Siria, a seis años de una guerra impuesta
A partir de marzo del 2011, cuando estallaron múltiples enfrentamientos armados, Siria se convirtió en el escenario más dramático y aterrador de toda la historia del Medio Oriente.Justo a seis años del inicio de una guerra impuesta que exacerbó hasta límites inhumanos las diferencias de creencias religiosas, esta nación del Levante y aún en medio del afán por sobrevivir, presenta un panorama de enorme devastación.

Pero la base confesional de un país de mayoría sunnita y convivencia social, fue solamente el pretexto en aras de imponer el poder económico y político desde las metrópolis hegemónicas del mundo Occidental y sus aliados regionales. La manipulación mediática recurrió a los términos de "guerra civil" y lucha contra "una dictadura que no daba opciones políticas y sociales", conceptos que cambiaron en la práctica con la activa promoción del terrorismo generalizado.
Nunca como antes en el mundo árabe y musulmán se había promovido la destrucción de un país de manera "tan colegiada", organizada desde los centros de poder de las antiguas potencias coloniales y de Estados Unidos.
La vasta y amplia conspiración, elaborada con la "exquisitez acostumbrada" desde la época presidencial estadounidense de George W. Bush, se convirtió en la promoción de una denominada Primavera Arabe, cuyo antecedente fue la instauración del caos institucional en Afganistán, Somalia, Iraq y Libia.Los motivos eran obvios y no solamente porque Siria fuera un país secular, con más muestras de virtudes que defectos en la integración social, política y religiosa, sino porque era y es, el tránsito de oleoductos de petróleo y gas, posición que defiende con particular sensatez y principios soberanos e independientes.
Ni guerra civil ni enfrentamientos reales de base confesional porque la "carta " en un juego sucio se originó a partir de un elemento básico: en el 2009 el gobierno de Bashar al Assad vetó un vasto proyecto promovido por Qatar y auspiciado por las grandes transnacionales petroleras estadounidenses para la construcción de un oleducto de cinco mil kilómetros que atravesaría Siria hasta el Mediterráneo.
Entonces y pensado de antemano, los petrodólares jugaron su papel desde las capitales de las monarquías del Golfo, Turquía e Israel, cuyos "principios" son sobrevivir a costa de "enemigos forjados a priori" en un mundo árabe desunido y virtualmente desvanecido en el tiempo histórico.
El filón económico de las potencias occidentales fue cuestionado y tal acción devino una de las bases objetivas para lanzar sobre Siria toda la abrumadora parafernalia mediática y bélica sin medir consecuencias y que sin dudas, agudizaron un enfrentamiento más allá de las fronteras nacionales.A ese "programa" se unieron los continuos intentos desestabilizadores en Argelia, Marruecos o Egipto a partir del 2009 y la activa participación del régimen sionista de Israel, todo con el fin de establecer un cerco sobre Siria.
Nunca como antes en el mundo árabe y musulmán se había promovido la destrucción de un país de manera "tan colegiada", organizada desde los centros de poder de las antiguas potencias coloniales y de Estados Unidos.
La vasta y amplia conspiración, elaborada con la "exquisitez acostumbrada" desde la época presidencial estadounidense de George W. Bush, se convirtió en la promoción de una denominada Primavera Arabe, cuyo antecedente fue la instauración del caos institucional en Afganistán, Somalia, Iraq y Libia.Los motivos eran obvios y no solamente porque Siria fuera un país secular, con más muestras de virtudes que defectos en la integración social, política y religiosa, sino porque era y es, el tránsito de oleoductos de petróleo y gas, posición que defiende con particular sensatez y principios soberanos e independientes.
Ni guerra civil ni enfrentamientos reales de base confesional porque la "carta " en un juego sucio se originó a partir de un elemento básico: en el 2009 el gobierno de Bashar al Assad vetó un vasto proyecto promovido por Qatar y auspiciado por las grandes transnacionales petroleras estadounidenses para la construcción de un oleducto de cinco mil kilómetros que atravesaría Siria hasta el Mediterráneo.
