¿Harris o Trump? El desenlace de unas elecciones muy turbulentas y disputadas
A pocas horas del final de la campaña electoral más turbulenta y disputada de la historia reciente de Estados Unidos, son pocos los especialistas que se atreven a pronosticar un ganador entre la vicepresidenta Kamala Harris por el partido Demócrata y el expresidente Donald Trump por el Republicano.
Las encuestas, ese fustigado instrumento analítico para el cual no parece haber sustituto, están dando resultados sorprendentes. Por un lado, una diferencia de un punto porcentual en las sondeos nacionales y empates en los de siete Estados pendulares (battleground o toss-ups en inglés), donde, según coinciden todos los diagnósticos, debe dirimirse la elección.
Estos Estados son Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Michigan, Nevada, Pennsylvania y Wisconsin, con un total de 93 votos, de los 270 que se necesitan para ganar la mayoría en el Colegio Electoral. En el 2016 el republicano Donald Trump, quien se presenta este año por tercera vez, ganó mayorías en todos ellos y se proclamó triunfador; en el 2020 perdió en todos menos Carolina del Norte, y tuvo que cederle la presidencia al entonces retador, el demócrata Joe Biden.
Como se sabe, lo que complica aún más los vaticinios es que ya está probado que técnicamente se puede ganar el voto mayoritario de los votantes pero no salir electo presidente porque no se obtiene la mayoría del voto del Colegio Electoral.
Ya pasó en el 2016, cuando la demócrata Hillary Clinton obtuvo 65,853,514 votos, casi tres millones más que los que recibió Donald Trump (62,984,828) pero el Colegio Electoral le dio la presidencia a este último por 304 a 227 votos. El también empresario ganó en 30 Estados, la demócrata en 20.
Las turbulencias del 2024
Desde su comienzo a fines del 2023, ya la campaña electoral norteamericana parecía destinada a establecer un nuevo récord, pues los ciudadanos se veían obligados a elegir entre las dos personas que ya anteriormente habían llegado a la presidencia con mayor edad. Donald Trump había establecido su récord en el 2017 cuando tomó posesión a los 70 años. Joe Biden lo hizo a los 78 en el 2021.
En el 2024 se enfrentaban de nuevo, lo que garantizaba que habría un nuevo récord en enero del 2025.
Pero muy pronto se hizo evidente de que en el caso del presidente Biden, este no solo era un anciano, sino que su comportamiento público hacía poco probable que pudiera seguir asumiendo las responsabilidades de la presidencia de manera efectiva durante un segundo mandato, y mucho menos ganar la campaña electoral contra un adversario tan formidable.
Fue así que después de su estrepitosamente mala participación en el que hasta ese momento iba a ser el primer debate televisivo entre los dos candidatos, Joe Biden se vio obligado a renunciar y se desencadenaron los hechos que describí en un texto anterior sobre el tema («La campaña por las elecciones en Estados Unidos: un juego nuevo») en este mismo medio. Lo más importante en esos días fue la confirmación y auge de la vicepresidente Kamala Harris como sustituta de Biden al frente de la candidatura demócrata.
A partir de ese momento se desarrolló una lucha denodada entre ambos candidatos, sus respectivas campañas y sus partidos.
Después de un excepcional despegue inicial que la llevó a tomar la delantera en las encuestas, aunque por un margen mínimo, la candidatura de Harris comenzó a estancarse, lo que provocó la impresión de que el expresidente Trump estaba en alza. Así ha sido en la segunda mitad de octubre.
El candidato republicano siempre ha proyectado la inevitabilidad de su victoria como un artículo de fe. Él mismo, sus seguidores y hasta los que no simpatizan con él lo creen invencible. Y por eso han subestimado a la vicepresidente Harris.
El candidato republicano siempre ha proyectado la inevitabilidad de su victoria como un artículo de fe.
Pero esta última no ha cometido ningún error mayor en su campaña, si bien es cierto que le ha sido difícil establecer su imagen y marcar diferencias con respecto al presidente Biden, de quien es subordinada. Al final, esto último puede resultar fatal para sus aspiraciones.
A estas alturas de la porfía, no es tan determinante cuál es la posición de cada rival ante los temas cardinales: economía, inmigración, derechos sexuales y reproductivos, las guerras en Ucrania y Gaza, la salud de la supuesta democracia norteamericana, etc. Lo que contará es cómo las respectivas campañas mueven sus fichas para garantizar que sus candidatos lleguen a los apetecidos 270 votos que corresponderían a la mayoría del Colegio Electoral.
