Luis Arce, la mejor opción para la mayoría en Bolivia
El 18 de octubre se sabrá si triunfó el bloque del MAS frente a las opciones neoliberales, parte de la estrategia geopolítica de Estados Unidos en la región, y en particular en Bolivia, por lo que no es de descartar acciones destinadas a imponer un segundo Golpe de Estado que llevaría al país a una situación de alta violencia.
-
Twitter suspende cuenta de Luis Arce, candidato del MAS para presidenciales de Bolivia
"Estamos reiniciando la campaña para recuperar la democracia y dar al pueblo estabilidad económica, política y social”, expreso Luis Arce, el candidato del MAS (el Movimiento Al Socialismo) al lanzar su apuesta para las elecciones presidenciales en Bolivia que tendrán lugar el 18 de octubre venidero.
Pero, la gran incógnita es si Estados Unidos y los partidos de derecha bolivianos, artífices del golpe de Estado contra el presidente Evo Morales en octubre de 2019, permitirán el retorno de una fuerza popular al gobierno.
El 6 de septiembre las agrupaciones que irán a las urnas presentaron sus programas dando la largada a una campaña electoral pospuesta dos veces por diferentes causas, aunque algunos análisis sostienen que la principal causa es que los partidos de derecha no son una alternativa al MAS que tiene algo fundamental, un programa de acción.
El MAS mantiene la Agenda del Bicentenario que tanto malestar causo a la derecha por sus resultados. Lucha contra el narcotráfico, universalización de los servicios básicos como salud, educación, deporte y cultura, soberanía científica y alimentaria, erradicar la pobreza extrema que del 38,2 por ciento registrado en 2005 disminuyó al 15,2 por ciento en 2018, son algunos de los pilares fundamentales de esa propuesta.
El binomio Arce- David Choquehuanca, el aspirante a la vicepresidencia porque Arce fue el principal arquitecto del ascenso económico de Bolivia, la nacionalización del gas y programas para el desarrollo del litio sin privatizar este y otros recursos que tanto aliento tuvieron de la población.
Durante la gestión del depuesto gobierno, informes del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, sostienen que la nación del altiplano experimentó un crecimiento anual del 4,8 por ciento, un cuadruplicamiento del PIB y una disminución superior al 30 por ciento en la pobreza extrema en catorce años.
Cuando concurra a las urnas, el MAS puede tener un alto nivel de apoyo entre la gente indígena (55 por ciento de la población) y de clase trabajadora, la mayoría de los bolivianos que sufren las efectos de políticas depredadoras del llamado gobierno de transición de Jeanine Áñez.
El escenario se pinta favorable al partido popular pues las otras agrupaciones parecen incapaces de ponerse de acuerdo ni siquiera sobre si deben conspirar contra Arce, pese a los apoyos de Washington y otros factores de la región.
Este escenario es reiterado por las encuestas que solo dan opciones reales al MAS y en menor medida al también exmandatario Carlos Mesa (2003-2005) de Comunidad Ciudadana y en menor medida a la autoproclamada presidenta transitoria Jeanine Áñez, de la alianza opositora Juntos, quien desde el Palacio Quemado favoreció acciones para borrar los éxitos de la anterior administración, a la vez que es sacudida por recurrentes escándalos de corrupción que involucran entre otros a los sectores de salud y comunicaciones.
Las aspiraciones presidenciales de Áñez y de otros partidos de derecha se apoyan en lo que pueda hacer la firma lobista estadounidense CLS Strategies, con sede en Washington, para "apuntalar su apoyo internacional" pese a que esa firma fue denunciada por estar detrás de campañas de noticias falsas, que entorpecerían el debate electoral y buscan apartar de la contienda a la fórmula presidencial del MAS.
Recientemente Facebook anunció que eliminó cuentas falsas ligadas a CLS, que publicaron contenido en apoyo a la elección de Áñez.
Resulta llamativo que la llamada eminencia gris del gobierno golpista, Arturo Murillo, ministro de Gobierno, viajó a Washington donde se reunió con el Secretario General de la OEA Luis Almagro, representantes del Departamento de Estado y los senadores republicanos Ted Cruz y Marco Rubio, para ajustar la “estrategia”.
Desde entonces, empezó a operar en Bolivia la empresa estadounidense CLS Strategies, vinculada a los servicios de inteligencia, para trabajar a favor de la derecha boliviana, tal como lo hicieron otros grupos en la preparación del llamado “golpe suave” contra Evo Morales.