Entonces y pensado de antemano, los petrodólares jugaron su papel desde las capitales de las monarquías del Golfo, Turquía e Israel, cuyos "principios" son sobrevivir a costa de "enemigos forjados a priori" en un mundo árabe desunido y virtualmente desvanecido en el tiempo histórico.
El filón económico de las potencias occidentales fue cuestionado y tal acción devino una de las bases objetivas para lanzar sobre Siria toda la abrumadora parafernalia mediática y bélica sin medir consecuencias y que sin dudas, agudizaron un enfrentamiento más allá de las fronteras nacionales.A ese "programa" se unieron los continuos intentos desestabilizadores en Argelia, Marruecos o Egipto a partir del 2009 y la activa participación del régimen sionista de Israel, todo con el fin de establecer un cerco sobre Siria.

En una explosión de guerra generalizada, llegaron a territorio sirio miles de terroristas, quienes coaligados con extremistas nacionales establecieron puntos de ataque que en los primeros años abarcaron más de una decena de frentes de combate en todo el territorio sirio.
Desde las regiones fronterizas con Iraq y Jordania, avanzó el Estado Islámico, Daesh por su acrónimo en árabe, y partir de los territorios del norte junto a Turquía, otros grupos como el hoy Frente para la Conquista del Levante, otrora Al Nusra.
En el peor momento, cuando los cohetes Crucero estaban listos desde el mar Mediterràneo y otras bases de la Organización del Tratado del Atántico del Norte (OTAN) en Europa para atacar a Siria, hubo un serio obstáculo al vetar Rusia en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, una agresión directa.
Los dobles raseros se aplicaron continuamente pero variaron una y otra vez ante la firmeza de Siria y sus aliados históricos tradicionales como Rusia e Irán, ejemplificados en el terreno de combate y la paulatina supremacía de las Fuerzas Armadas sirias frente a los grupos armados extremistas.Todas las sinuosas maniobras han sido derrotadas o neutralizadas en la práctica y a pesar de la ignorancia a ex profeso de los grandes medios de comunicación del mundo occidental sobre las negociaciones en pro de la paz o la política interna siria de reconciliación nacional.
Más de medio millón de muertos y mutilados, pérdidas económicas por 200 mil millones de dólares y una devastación ostensible de toda la infraestructura de Siria, conforman un panorama desolador pero no insuperable.
El cerco mediático sobre esta nación, un feroz bloqueo comercial y el terror generalizado no han podido a pesar de todo, aniquilar a los sirios en seis años de una avasalladora guerra impuesta.
Desde las regiones fronterizas con Iraq y Jordania, avanzó el Estado Islámico, Daesh por su acrónimo en árabe, y partir de los territorios del norte junto a Turquía, otros grupos como el hoy Frente para la Conquista del Levante, otrora Al Nusra.
En el peor momento, cuando los cohetes Crucero estaban listos desde el mar Mediterràneo y otras bases de la Organización del Tratado del Atántico del Norte (OTAN) en Europa para atacar a Siria, hubo un serio obstáculo al vetar Rusia en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, una agresión directa.
Los dobles raseros se aplicaron continuamente pero variaron una y otra vez ante la firmeza de Siria y sus aliados históricos tradicionales como Rusia e Irán, ejemplificados en el terreno de combate y la paulatina supremacía de las Fuerzas Armadas sirias frente a los grupos armados extremistas.Todas las sinuosas maniobras han sido derrotadas o neutralizadas en la práctica y a pesar de la ignorancia a ex profeso de los grandes medios de comunicación del mundo occidental sobre las negociaciones en pro de la paz o la política interna siria de reconciliación nacional.
Más de medio millón de muertos y mutilados, pérdidas económicas por 200 mil millones de dólares y una devastación ostensible de toda la infraestructura de Siria, conforman un panorama desolador pero no insuperable.
El cerco mediático sobre esta nación, un feroz bloqueo comercial y el terror generalizado no han podido a pesar de todo, aniquilar a los sirios en seis años de una avasalladora guerra impuesta.