Y esta no es una tarea fácil. Teniendo en cuenta que en algunos Estados la elección se dirimirá por quien le saque al adversario unos miles de votos, como hizo Donald Trump con Hillary Clinton en el 2016 y Joe Biden con el propio Trump en el 2020, hay que identificar bien cuáles son los votantes indecisos y qué temas les interesan.
¿Cómo llegar a los 270 votos electorales a partir de sus líneas de base?
Para ser electo presidente, cualquier candidato debe obtener la mayoría del Colegio Electoral. Este último es un cuerpo ficticio que se constituye cada cuatro años con el solo propósito de elegir al presidente. Está integrado por 538 miembros. Cada gobernador acredita a los electores de su Estado a partir de la votación sobre la base del principio de que «el ganador se lo lleva todo» (winner takes it all) y con base al número de electores que se le asigna a cada Estado por la población que tiene según el censo.[1]
Los Estados tienen un peso disímil. Por ejemplo, California, el más populoso, tiene 54 votos electorales, es decir poco más del 10 por ciento del Colegio Electoral, mientras que Alaska, Washington D.C., Delaware, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Vermont y Wyoming tienen solamente tres cada uno, para un total de 21. O sea menos del cinco por ciento del total. Después de California, los Estados con más votos electorales son Texas (40), Florida (30) y Nueva York (29).
Existe el consenso entre especialistas y encuestadores de que hay Estados que difícilmente cambian de color de una elección a otra. Son Estados cuyo pronóstico, más basado en la historia que en las encuestas, es que sus electores están predestinados a votar demócratas o republicanos por costumbre. California y Nueva York han votado por lo general por el candidato demócrata mientras que Texas y Florida lo han hecho por el republicano.
Existe el consenso entre especialistas y encuestadores de que hay Estados que difícilmente cambian de color de una elección a otra.
En base a ese cálculo, los especialistas, periodistas y encuestadores han establecido la base de la cual partirá cada candidato. La plataforma que mejor ha expuesto ese consenso es 270towin, desde donde se puede ver lo que pronostican otros sitios especializados.
De acuerdo a este pronóstico, este es el alineamiento actual:
Kamala Harris. Votos electorales seguros (226):
California, Washington, Oregon, Colorado, Nuevo México, Minnesota, Illinois, Virginia, Washington D.C.[2], Maryland, Delaware, New Jersey, Connecticut, Rhode Island, Massachusetts, Vermont, New York, Maine y un distrito cada uno en Maine y Nebraska.[3] (16 Estados más dos distritos electorales especiales).
Donald Trump. Votos electorales seguros (219):
Montana, Idaho, Wyoming, Utah, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Nebraska, Kansas, Oklahoma, Texas, Iowa, Missouri, Arkansas, Alabama, Luisiana, Mississippi, Tennessee, Kentucky, Indiana, Ohio, Virginia Occidental, Carolina del Sur, Florida y un distrito de Maine. (23 Estados más un distrito electoral especial en Maine).
Quedarían por repartir los 93 votos electorales de los siete Estados péndulos que se dividen así: Pennsylvania (19), Georgia (16), Carolina del Norte (16), Michigan (15), Arizona (11), Wisconsin (10), Nevada (seis).
Por supuesto, si uno de los dos arrasara y ganara todos estos Estados o al menos cinco, no hay más nada que hacer, sería el ganador seguro.
Pero debe estar claro que si esta cuenta se confirma, Kamala Harris solo necesita 44 votos electorales, mientras que Trump requeriría 51.
Si uno de los dos perdiera alguno de los Estados que se les dan por seguro (Harris podría perder Virginia y Trump, Florida), entonces la elección probablemente se iría a un solo lado.
En caso de empate a 269 en el Colegio Electoral, la elección se pasa a la Cámara de Representantes.
El camino de Donald Trump para alcanzar los 270
Por lógica la estrategia de Trump tendría que buscar asegurar primeramente los tres Estados que han votado a presidentes republicanos tradicionalmente, los cuales él ganó en 2016: Arizona, Carolina del Norte y Georgia.
