El abuso sexual infantil abarca, según la Organización de Naciones Unidas, cualquier tipo de contacto o actividad íntima entre una niña, niño, adolescente y una persona que ejerce una posición de poder sobre ellos. 

Amenazas, violencia física, psicológica y engaños: las cifras son altas, pero uno piensa que estas situaciones solo ocurren a otros pequeños. No a nuestros hijos, no a nuestros nietos, no a nuestros sobrinos. 

Sin embargo, una reciente investigación de la Universidad de Edimburgo en Escocia encendió las alarmas al revelar que más de 300 millones de menores son víctimas del flagelo en línea.

De acuerdo con los investigadores, estudiantes de todas las escuelas y los países sufren esta pandemia oculta y silenciosa. 

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Muchos de ellos fueron objeto de conversaciones no deseadas, preguntas y solicitudes de imágenes y videos por parte de adultos. 

Algunos depredadores exigieron dinero a las víctimas para mantener fotos privadas o utilizaron inteligencia artificial y crearon grabaciones falsas. 

La falta de datos disponibles y comparables llevó a medir el problema sobre todo mediante clasificaciones regionales en lugar de a nivel nacional. 

“Esto es profundamente dañino y cada visualización perpetúa el maltrato”, afirmó la profesora de protección infantil Debi Fry.

Solo en Estados Unidos, uno de cada nueve hombres admitió su participación en este tipo de delito, mientras en el Reino Unido lo confirmó el siete por ciento.

Como respuesta, los estudiosos no solo pidieron la aprobación de una ley, sino también mejor intercambio de datos y equipos para combatir esta pandemia.