EE.UU.-Israel: el lobby judío, un maridaje de larga data
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump prometió que (Israel) tendrá los recursos y las herramientas para defenderse por sí mismo, fueron palabras pronunciadas por su segundo, Mike Pence, durante la última reunión del poderoso grupo de presión Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-(Israel) (Aipac, por sus siglas en inglés).

Evidentemente Washington continuará con su política de apoyar al agresor contra el agredido, el pueblo árabe, en especial el palestino, y en términos geopolíticos proseguirá desestabilizando la región del Oriente Medio en sus intentos de acorralar a Irán, una nación que plantó la bandera de la rebeldía para impedir esos planes.
Pero este maridaje de larga data tiene que ver con la influencia del poderoso lobby judío en Estados Unidos.
Según estudios, los judíos estadounidenses son poco más del dos por ciento de la población de este país y tres por ciento de los votantes en la mayoría de las elecciones, pero son los principales donantes de las campañas políticas. Su contribución representa cerca del 25 por ciento del gasto total y hasta el 40 por ciento del presupuesto de los candidatos del partido gobernante.
El derechista lobby pro-israelí mostró su peso en el Congreso cuando ese foro avaló las últimas sanciones contra Irán tras la retirada de la Casa Blanca del acuerdo firmado con Teherán sobre el uso de la energía nuclear, algo que fue saboteado por oscuros intereses vinculados a Tel-Aviv.
El lobby judío se mueve tanto entre demócratas como con republicanos...
El lobby judío se mueve tanto entre demócratas como con republicanos, estos últimos más comprometidos y nunca críticos contra las políticas agresivas y de ocupación que mantiene el sionismo contra Palestina y las naciones vecinas.
Los demócratas suelen considerar a los del partido rojo como partidarios incondicionales de (Israel) y dispuestos a castigar o premiar a los candidatos en función de su política hacia el estado judío.
En el proceso eleccionario rumbo a 2020 en la nación norteña, los demócratas se cuidan de criticar duramente a (Israel) pues corren el riesgo de despertar a la derecha cristiana, partidarios del Partido Republicano, cuyo apoyo al primer ministro Benjamín Netanyahu es incondicional en especial con el tema de la ciudad palestina de Al Quds o Jerusalén y los demás territorios ocupados.
Los dirigentes demócratas no tienen ningún interés en chocar contra (Israel), lo que indica que Aipac y sus aliados aprovechan al máximo su ventaja en el Congreso, donde los republicanos son mayoría en el Senado.

Ya en la época del gobierno del presidente Barack Obama, presionados por el lobby judío, los demócratas aprobaron sanciones contra las empresas de terceros países que hacían negocios con Irán, sin otorgar al mandatario la flexibilidad para implementarlas, como él pretendía, en especial porque apuntan a las de Rusia y China.
En esa época otra demostración del peso de la organización, según muchos analistas, fue que 87, de los 100 legisladores, firmaron una carta, respaldada por Aipac dirigida a Obama para que apoyara el bloqueo israelí contra Gaza y las medidas del estado judío para implementarlo.
En términos políticos concretos los presidentes demócratas y republicanos mantuvieron inamovible su apoyo a (Israel) desde la ocupación de Palestina en 1948 y luego la creación del ente sionista, lo que desenmascara el impacto del lobby israelí en la política exterior de Estados Unidos.
El extraordinario nivel de apoyo material y diplomático que Washington proporciona a los israelíes no puede explicarse sólo desde un punto de vista estratégico o moral, sino que se debe en gran medida a la influencia política de una coalición flexible de individuos y organizaciones que trabajan constantemente para modelar la política exterior estadounidense en un sentido favorable a los halcones de Tel-Aviv.
Durante décadas esos grupos de presión como AIPAC, usaron su dinero e influencia para mantener a los legisladores firmemente controlados en los asuntos relacionados con Israel).
Tradicionalmente se considera antisemita argumentar que el lobby pro-Israelí en realidad cabildea por la causa elegida, exactamente como lo hacen otros lobbies importantes, desde las industrias de servicios financieros hasta la salud y los lobbys de armas, y que, al igual que otros grupos de presión que gozan de una importante influencia financiera, normalmente se abre camino.

