En Kenya, los apicultores cambiaron la tradicional recolección de miel por el mercado del veneno de abeja, de gran popularidad en la medicina alternativa.

La extracción no letal de esta sustancia proporcionó desde su hallazgo otra fuente de ingresos para los trabajadores del sector.

A través de recolectores especializados, muchos de ellos estimularon a los insectos para que excreten la sustancia mortal sin causar daño.

Según los fabricantes, su enfoque garantiza la supervivencia de la especie y al mismo tiempo satisface la creciente demanda de apitoxina, como le llaman al compuesto obtenido. 

Cada ejemplar contiene solo unos pocos miligramos de esa sustancia, por lo que el proceso de extracción es complicado y requiere de tiempo.

Uno de los apicultores, Ezekiel Mumo, destacó a AP el potencial del cultivo para garantizar ingresos diarios, pues tarda menos en su procesamiento que la miel. 

El mercado local valora un gramo en 30 dólares, mientras en el mercado internacional los precios llegan hasta 100 dólares.

De acuerdo con el apiterapeuta Stephen Kimani, formado en Rumania, el producto desencadena la producción de anticuerpos beneficiosos, basados en antiguas prácticas chinas para combatir afecciones específicas.

A pesar de la acogida positiva de la apiterapia en Kenya, actualmente no existe una regulación específica para su realización.