Planes militares contra victoria popular en Bolivia
No está de más citar la frase, solo el pueblo salva al pueblo, pero, hasta dónde la derecha y Estados Unidos permitirán una victoria popular.
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Planes militares contra victoria popular en Bolivia
La visita a Estados Unidos del ministro de Gobierno, Arturo Murillo, para obtener “señas” de los planes para desconocer la victoria de las fuerzas populares y la mayoría indígena (48,9 de la población) en Bolivia el 18 de octubre también tenía un componente militar.
Según ha trascendido, la compra de pertrechos para la represión policial y militar era un ingrediente primario en su agenda. Los golpistas del Gobierno de facto instalado luego de un supuesto fraude cometido por el Movimiento al Socialismo (MAS) en 2019 y posteriormente desmentido por prestigiosas universidades y centro de estudios estadounidenses, entre otros, anticipan una derrota en la votación.
En 2020, el ministro Murillo multiplicó por 18 el gasto en armas para la policía, elevándolo a 15,25 millones de dólares, y las víctimas hasta ahora fueron los militantes del MAS y su candidato Luis Arce.
La criminalización de los adversarios transformados en enemigo de la democracia y frente a los cuales se justifican las peores maniobras políticas es la agenda seguida por la derecha.
El domingo 18 puede ser una fecha fatídica para la mayoría de los bolivianos, cuando un gran número de análisis anticipan que habrá un fraude monumental montado por la Organización de Estados Americanos (OEA), la derecha boliviana y dirigido por los emisarios de Washington en La Paz.
La victoria de las fuerzas populares es anticipada por las encuestas pese a que muchas no tienen en cuenta el voto en el exterior y en las áreas rurales, donde los simpatizantes del MAS son mayoría.
Por ejemplo, en Argentina los bolivianos residentes allí pueden cumplir un rol clave en las elecciones en su país al constituir el dos por ciento del padrón electoral, una suma que pudiera ser decisiva para que el candidato Luis Arce gane en primera vuelta.
Si el MAS gana con el 49 por ciento, con el dos por ciento de la comunidad boliviana allí vencemos en las elecciones, señaló en días recientes a la prensa el expresidente Evo Morales, quien reside en Argentina en condición de refugiado político tras el golpe de estado.
¿Por qué se anticipa el triunfo?
Pasó cerca de un año desde que fue impuesta la presidenta de facto Jeanine Áñez, extralimitada en la mayoría de las decisiones y que no respetó el espíritu transitorio que debía marcar su gestión.
En el actual escenario un estudio de la Universidad de Columbia, Economic Policy responses to a pandemic: Developing the Covid-19 economic stimulus index, mostró que Bolivia está en la cola de los países en América Latina con menor porcentaje de su PIB dedicado a políticas fiscales expansivas, apenas el uno por ciento, algo que en los gobierno del MAS no ocurrió.
Las grandes masas populares entonces fueron beneficiarias directas de una bonanza económica nunca vista, incluso muchas empresas y empresarios fueron ganaron con el anterior gobierno.
La baja de todos los indicadores económicos es real e incluso el Banco Mundial, nada proclive en reconocer los fracasos de la derecha, pronostica una caída de menos seis en el Producto Interno Bruto (PIB) y por ejemplo, la baja de la pobreza lograda por el gobierno del MAS desapareció en los casi 300 días de gobierno de Añez y su comparsa golpista.
Según estimados, en el país se generó algo más de un millón de nuevos pobres (un millón 59 mil 672) y casi medio millón más si lo medimos por pobreza extrema. Esos votos no irán a los varios candidatos de la derecha.
Si Estados Unidos permite un triunfo de la mayoría que apoya al MAS, algo en dudas, se abrirá la posibilidad de que el pueblo boliviano elija una opción que le dé mejores condiciones, pues hace un año fue grande la inversión para controlar el litio, el gas y otros recursos naturales del país, y en especial para borrar del imaginario de la región a un gobierno de izquierda con mejores resultados económicos que los que siguen las recetas neoliberales de Washington.
Ahora hay incertidumbre y temores. Grupos desestabilizadores externos e internos, aupados por el trabajo de los servicios de inteligencia y organizaciones político-sociales, trabajan por impedir la voluntad popular.
Para el control de esta nación sudamericana en la dirección diseñada desde Washington no se puede permitir el gobierno del pueblo.
No pocos análisis aseguran que si los candidatos de la derecha golpista triunfan el 18 de octubre el país va a enfrentar tiempos difíciles, que hacen prever un estallido social.
A escasas jornadas de ir a las urnas, del abanico de postulantes, solo la dupla Luís Arce–David Choquehuanca tiene una propuesta programática, de futuro, seria y de beneficio para el conjunto de la población boliviana.
Tanto los más pudientes como los más pobres, que cambiaron sus condiciones de vida en los 14 años de gobierno del MAS, se verían beneficiados.
Las capas de bajos ingresos de la sociedad boliviana y los habitantes rurales son los que miran con mayor esperanza el triunfo de Arce y el MAS, y es posible que algunos potentados se sumen a esa esperanza incluyente que se aparte de los planes de sectores de derecha que traerán más inestabilidad interna y el empobrecimiento de la grandes mayoría.
No está demás citar la frase, solo el pueblo salva al pueblo, pero, hasta dónde la derecha y Estados Unidos permitirán una victoria popular.