Según un artículo del periodista y analista Jim Lobe, se suele denunciar como antisemitismo la observación irrefutable de que el cabildeo pro-israelí realmente presiona a favor de (Israel), y con mucho éxito, lo que se evidencia en el hecho de que los judíos ejercen una influencia exagerada usando dinero en la formulación de políticas.
En esa línea, multimillonarios como Sheldon Adelson, un patrocinador clave de los candidatos republicanos a la presidencia, nunca ocultaron su pasión no solo por (Israel), sino específicamente por los gobiernos extremistas y ultranacionalistas de Netanyahu.
Pero, de igual forma, Haim Saban, uno de los principales donantes de los candidatos presidenciales demócratas como Hillary Clinton, no ocultaron su compromiso con (Israel). Ha dicho: "Soy un hombre de un solo asunto y ese asunto es (Israel)".
Otro ejemplo del papel del lobby en el país fue descrito por un artículo de la época del diario New York Times en el que el autor, Nathan Thrall, citó a miembros de la política y cabilderos dejando claro que, como cabría esperar, el lobby pro-israelí utiliza su dinero para presionar a los candidatos del Congreso para que respeten la línea del lobby en (Israel).
Según el NYT, las tres cuartas partes de todas las donaciones de más de 500 mil dólares para el principal comité de acción política que apoya a los candidatos demócratas para las elecciones al Senado de los Estados Unidos en 2018 fueron hechas por judíos.
Esto hace y hará que los candidatos adapten sus posiciones de política exterior para no contradecir a tales donantes. Como resultado, los candidatos evitan incluso las leves críticas a (Israel) adoptadas por el senador Bernie Sanders, quien busca la boleta partidista para retar a Trump en 2020.
Según señaló Lobe en su aproximación al tema, las expectativas de los principales donantes configuran las posiciones de la política exterior estadounidense de los candidatos en línea con los intereses de (Israel), y no necesariamente con los intereses estadounidenses. Es difícil no interpretarlo como una reformulación de la "lealtad dual".
Analistas políticos consideran que ningún lobby poderoso, incluido el de (Israel), quiere salir de las sombras. Quiere permanecer en la oscuridad, donde puede ejercer su influencia más cómodamente sin escrutinio o crítica.
También destacan en su apoyo al sionismo figuras como el vicepresidente Pence y el secretario de Estado Mike Pompeo, quien en una visita a (Israel), anunció que el trabajo de la Administración de Trump era "asegurarse de que esta democracia en el Medio Oriente, el Estado judío, permanezca. Estoy seguro de que el Señor está trabajando aquí".

Por su parte, Pence, en su discurso en el congreso de (Aipac) reiteró que “la alianza estadounidense-israelí es más fuerte que nunca. Nuestra amistad es más grande que nunca. Y juntos, nuestro futuro solo puede ser más brillante. Y como el presidente Trump ha prometido: nuestra administración siempre apoyará a nuestro querido amigo y socio, el Estado de (Israel)”.
Esto reafirma el peligro que encierra la decisión de Trump de trasladar su embajada a Jerusalén, lo que rompe con décadas de una tradición: desde la creación del Estado sionista de (Israel) en 1948, ningún gobierno estadounidense aceptó ubicar su embajada en Jerusalén, porque en los hechos, esa decisión se convierte en una traba política para la concreción de un Estado palestino, que también reconoce a Jerusalén como su capital.
La mayoría de los analistas coinciden en que eso puede incrementar la espiral de violencia incontrolable y llevar al mundo muy cerca del abismo.
Todo indica que no habrá variaciones y el lobby judío seguirá campeando en Estados Unidos y dictará las líneas de la política exterior hacia el Medio Oriente, en especial en lo concerniente al problema palestino e Irán.