Otra faceta del este proceso es la observación del proceso electoral, algo para lo que hay propuesta de la Unión Europea y Naciones Unidas para ser protagonistas que avalen la validez del sufragio.
En esta búsqueda de un observador confiable, Enríquez Ominami, fundador del Grupo de Puebla y excandidato presidencial chileno, rechazó que la OEA sea observadora puesto que hay suficiente evidencia de que participó de un informe que era sin substancia y que además, de manera inoportuna, se publicó para generar la crisis que rompió la democracia boliviana”
La carrera hacia la butaca presidencial, por otra parte, enfrenta otros peligros y según Diego von Vacano, politólogo estadounidense especializado en América Latina y profesor en Texas A&M University, Bolivia está cada vez más cerca de un régimen militar y solo elecciones libres y justas pueden sacar al país del atolladero creado por Washington, la OEA y los militares educados en escuelas gringas especializadas en formar golpistas.
Acentúa el académico que el MAS lidera la intención de voto. Algunas encuestas tienen a su candidato, de primero con una intención de voto del 26.2 por ciento, mientras que Carlos Mesa, un expresidente neoliberal, lo sigue con 17.1 por ciento. Añez y el ultra derechista Luis Camacho, cuyo partido exigió un estado de sitio y el cierre de la legislatura, sondean alrededor del 14.4 por ciento 12.4 por ciento, respectivamente.
Para von Vacano, Arce es, paradójicamente, la mejor elección. A pesar de quienes piensan que solo la democracia liberal es aceptable.
En sus valoraciones publicadas en el diario The New York Times, el académico fue mas allá y aseguró que la comunidad internacional debería apoyar elecciones limpias en Bolivia para el 18 de octubre, idealmente supervisadas por la ONU, la Unión Europea y el Centro Carter.
Si eso sucede, dijo, un retorno a la relativa estabilidad y prosperidad del MAS bajo Arce es un camino más prometedor que el sendero neoliberal de Mesa o la ruta de una coalición de derecha liderada por Añez.
Sin embargo, Washington y con ello el secretario general de OEA, Almagro, intensifican su interferencia en la política interna boliviana para tratar de evitar que el país vuelva a una determinación independiente de su desarrollo como nación.
Al respecto, Pablo Jofre Leal, un reputado analista chileno, señaló no es casual que tanto la Secretaría de Estado norteamericana como la OEA critiquen fuertemente las movilizaciones sociales contra la presidenta interina Jeanine Áñez y defiendan a una administración sometida a acusaciones de corrupción y el pésimo manejo de la pandemia de Covid-19.
Subrayó que resulta incuestionable que si los candidatos pronorteamericanos triunfan el 18 de octubre, el país va a enfrentar tiempos difíciles que hacen prever un estallido social similar al comenzado en el vecino Chile desde octubre de 2019.
Resulta a estas alturas incontestable, añadió, que en el abanico de postulantes, sólo la dupla Arce-Choquehuanca tiene una propuesta programática, de futuro, seria y de beneficio para el conjunto de la población boliviana, para millones de hombres y mujeres que cambiaron radicalmente sus condiciones de vida en los 14 años de gobierno del MAS, como también un cambio en el conjunto del país en el plano social, económico y político.
Pero en las viñas del señor puede ocurrir que el fraude que una vez intentó justificar el golpe contra Morales, este a la mano de Washington y comparsa. La inhabilitación reciente de cientos de bolivianos residentes en el exterior constituye ahora el preludio de unas elecciones amañadas donde sólo la unidad podrá restituir el Estado de Derecho.
Contra eso, está por verse si se cumplen las palabras expresadas por el expresidente Morales en Argentina cuando dijo que “Solo el pueblo salva al pueblo', lo que es lo mismo que una inmensa mayoría de bolivianos quieren una democracia de liberación nacional y de autodeterminación popular y de construcción de una sociedad de iguales con dignidad, soberanía, inclusión social y desarrollo económico.
El 18 de octubre se sabrá si triunfó el bloque del MAS frente a las opciones neoliberales, parte de la estrategia geopolítica de Estados Unidos en la región, y en particular en Bolivia, por lo que no es de descartar acciones destinadas a imponer un segundo Golpe de Estado que llevaría al país a una situación de alta violencia.
Por lo pronto, como apuntó en un análisis el Jofre Leal, el escenario electoral está plagado de interrogantes, entre ellas las que puede causar la entrada en escena de grupos paramilitares alentados por el gobierno y los grupos de ultraderecha, parecidos a los que impulsaron en Santa Cruz la caída del gobierno de Morales.