México y la cercanía incómoda
No podemos elegir a nuestros vecinos, pero sí podemos escoger un nuevo sendero de unidad y fortalecimiento con otros países latinoamericanos.
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México y la cercanía incómoda.
México es un país libre e independiente, en el que nací y también aprendí que no vivimos aislados, sino bajo la constante mirada de un vecino inmenso con el que mantenemos una larga relación, que con los años se ha vuelto cada vez más multifacética y compleja. Aparece en conversaciones callejeras, así como en las altas esferas detrás de cada gran decisión económica o política.
Eso me recuerda una frase que decía el expresidente Porfirio Díaz Mori, quien gobernó México de 1876 a 1911:
“Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.
Por eso, cuando el vecino del norte decide aplicar nuevas medidas importantes, entre los afectados siempre se encuentra México.
“México es libre, independiente y soberano”, es ahora una frase que repite la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y que se hace eco en todos los rincones del país. México es una sociedad compleja, un espejo en miniatura del mundo entero. Pero eso no significa que el mundo entienda los problemas que enfrentamos, ni siquiera los de una sola entidad, municipio o una pequeña localidad.
EE.UU. no es un país lejano: es una presencia constante. En las charlas cotidianas, en los titulares de prensa, en cada discusión pública, su sombra siempre está ahí, incluso intentando inmiscuirse en los asuntos internos mexicanos.
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El robo de gasolina es un importante flagelo que enfrenta México, y que en algunos casos deja víctimas mortales, como en la explosión en un ducto de Pemex en el estado de Hidalgo, en enero de 2019, que cobró más de 130 vidas.
Aún con la agresiva estrategia para hacer frente a este problema, la ordeña de hidrocarburos, de acuerdo con expertos, predomina en el norte y centro de México, rodeada de gran especulación sobre hasta dónde puede llegar la estructura criminal en este delito.
Washington llegó a insinuar que se necesita “cooperación” en este asunto, como parte de su agenda para encarar el tráfico de drogas y crimen organizado, que la Casa Blanca ahora califica de terrorista, e incluso ofreció enviar tropas a la frontera para combatir a los cárteles; pero la presidenta Sheinbaum ha sido tajante: los asuntos internos se resuelven en casa.
No sólo en el subsuelo hay disputas. También en los mapas. Lo que en México se llama con orgullo “Golfo de México”, en Estados Unidos algunos lo han rebautizado como “Golfo de América”.
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No es un simple detalle lingüístico: hasta en el mar podemos ver la sombra del hegemonismo y la falta de respeto hacia el vecino meridional.
Si la soberanía revela una tensión histórica, en lo económico esa tensión se vuelve transaccional. En las colinas rojizas de Zacatecas, el agricultor Felipe Ruiz empieza su jornada antes del amanecer en el rancho El Álamo, donde cuida con esmero miles de plantas de jitomate. En el semidesierto de Fresnillo, su cosecha es una de las más codiciadas del continente.
Este verano lo visité junto a Adolfo Bonilla, su socio en la cooperativa Agrícola B 15. Su apuesta es clara: exportar. Pero el temor a nuevos aranceles de EE. UU. vuelve a ensombrecer el horizonte. La esperanza y la inquietud crecen bajo el mismo sol.
La eficiencia de la cadena logística es admirable: del tallo al supermercado en menos de 48 horas. En Texas, Arizona o más al norte, el jitomate mexicano es parte cotidiana de muchas mesas. Pero un solo decreto, una firma, puede romper esa delicada red tejida durante décadas.
Cuando se firmó el T-MEC, muchos, también consumidores estadunidenses, lo vieron como sinónimo de estabilidad y equidad. Hoy la realidad es otra: el tratado se volvió punto de partida de negociaciones; la equidad, una moneda de cambio; las reglas, herramientas de presión. El jitomate, rojo y brillante, ha quedado atrapado en la lógica desequilibrada de una relación cada vez más transaccional.
El 15 julio, el Departamento de Comercio de EE. UU. anunció que el tomate importado desde México tendrá un arancel de 17,09 por ciento, porque los mexicanos ofrecen el producto a un precio inferior que el de los productores estadunidenses, y eso afecta al mercado local.
En los foros internacionales, Sheinbaum insiste una y otra vez en la importancia de la soberanía y en la necesidad de construir un mundo multipolar.
En la última cumbre del G-20, afirmó sin rodeos que ningún país debe imponerse sobre otro. Propuso mecanismos de cooperación más justos, donde cada país tenga derecho a ser escuchado.
Frente a las presiones comerciales, migratorias y diplomáticas, México no busca enfrentamientos, sino afirmarse con firmeza para afrontar “con dignidad, con orgullo y sabiendo a quién representamos, que es a nuestro gran pueblo y a esta gran nación que tenemos”, subrayó la Presidenta.
El 1º de agosto concluyó el plazo para que EE. UU. impusiera nuevos aranceles a sus socios comerciales, incluyendo México, lo que empujaría el derrumbe del orden comercial internacional vigente.
México y EE. UU. han mantenido negociaciones, pero al filo de que expirara el plazo impuesto por Washington para la entrada en vigor de nuevos aranceles, se pactó con Washington una prórroga de 90 días.
Sheinbaum, quien asegura que los problemas no se resuelven con la imposición de aranceles, trabaja en dos frentes sin echar toda la carne al asador: propone al vecino del norte una estrategia para reducir el déficit de EE. UU. con México sin que afecte la economía mexicana, mientras de otra parte centra sus esfuerzos de lograr, con su “Plan México”, fortalecer el mercado interno y el comercio con otros países.
La situación geopolítica del mundo actual vive un cambio profundo y turbulento, lo que a su vez supone una oportunidad histórica para consolidar con mucha fuerza la integración. Con este telón de fondo, hemos visto a los mandatarios mexicanos y brasileños sostener conversaciones telefónicas la semana pasada para buscar fortalecer y ampliar su cooperación en los ámbitos comercial, científico y educativo.
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No podemos elegir a nuestros vecinos, pero sí podemos escoger un nuevo sendero de unidad y fortalecimiento con otros países latinoamericanos y del Sur Global que comparten nuestros valores para hacernos más fuertes.