La prohibición rusa de exportar combustible perjudicará a Occidente
Los líderes europeos hacen la vista gorda ante la inminente crisis del diésel, y subcontratan la refinación de un producto estratégico, sin abrazar de una vez otras fuentes ecológicas de energía.
El fallecido senador estadounidense John McCain bromeó en 2014 diciendo que Rusia es “una gasolinera disfrazada de país”. En ese momento provocó algunas risas, pero como descubrió Europa, la broma no es tan divertida cuando es la única gasolinera disponible.
Rusia es uno de los mayores exportadores de diésel del mundo, pero una prohibición de exportación anunciada recientemente parece indicar que Moscú se está volviendo más tacaña con este recurso en particular.
El año pasado el mundo descubrió lo crucial que es el gas natural para una economía, y este año repetimos la misma experiencia con el diésel. Resulta que sin este destilado es casi imposible mover mercancías a lo largo de las cadenas de suministro, ya que de él depende todo: desde barcos, camiones de larga distancia hasta máquinas agrícolas y equipos de minería.
Hasta la invasión de Ucrania, la mayoría de la gente en Occidente aceptaba un suministro abundante de gasolina, diésel, gas natural y electricidad como una simple realidad. Lo mismo hizo la mayoría de los gobiernos: a pesar de toda la retórica sobre la transición para abandonar los combustibles fósiles, en el año 2022 se produjo una distribución récord de subsidios para sus consumidores, ya sea en forma de límites de precios o pagos de transferencias directas.
Sin embargo, lo ocurrido en 2022 no se puede repetir todos los años. Estados Unidos ya ha reducido su reserva estratégica de petróleo (SPR) a mínimos históricos, y el presidente francés, Emmanuel Macron, anunció recientemente que presionaría al sector petrolero del país para que venda gasolina y diésel al costo. Desgraciadamente, no está en el poder del presidente francés simplemente dictar precios a las empresas, por mucho que quiera.
Del mismo modo, es fácil ver por qué está tan desesperado: Europa es gigante en consumo de energía, pero enana en producción. La participación global de la UE en la producción de petróleo es inferior al 0,4 por ciento. Los subsidios son la única opción porque los productores de petróleo crudo y productos refinados simplemente llevarían sus negocios a otra parte.
Desafortunadamente para Macron, Joe Biden y otros políticos occidentales, las limitaciones al suministro de diésel no están determinadas únicamente por los productores de petróleo crudo, sino también por la capacidad de refinación disponible. Entre los 15 países con mayor capacidad de refinación se encuentran dos naciones europeas, Alemania e Italia. Y en estos dos países, las capacidades ya están exprimidas, ya que se ha vuelto casi imposible construir nuevas refinerías en las naciones occidentales (por razones medioambientales).
Europa ha subcontratado demasiada parte de su infraestructura energética (desde materias primas hasta refinación) a otras naciones, y este error estratégico se está volviendo cada vez más problemático en un mundo de rivalidades estratégicas.
El analista financiero Luke Gromen habla de la tendencia de los gobiernos occidentales a tratar de “montar dos caballos con un asno”, una colorida descripción de una política que simultáneamente intenta abandonar los combustibles fósiles pero también lograr que otros los produzcan por usted. En algún momento, los responsables de las políticas tendrán que tomar la decisión sobre qué caballo montar.