Colombia a partir del desarme de las guerrillas: utopías realizables
Aterrizando las utopías realizables y los sueños en la dura arena de la realidad, y sobre lo que sigue en Colombia a partir del desarme de las guerrillas, continúo con el análisis sobre la sociedad colombiana, sobre el conflicto social, armado y su salida negociada. Sobre la vida, la muerte, la dignidad y el poder.

En los
albores del naciente año, se van perfilando dos bloques principales que se
disputan el manejo del Estado colombiano. Por un lado los tradicionales
sectores políticos que responden directa o indirectamente a grandes intereses
económicos, que perciben al Estado de Bienestar, la modernización del país y al
progreso ligados, cuando no subordinados a elites económicas nacionales e
internacionales.
Este
bloque es el dominante y está dividido en dos: Uno reformista que ha sido
proclive a la negociación de paz y la apertura del régimen a nuevas
expresiones; pero sin superar su condición de estar al servicio de grandes
intereses corporativos y monopolísticos y la otra fracción de este bloque es la
más agresiva que no quiere el proceso de paz sino la rendición de los rebeldes
y que se propone un manejo del estado desde un sector pequeño, autoritario y
populista en función de intereses de economía extractiva, acumulación de
tierras y bienes, incluso rompiendo barreras legales e institucionales, con el
despojo y la guerra como funcional a la economía.
Y por
otro lado, el bloque que se propone ampliar la democracia, modernizar la sociedad
y ensanchar el estado de bienestar, sin la subordinación del interés general a
los intereses privados elitarios. Reparando los daños de la inhumana
globalización, anhelando que no haya dictámenes autoritarios neocoloniales (por
eso las luchas por la soberanía), pero ya no la “toma del poder por medio de la
lucha armada”, ni una “gran expropiación a los expropiadores de los bienes de
producción” y mucho menos una gran huelga general revolucionaria.
En ese
sector se están perfilando los 2 grupos insurgentes colombianos, las Farc-Ep y
el ELN; el primero con un proceso avanzado de negociación ya firmado,
implementándose la transformación del grupo armado en movimiento político,
desarme y el desarrollo de reformas desde los acuerdos en el que sobresale
una gran reforma rural (ya no la soñada con la expropiación a grandes
terratenientes) con justicia en la repartición de la tierra y los recursos para
el desarrollo agropecuario; y el segundo, que está empezando su fase pública
con el proceso de paz con el gobierno, que enfatiza mas en las políticas del
estado con respecto a los recursos naturales y una exigencia para la apertura
del régimen político y la participación ciudadana con la buena imagen de los
encuentros de esta semana entre los delegados del gobierno y los del Ejército
de Liberación Nacional en Ecuador con una significativa participación de
mujeres por parte de la guerrilla.
Este
bloque está en sintonía con los intentos y avances de democracias populares en
Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay y Nicaragua y El Salvador. Que, con
todos sus quebrantos y errores, tiene todavía un fuerte acumulado en cuanto a
parar la destrucción globalizadora y retomar aspectos del desarrollo humano del
Estado de Bienestar esforzándose por que la “utopía realizable” de un bloque
regional se consolide.
Las
preguntas que prevalecen en el ambiente son: Se puede ingresar y participar de
manera más decidida y con la intención de renovar el bloque que en un principio
se ha llamado “Socialismo Siglo XXI”, la llamada Alianza para las Américas ALBA
y Mercosur?
Con
los problemas que tiene el bloque regional de democracias populares se puede
crear un nuevo movimiento político surgido de las negociaciones en Colombia
afín y con respaldo de ese bloque regional?
Teniendo en cuenta
que este bloque está siendo afectado por la crisis económica
venezolana y la pérdida de hegemonía en el parlamento; la destitución de Dilma
Rousseff del gobierno de Brasil y la pérdida de legitimidad de su Partido de
los Trabajadores, con Lula acusado de corrupción, la pérdida del Kichnerismo en
Argentina ante la Derecha y el empresariado depredador. En general la
contraofensiva y avance de la derecha con el seguro apoyo del gobierno entrante
de Trump desde los Estados Unidos. Tiene fuerza este bloque para un
verdadero apoyo hacia un nuevo movimiento popular en Colombia que logre impedir
que la ultraderecha se haga a la presidencia en 2018?

Los
dos grupos guerrilleros con más de medio siglo en la lucha al convertirse de
grupos en armas para cambiar la sociedad, transitan a ser grupos
hegemónicos dentro de la izquierda para conquistar el manejo del estado por
medio del sufragio universal, el parlamentarismo y la delegación y
participación popular, tratando de cambiar un régimen político donde
resulta difícil cambiar la tendencia a la solución violenta de las diferencias
y donde existe una amalgama entre reciclados paramilitares de ultraderecha y
grupos de lumpen del narcotráfico con amplios tentáculos en las fuerzas armadas
y sectores políticos.
Resulta
imposible evitar estos cuestionamientos, sobre todo por que las expectativas
son inmensas, la esperanza está desbordada y el camino está lleno de
obstáculos, sobre todo los que emergen del interior de los mismos movimientos y
dinámicas de quienes anhelamos un cambio social de estructuras para el servicio
de la gente que ha padecido los desastres de este capitalismo globalizador.
Pero
la capacidad de movilización y el despertar de la participación popular expresado
en esta coyuntura de 5 años con el proceso de paz entre las Farc-Ep con el
actual gobierno y el que se inicia con el ELN, con las expresiones legales que
han apuntalado el proceso (sobre todo las de las grandes Cortes) y el apoyo del
bloque regional (a pesar de sus problemas) nos permite imaginar y llevar a la
práctica la realización de los puntos de negociación, sobre todo la solución al
problema agrario y la propiedad de la tierra en Colombia.
Poniendo una
balanza entre los pros y contras para que las reformas sean profundas y no
simples retoques democráticos, consideramos que el nuevo aire de la izquierda
colombiana con la inclusión de los dos grupos guerrilleros que se están
convirtiendo en movimientos políticos inclinarán la balanza hacia un fortalecimiento
del bloque popular y le imprimirá nuevos aires a la Alianza Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América “ALBA”.