Cómo dolés Jujuy
Hace tiempo, muchas personas con las que hablo manifiestan lo mismo: “dificultad para dormir”, lo difícil que se les hace conciliar el sueño. Cuando les pregunto por qué, la respuesta es la misma, "estoy triste", "estoy preocupada", “tengo miedo”, más allá de ser personal de salud, vecinos de los barrios, militantes sociales o políticos.
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Cómo dolés Jujuy
A todos nos duelen Las Muertes.
A quienes están en salud, les duele la falta de respiradores, la falta de posibilidad de derivación para salvar una vida, les duele el aplastamiento subjetivo, el "no poder más y seguir", ver cómo caen emocionalmente colegas y sostenerse, pero llega un punto en que nadie puede sostener a nadie. Duele la inoperancia de los de arriba, les duele que el SAME haga triage para evaluar a quién trasladan y a quién no. Les duele que una cama para derivar pacientes se consiga por "contactos".
A quienes están en el territorio, les duele la falta de contención del Estado hacia los más vulnerables; duele el "no" aislamiento en familias numerosas, duele la no respuesta de un 0800 para que digan qué hacer cuando comienzan los síntomas, duele el miedo de morir por no tener "contactos" para conseguir una cama.
Tanto dolés Jujuy, tu dolor es más insoportable porque es silencioso. Todo sigue igual pero sin clases. Shopping abierto, bares abiertos, negocios para comprar cosas no necesarias abiertos... sí, podemos pensar en la economía de los comerciantes, pero justo ahí tampoco está el Estado provincial. No hay ayuda para los comerciantes por los meses cerrados, tampoco para los trabajadores de la economía popular, ni en salud, porque los profesionales sólo han recibido la ayuda del Gobierno nacional; ni tampoco en hospitales, que no cuentan con equipamiento ni recurso humano para sostener esta pandemia.
Mirá que nos organizamos, se formó una red de organizaciones sociales que entregan alimentos, elementos de higiene, asisten a los vecinos y vecinas en estado de aislamiento. La solidaridad está allí donde hay ausencia de Estado provincial. Pero el respirador no podemos suplirlo, las camas de internación tampoco, y nos damos cuenta de que hasta ahí llegamos, el casillero que sigue es la muerte.
A “todos” nos duelen Las Muertes, pero a “todos los que valoramos la vida por sobre la economía”, y ahí caigo en la cuenta de que “todos” no tenemos la misma línea de valores. Los Blaquier condenando a sus trabajadores no forman parte de esa línea, y al parecer a muchxs de los que ocupan lugares estratégicos parece no dolerles tanto. ¿Será que aún no vieron La Muerte de cerca?
¿Alguien se preguntó cómo es maternar luego de tanta muerte? ¿Cómo es volver a casa después de estar ocho horas en un sistema sanitario que no permite salvar una vida, después de ver que no hay lugar en la morgue, después de despedir a un colega? ¿Cómo es volver a casa y tener que jugar con tus hijes, que te esperan con una sonrisa? Esta es la realidad de miles de mujeres que están enfrentando la pandemia y son madres a cargo de la crianza. Ni hablar de lo difícil que es cuando la pareja de crianza trabaja en salud: ¿Quién le sonríe al niñe al regresar a la casa? El dolor Jujuy es un dolor real en los cuerpos reales. Se comprueba en las caras de los colegas trabajadoros de la salud, en la frase común, “se vienen días difíciles”, pero el agotamiento transita el día a día entre calles con bares abiertos, gente yendo a gimnasios, y es allí donde todo se transforma en silencio.
¿Cómo no vas a doler Jujuy? ¿Cómo no nos va a costar conciliar el sueño? Si hasta el dolor de la muerte está acallado.