Reagan intentó prohibir misiles balísticos, pero el Pentágono lo frenó
Documentos desclasificados revelan que Ronald Reagan quiso eliminar los misiles balísticos e incluso todas las armas nucleares en la cumbre de Reykjavik de 1986, pero su propuesta fue frenada por el Pentágono y la CIA.
-
Reagan intentó prohibir misiles balísticos, pero el Pentágono lo frenó. Foto: The Washington Post
La burocracia de seguridad nacional de Estados Unidos frenó, en los últimos años de la Guerra Fría, una iniciativa del entonces presidente Ronald Reagan para eliminar los misiles balísticos e incluso todas las armas nucleares, revelaron documentos recientemente desclasificados por la Oficina del Historiador del Departamento de Estado.
Un análisis publicado en The Washington Post por el periodista David Ignatius destacó que en 1986, cuando se preparaba para reunirse con Mijaíl Gorbachov en la cumbre de Reykjavik, Reagan abrazó la idea de un acuerdo radical de desarme.
LEA TAMBIÉN: Historia oculta: Cómo "Israel" adquirió armas nucleares
Resaltó que la propuesta buscaba reducir el riesgo de una guerra nuclear que pudiera desencadenarse en cuestión de minutos debido a falsas alarmas o decisiones precipitadas.
Sin embargo, según reseña Ignatius, altos mandos militares y la CIA reaccionaron con resistencia, calificando la iniciativa de impracticable y peligrosa y enterraron la propuesta bajo memorandos y evaluaciones que advertían sobre altos costos, riesgos estratégicos y la posibilidad de que Moscú hiciera trampa ocultando misiles.
Precisó que si bien Reagan insistió en mantener la discusión e incluso firmó una directiva para explorar la disposición soviética, en 1987 sus asesores de seguridad y los jefes militares lograron convencerlo de desistir bajo el argumento que un mundo sin misiles balísticos significaría más gasto militar o mayores riesgos estratégicos, opciones inaceptables para la defensa estadounidense.
El medio resaltó que aun así, la cumbre de Reykjavik marcó un punto de inflexión y aunque fracasó en lo inmediato, abrió el camino para importantes acuerdos posteriores como el Tratado INF (1987) y el START I (1991), que redujeron significativamente los arsenales nucleares de las dos potencias.
Ignatius recuerdó que el entonces secretario de Estado, George Shultz, nunca abandonó la convicción de que Reagan había tenido razón al plantear la eliminación de los misiles y dejó constancia de que el mundo sería más seguro si la idea hubiera prosperado.