Niños soldados, una vergüenza que no termina
Deberían estar en las aulas, junto a su familia y con sueños propios de quien da los primeros pasos por la vida, sin embargo, para esos niños la realidad es bien diferente, portan armas en lugar de lápices, están lejos de sus seres queridos, y la incertidumbre, el miedo y el odio inducido viven en sus mentes.

Se trata de los niños soldados, y lamentablemente son muchos los que enfrentan tan repudiable situación en escenarios de conflicto de África, el Medio Oriente, Asia y otras regiones del planeta. A propósito del tema, Prensa Latina conversó con Najwa Mekki, vocera del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). 'No tenemos datos exactos, pero sabemos que son miles y miles los afectados por esta práctica en diversas partes del mundo', afirmó. De acuerdo con la portavoz, en situaciones de conflicto los menores de edad no solo son reclutados para combatir, también los utilizan como mensajeros, espías, trabajadores domésticos y hasta con fines sexuales, sobre todo en los casos de las niñas, quienes incluso llegan a sufrir la esclavitud sexual. Se trata de peligros que ellos enfrentan en las diversas crisis existentes en el planeta, lamentó Mekki celebró algunos avances durante la última década, a partir de la adopción de los compromisos de París para enfrentar el flagelo, como la liberación de unos 65 mil niños reclutados por fuerzas armadas o grupos no estatales, alrededor de la mitad en la República Democrática del Congo y la República Centroafricana. Esos compromisos protegen a los pequeños y los adolescentes del flagelo de la guerra, con más de 100 países incorporados a la iniciativa, sin embargo, queda mucho por hacer para terminar esta vergüenza aún presente en 2017, lo cual pasa por una mayor voluntad política de la comunidad internacional, advirtió. Según estadísticas de Unicef, desde 2013, al menos 17 mil niños fueron incorporados a las filas de las partes en conflicto en Sudán del Sur y 10 mil en la República Centroafricana, mientras que en Yemen, mil 500 han padecido el fenómeno desde la escalada de las hostilidades, en marzo de 2015. También en Nigeria y sus vecinos de la cuenca del lago Chad están presentes los niños soldados, con unos dos mil reclutados por la secta extremista Boko Haram, tan solo durante 2016.
ESFUERZOS DE LA UNICEF

Mekki explicó que las acciones del Fondo son diversas, entre ellas las negociaciones con los actores de conflictos para lograr la liberación, los programas de asistencia psicológica y reinserción social y los esfuerzos en materia de prevención, dirigidos en particular a crear condiciones para que se mantengan en las escuelas y junto a sus seres queridos. Entre las iniciativas está el registro al nacer, para que no existan dudas de la edad, y la preservación de un entorno familiar propicio para el desarrollo, partiendo de que la pobreza y la falta de oportunidades hacen a los niños más vulnerables. Tenemos muchos frentes, pero la prioridad es la educación, las aulas son el lugar más seguro para los niños, ahí tratamos de que permanezcan o regresen para recuperar el tiempo perdido, insistió en su entrevista con Prensa Latina. La vocera de Unicef reconoció que la situación ha ganado en complejidad en los últimos años, con el auge de grupos calificados por Naciones Unidas de terroristas, como el Estado Islámico y Boko Haram. 'Unicef está siempre dispuesta a negociar con quienes tengan en su poder a menores de edad, algo que no siempre es posible. La naturaleza de los conflictos ha cambiado, con cada vez más ataques directos a los niños por parte de grupos armados interesados en destruir a las comunidades', subrayó. Para la portavoz, en la lucha por erradicar la vergonzosa práctica desempeñan un papel notable quienes alguna vez estuvieron afectados. Contamos en este esfuerzo con el apoyo de activistas que fueron niños soldados, con ejemplos como el de Ismael Beah, quien después de vivir esa experiencia en Sierra Leona, escribió un libro y participa en esta causa junto a nosotros, expuso. 'Nos parece muy importante, porque nadie puede hablarle mejor a un niño traumatizado que alguien que vivió la misma experiencia y esté en condiciones de decirle: yo estuve en tu lugar y soy una muestra de que hay oportunidades y puedes superarlo', agregó.
EL DAÑO Y LA REINSERCIÓN

De acuerdo con Mekki, después de que los niños son liberados o escapan de las fuerzas armadas y grupos insurgentes, comienza un largo y complejo trabajo de rehabilitación. 'Ellos suelen sufrir experiencias muy fuertes, nunca olvidemos que son niños, y que en ocasiones los obligan a cometer actos brutales, incluso contra sus propias comunidades', señaló la especialista en comunicación de Unicef. En ese sentido, comentó que los menores de edad no van de los grupos armados directo a la casa, porque los traumas deben ser superados mediante un proceso. Hay una confianza que debemos restablecer, en ellos mismos y con sus comunidades, lo cual pasa por el apoyo psicosocial, la asistencia psicológica y otras acciones dirigidas a evitar que regresen a los escenarios de violencia, dijo. Ante la falta de oportunidades, la pobreza y las desigualdades, muchos niños encuentran en las organizaciones armadas una salida de su situación, de ahí la importancia de garantizar el ambiente propicio para alejarlos de ellas. 'A veces y a pesar de todo, ven a los grupos armados como una segunda familia, que los alimentan y da un lugar donde dormir, por lo que se trata de ofrecerles la esperanza de un mundo diferente', aseguró. También forma parte de la reinserción el regreso a clases, y en los casos necesarios, brindamos posibilidades de formación para el aprendizaje de un oficio. 'Pero nada es más importante que lograr que vuelvan a la escuela, recuperen los años perdidos y tengan la vida normal merecida por cada niño', sentenció.