En un audiovisual, modelos masculinos esculpidos flexionaron sus músculos junto a mujeres elegantes, con un fondo de espejos dorados y piscinas de mármol.

Pero nada de esto fue real. Se trató una campaña navideña generada en su totalidad con inteligencia artificial (IA) por el estudio Copy Lab para la marca sueca de ropa interior CDLP.

“Somos una firma pequeña que no puede alquilar una villa en Beverly Hills para hacer un número determinado de fotografías a modelos reales. Cuando el sol se pone, con él desaparecen la luz y el presupuesto”, comentó uno de los cofundadores de la compañía, Christian Larson.

Con su criterio concordó Artem Kupriyanenko, líder de la empresa tecnológica Genera, e ilustró que prepara una campaña publicitaria con imágenes en los Alpes franceses para gafas de esquí de forma virtual.

De acuerdo con el cofundador de Copy Lab, Carl-Axel Wahlstrom, la inteligencia artificial creó un rostro característico, que difirió de un generador a otro, pero, casi siempre, reflejó una estética blanca y occidental.

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Más allá de los sesgos culturales y discriminatorios, una de las preocupaciones por la elaboración de avatares con IA fue la afectación a profesionales como modelos, maquillistas o fotógrafos.

Otro riesgo fue la “duplicación” de los mejores profesionales sin su consentimiento.

Aunque la Ley de Trabajadores de la Moda (en vigor dentro de unos meses) pretendió que los modelos controlen el uso de la IA a la hora de reproducir su imagen, su aplicación práctica parece complicada.

Como parte del gremio, la británica Alexsandrah Gondora lamentó que ciertas marcas utilicen imágenes creadas a partir de bases de datos extraídas de Internet, sin pagar a un profesional.

Ella misma tuvo su réplica en el mundo digital, y las empresas costearon sesiones de fotos con su alter ego, lo cual le permitió generar ingresos y ganar tiempo.

“Utilizada de forma ética, la IA no priva de oportunidades a trabajadores de orígenes diversos”, aseguró la londinense.

No obstante, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el Foro Económico Mundial y el Fondo Monetario Internacional estimaron que entre el 45 y el 47 por ciento de los empleos en todo el mundo están en riesgo por el avance de la IA y la automatización.