman parte de los criterios estadounidenses".

Preocupación por combatientes a Siria

En un contexto relacionado, funcionarios estadounidenses expresaron su preocupación por los miles de  combatientes extranjeros que ingresaron a Siria para participar en la guerra.

Continuó: "Siria no puede expulsar a los que permanecen dentro de sus fronteras, y pueden representar una amenaza para el nuevo gobierno si son excluidos. Por lo tanto, la administración Trump espera transparencia en cuanto a las funciones asignadas".

Siria y el levantamiento de las sanciones

Sobre el tema de la orden ejecutiva para poner fin a décadas de sanciones estadounidenses contra Siria, Barrack explicó: "En lugar de imponer demandas estrictas, la administración estableció objetivos para que el gobierno sirio trabaje por alcanzarlos mientras Washington monitorea su progreso".

Agregó que estos objetivos incluyen "lograr un acuerdo pacífico con "Israel", integrar a las milicias lideradas por los kurdos y apoyadas por Estados Unidos que controlan el noreste de Siria e investigar el destino de los estadounidenses desaparecidos durante la guerra".

Barrack afirmó que "levantar las sanciones para fomentar el cambio demostró ser más eficaz que mantenerlas hasta que Siria cumpliera demandas específicas", aunque reconoció que las sucesivas sanciones nunca lograron los resultados previstos.