Sin embargo, en el 2020 perdió dos de ellos, Arizona y Georgia, y ahora tiene que defender Carolina del Norte, que los especialistas creen que se ha convertido en competitivo por los cambios demográficos en la zona urbana y suburbana de Charlotte, su capital; por los problemas del gobernador republicano, y porque allí tendrá mucho peso el voto de las mujeres negras.
Pero aun así, triunfar en esos tres Estados no le sería suficiente porque le daría solo 43 votos. Podría entonces ganar Nevada y llegaría a 49, lo cual tampoco es suficiente.
Así, el esfuerzo de Trump en esta etapa final tendría que concentrarse no solo en ganar los Estados con tradición de votar al candidato republicano, sino negarle la victoria a Harris en al menos uno de los 3 Estados llamados el «Muro Azul» pro-demócrata: Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Esos Estados los perdió Hillary Clinton porque confió en que votarían por ella. Joe Biden los convirtió en el centro de su estrategia en el 2020 como lo ha hecho ahora la vicepresidente Kamala Harris. No va a ser fácil para el republicano imponerse en ellos.
El camino de Kamala Harris para los 270
Para Kamala Harris el camino es más fácil al menos matemáticamente. Solamente tiene que concentrarse en ganar los tres que forman el «Muro Azul», como lo ha venido haciendo hasta ahora: Michigan, Pennsylvania y Wisconsin.[cuatro] ¿Qué la favorece?
Son tres Estados que desde 1992 han elegido al candidato demócrata en cada una de las ocho elecciones que han tenido lugar, excepto en una, la del 2016.
Estos Estados votan «unidos», a causa de que tienen estructuras demográficas similares.
Los gobernadores de los tres Estados son demócratas.
La más reciente encuesta de CNN, publicada el 30 de octubre, le da ventajas de cinco puntos en Michigan y seis puntos en Wisconsin, aunque proyecta a ambos contrincantes empatados en Pennsylvania.
Estos Estados le dieron a Trump la victoria en el 2016 por una suma combinada de 77,744 votos (Michigan 10,704; Pennsylvania 44,292; y Wisconsin 22,748). Es decir, una cifra irrisoria.
Por tanto, no debe haber muchas dudas en que Harris puede ganar Michigan y Wisconsin, aunque se señala que en ambos vive una amplia población de origen o credo musulmán, que podría reaccionar contra el hecho indudable de que "Israel" cuenta con el apoyo de la administración Biden en su cruel guerra contra el pueblo palestino. Sin embargo, no hay encuestas que confirmen esta especulación y lo cierto es que Donald Trump es percibido como pro israelí y anti musulmán. Recuérdense dos hechos: una de sus primera medidas como presidente en el 2017 fue prohibir el acceso a Estados Unidos de ciudadanos de siete Estados musulmanes y fue quien, rompiendo la tradición de la Casa Blanca, decidió mover la Embajada de Estados Unidos en Israel de "Tel Aviv" a Jerusalén.
El caso complicado para la señora Harris puede ser el de Pennsylvania, pero aquí se pueden dar varias dinámicas interesantes. Aunque las encuestas lo dan como una lucha cerrada, Donald Trump ha tenido problemas en ese Estado. Cuando lo ganó en el 2016 solo alcanzó el 48,2 por ciento de los votos, lo que le sirvió sin embargo para superar a Hillary Clinton, quien apenas logró 47,5 por ciento. Aunque en el 2020 Donald Trump aumentó su voto seis puntos, hasta 48,8 por ciento, no fue suficiente para derrotar a Joe Biden, quien obtuvo 50,0 por ciento. Desde 1996 hasta la fecha todos los candidatos demócratas en este Estado, salvo Hillary Clinton, han obtenido más de 49 por ciento del voto.
Finalmente, en Pennsylvania hay al menos tres minorías con altas tasas poblacionales que pudieran reaccionar contra Trump por distintas razones:
Hay 1,06 millones de habitantes latinos, lo que constituye el 8 12 por ciento de la población. De ellos 470 mil son puertorriqueños. Las bromas racistas de mal gusto usadas por el comediante Tony Hinchcliffe en el rally celebrado por las huestes de Donald Trump en el Madison Square Garden el pasado domingo 27 de octubre pueden haberle costado la victoria en ese Estado.
