Cuba: el reto económico
La economía es hoy, sin dudas, uno de los mayores retos que debe sortear la Revolución cubana.
La economía es hoy, sin dudas, uno de los mayores retos que debe sortear la Revolución cubana.
La crisis multicausal por la que atraviesa el país ha implicado, innegablemente, un deterioro de la calidad de vida del pueblo cubano y agrega numerosas tensiones a un proyecto político que debe lidiar además, en la escena internacional, con un contexto marcado por la crisis económica y la inestabilidad política, diversos escenarios de guerra, la incertidumbre sobre el futuro de las cadenas de suministro y las vías comerciales, además de la hostilidad creciente del imperialismo norteamericano, cuya ofensiva contra el proyecto cubano no ha hecho más que recrudecerse en la actual etapa.
Breve balance económico de los años 2022-2023
Los años posteriores a la pandemia de la COVID 19 han sido muy duros para la economía mundial y la cubana en particular. Desde 2021 y durante 2022 y 2023 el país ha acumulado tasas de inflación superiores al 30 por ciento como promedio.
En 2022, las exportaciones se ubicaron un 30 por ciento por debajo de las del año 2019. En paralelo, ese mismo año el descenso en la producción del sector agrícola y ganadero fue de un 37,2 por ciento, en la industria manufacturera un 32 por ciento y en la generación eléctrica un 25 por ciento.
En su intervención ante la Asamblea Nacional en diciembre de 2023, el presidente Miguel Díaz-Canel señaló tres problemas económicos fundamentales que enfrenta la nación: la persistencia del bloqueo económico, la escasez de recursos financieros que afectan las capacidades del país y los errores cometidos en la implementación de algunas de las políticas diseñadas por el gobierno en este período.
El turismo, uno de los principales renglones económicos, representó solo 1,6 millones de visitantes en 2022 y 2,1 millones en 2023, lejos de los 3,5 millones que se esperaban y aún más de los más de cuatro millones que visitaron Cuba en 2019. Aunque se recuperaron diversos rubros tradicionales como el tabaco y los productos de la pesca, las exportaciones en el año 2023 no alcanzaron las metas previstas.
Los efectos de las sanciones estadounidenses sobre la economía venezolana también han golpeado fuertemente a la isla. La simbiosis entre los proyectos venezolano y cubano determinó durante varias décadas un suministro estable de combustible para el país, así como otros apoyos en materia de desarrollo económico, inversiones, créditos, que Cuba retribuyó en materia de formación, desarrollo de los recursos humanos, transferencia de tecnologías propias e inserción en los programas sociales del gobierno venezolano para elevar la calidad de vida de su población.
Las brutales medidas de asedio económico sobre Venezuela, sumado a los factores que se mencionan con anterioridad y un escenario internacional marcado por el alza de los precios del combustible y el recorte en la producción, han determinado también que Cuba enfrentara y enfrente un déficit relativo de combustible, con un impacto en el consumo interno y la actividad económica.
El primer ministro cubano, en su intervención, anunció una serie de medidas pensadas para la estabilización macroeconómica del país. Este anuncio es parte de un conjunto mayor a implementarse en 2024 y que aspiran resolver distorsiones existentes en la economía, así como crear las condiciones para retomar la senda del desarrollo.
“Si bien algunas de las medidas anunciadas implican un programa de ajuste, distan mucho de ser un programa de ajuste neoliberal, como han pretendido las matrices de opinión contrarias al proceso cubano.”
Perspectivas del 2024
La contienda electoral 2024 en Estados Unidos puede tener un impacto decisivo en el futuro inmediato de la isla. La administración Biden si bien no ha mostrado una especial disposición hacia Cuba, al menos no ha actuado con el encono genocida de un Donald Trump, posible candidato a disputar la presidencia nuevamente este año.
La victoria de Trump puede implicar un crescendo en la política de bloqueo comercial y financiero, pero también una mayor inversión en agendas de desestabilización violenta del país, con las consiguientes tensiones y enfrentamientos que estas intromisiones de Washington suelen generar en la vida cotidiana de naciones soberanas.
Cuba ha tejido durante décadas un sistema de alianzas internacionales que pueden ser claves para sortear la brutal arremetida del Bloqueo y desarrollar las fuerzas productivas necesarias para el crecimiento del país.
Sin comprometer su autodeterminación, la isla ha buscado puntos de acercamiento con los actores geopolíticos que impulsan la emergencia de un mundo multipolar, indispensable para que proyectos contrahegemónicos y, por ello, perseguidos como el cubano puedan sobrevivir. De ahí que la diplomacia va a seguir jugando un papel fundamental en la búsqueda de apoyo en la arena internacional para sortear las difíciles condiciones que atraviesa el país.
A lo interno será un año de importantes transformaciones, con el programa de estabilización macroeconómica anunciado por el gobierno. Las medidas hechas públicas hasta ahora, aunque al momento de concluir estas líneas no han entrado en vigor, incluyen: aumento salarial a profesionales del sector salud y educación, subida del costo de un grupo de productos y servicios, entre ellos el combustible, transporte interno, la venta de combustibles en dólares en determinados servicentros, aumento de algunos impuestos y disminución de otros, sobre todo en lo referente a la importación de materias primas.
Estas medidas y otras que vendrán buscan, según explican los principales dirigentes del gobierno, reducir el déficit fiscal, contener la inflación y lograr una mayor disponibilidad en divisas que, a su vez, permita estabilizar y sanear el mercado cambiario informal que hoy predomina en la isla.
Si bien algunas de las medidas anunciadas implican un programa de ajuste, distan mucho de ser un programa de ajuste neoliberal, como han pretendido las matrices de opinión contrarias al proceso cubano. Se siguen manteniendo, aún en difíciles condiciones, los programas sociales de la Revolución y los principales medios de producción permanecen en manos públicas.
Los retos son mayúsculos, y la propia Revolución tiene el desafío de reconfigurar su hegemonía en este nuevo escenario y profundizar los mecanismos de participación política y control popular. Toca al pueblo cubano y a su dirección política evaluar las medidas que se tomen, perfeccionarlas o modificarlas, en tanto cumplan o no su función. La máxima prioridad sigue siendo la preservación de la justicia social y la soberanía, como ideales centrales de un proyecto de nación que ha hecho suya la máxima de José Martí: “Con todos y para el bien de todos”.