En Venezuela se hace necesaria una victoria Constituyente
Es evidente que el gobierno venezolano no se equivocó cuando decidió lanzar la convocatoria a votar por la realización de una Asamblea Constituyente. No sólo porque en su contenido está implícita una mayor participación de los sectores populares que siguen empujando el tren bolivariano, sino porque el enemigo local e internacional se ha dado cuenta que esa instancia significa el paso necesario para profundizar la Revolución. De allí que traten de impedirla: desde Donald Trump hasta sus aliados incondicionales de la Unión Europea no han dudado en exigirle al presidente Nicolás Maduro que desconvoque ese llamamiento estratégico. Ni qué decir de los amanuenses de los gobiernos de derecha latinoamericanos, representado entre otros por el cuarteto Macri-Temer-Cartes-Santos, que no han ahorrado munición gruesa para difamar todo lo que Venezuela ha venido construyendo en estos últimos 18 años.

La iniciativa que será votada masivamente el 30J aspira a convertir en sujetos principales de la nueva etapa revolucionaria, a las gentes del pueblo, a los pobladores de las comunas, a los habitantes de los barrios, a los y las estudiantes, campesinos y campesinas, afrodescendientes.
Con todos ellos y ellas, que son quienes vienen poniendo el cuerpo día a día para sostener las enormes conquistas obtenidas desde 1999, se hace necesario encarar medidas radicales que apunten a cualificar aún más los avances obtenidos hasta ahora y diagramar el necesario camino hacia el socialismo. Esta Constituyente de ninguna manera suplantará a la actual y que fuera impulsada por Hugo Chávez, sino que reafirmará su vigencia incorporando aspectos sustanciales para atacar al terrorismo, al fascismo y al racismo que en los últimos meses se introdujeron como un virus tratando de minar los lazos de fraternidad y solidaridad social entre pobladores y vecinos. Lo hará a través de un proyecto de ley que otorgue amplios poderes a la Comisión por la Verdad, la Justicia y la Paz para que no haya impunidad frente a los crímenes cometidos a través de las “guarimbas" desestabilizadoras.
La Constituyente va también a atacar las raíces de la guerra económica buscando de manera tajante terminar con la especulación, el desabastecimiento, la regulación de precios y los ataques contra la moneda nacional fomentada desde Colombia, contando con la complicidad de los colaboracionistas locales de la contrarrevolución. Además se reforzará la idea de que sea el poder popular de las Comunas y los Consejos Comunales socialistas quienes tomen la posta para que la burocracia no siga poniendo palos en la rueda al crecimiento revolucionario. Es en esas instancias populares donde militan quienes generan con su trabajo y su sacrificio la posibilidad de que Venezuela siga avanzando.
La Constituyente también va para una franja importante de la clase media que adquirió conciencia de pueblo y de patria durante el transcurrir del proceso bolivariano. Será en ese marco de unidad popular en el que tocará defender y activar aún más las Misiones sociales, el acceso gratuito a la salud y a la educación, la victoria de una nación libre de analfabetismo o la construcción de un millón y medio de viviendas. Todo ello, logrado mientras se enfrentaba la más descomunal de las embestidas del imperialismo norteamericano y sus aliados, del terrorismo mediático y de la burguesía empresarial local que insiste en destruir a fuerza de violencia todo lo andado hasta el presente.

Es en función de esta realidad que se hace necesario evitar que esta turba mercenaria (de lúmpenes mercenarios y paramilitares, muchos de ellos llegados desde Colombia) logre su objetivo. Para ello el pueblo cuenta con una herramienta fundamental que hasta el presente no ha sido horadada: la unidad cívico militar sobre la que tanto insistiera e Comandante Chávez. Pero además, si hiciera falta, también están las milicias populares, las brigadas de Autodefensa, el Chavismo Bravío y el coraje de hombres y mujeres dispuestas a no ceder ni un paso a la reacción.
"No hay retorno para nosotras y nosotros”, proclamó dos domingo atrás en Caracas, una mujer entrada en años, mientras hacía una larga cola para cumplir con el ensayo de votación. “Quienes llevamos a Chávez en el corazón vamos a defender a Maduro porque es uno de los nuestros”. Con esas palabras definía un sentimiento hecho carne en la mayoría de los y las bolivarianas. Ha costado mucho esfuerzo levantar este edificio revolucionario. Tanto como el dolor y el odio que ahora la derecha trata de inyectar en la población. Seguro que hay mucho para corregir en todo lo caminado, pero para quienes hace solo dos décadas vivían sumergidos en la miseria y en la represión de la Cuarta República, la Revolución Bolivariana les devolvió la autoestima y todos los derechos que le habían sido arrebatados. Se avanzó allí y se logró entusiasmar en el mismo sentido a otros países del continente latinoamericano y el rebote llegó hasta Europa. Precisamente, esa parte de la población, que sigue siendo mayoritaria, es la que el próximo domingo le gritará al mundo que “La Constituyente va y va. De todas maneras va!”.