Pennsylvania también alberga una minoría polaca sustancial de 757 mil 627, que tradicionalmente se ha movido entre un partido y otro. Aunque no se tienen datos sobre el voto polaco en Pennsylvania, en el 2016 contribuyó a la victoria de Trump nacionalmente apoyándolo con el 58 por ciento de los votos. En el 2020 solo le dio el 42,4. Pudiera ser que este año esos votantes minoritarios se mantengan del lado demócrata y hasta incrementen los márgenes debido a la simpatía de Donald Trump por Vladimir Putin.
Finalmente, está la minoría ucraniana. Esta es una minoría que tiende a votar con el partido Republicano y Pennsylvania es el tercer Estado de la Unión en que más ucranianos viven. La actitud de Trump hacia la guerra en Ucrania pudiera ahuyentar algunos votantes y estimularlos a votar por Harris.
Se puede concluir entonces que es favorable el clima para una victoria de Kamala Harris en los tres Estados del «Muro Azul».
Si Harris perdiera alguno o dos de estos Estados, su camino se haría muy difícil porque tendría que ganar al menos dos de los otros cuatro, dependiendo de si fuera Pennsylvania, que le provocaría un déficit de 19 votos electorales. Algunos observadores creen que Harris puede ganar Georgia o Carolina del Norte y están seguros de que ganará Nevada.
Pero para Donald Trump no es igual. Si pierde Carolina del Norte, Arizona o Georgia, tendría que ganarle a Kamala Harris dos del «Muro Azul».
A manera de resumen se puede decir que la campaña sigue siendo muy reñida, como nunca antes, apenas a unas horas de la fecha final en que se harán todos los conteos. Sin embargo, como se demuestra en ese análisis que se basa en elementos objetivos históricos y de números recogidos de las encuestas, todo indica que el camino de Kamala Harris para conseguir los 270 votos electorales es más expedito que el de Donald Trump. En los análisis de la mayoría de los especialistas el Estado clave sería Pennsylvania, que Trump ganó en el 2016 por 44 mil 292 votos, pero perdió en el 2020 por 82 mil166.
Un posible escenario que podría provocar una situación de gran tensión lo sería una victoria de Kamala Harris al frente de los demócratas por un escaso margen. Es difícil visualizar que Donald Trump acepte ese final. Por añadidura, le esperan todos los juicios por acciones criminales que tiene pendientes, los cuales serían abandonados solamente si gana las elecciones. Un acicate más para no rendirse.
Por otra parte, esta es una elección trascendental en que se enfrentan dos visiones distintas del desarrollo futuro del país. Ninguna de las dos significaría un abandono del carácter capitalista e imperialista del Estado norteamericano.
Pero sin duda, Donald Trump representa a la ideología de ultra derecha envuelta en una narrativa supremacista blanca y un discurso político nacionalista, aunque él personalmente sea más bien un líder autoritario populista, de carácter patrimonial y transaccional.
Sobre Kamala Harris sabemos mucho menos. Como Barack Obama, surge de una minoría que ha sido cooptada por la clase dominante. Es, pues, parte de la élite de poder. Pero también, como Obama, viene con toda la carga de las circunstancias en las que surgieron ella y su familia. Su entorno más inmediato puede calificarse de «progresista», pero sin hacernos muchas ilusiones. Al final, tendrá que gobernar en función de los intereses de esa clase dominante de la que ya es parte. Pero no será una forma de gobernar tan autoritaria y agresiva como la de Donald Trump.
Notas:
[1] Solo hay dos Estados exentos de cumplir esta regla, Maine que adopta una fórmula 2-1-1 para sus cuatro votos electorales y Nebraska, que otorga a su capital Omaha, uno de los cinco votos electorales que le corresponden.
[2] Aunque no lo es, la capital de Estados Unidos se contabiliza como un Estado con tres votos electorales a los efectos de la elección del presidente.
[3] Como ya expliqué arriba, Maine y Nebraska son los únicos Estados cuyas leyes reconocen votos electorales separados. En el caso de Nebraska corresponde a la ciudad de Omaha un distrito separado. En el caso de Maine, hay dos distritos separados que se llevan dos de los votos electorales de los cuatro asignados al Estado.
[4] En esta proyección se está previendo que Harris ganaría el distrito o circunscripción número 1 de Nebraska, constituido por la ciudad de Omaha. Allí ha llegado a estar 12 puntos arriba.