Vacunarse contra el egoísmo y la desigualdad
Es el reflejo exacto de un mundo desigual e injusto en el que unos pocos siguen siendo los grandes beneficiarios de la riqueza, para lo que miles de millones deben contentarse con las sobras.
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Vacunarse contra el egoísmo y la desigualdad
La Solidaridad y la Justicia siguen siendo palabras en desuso aun cuando la catástrofe nos compete a todos, como un gran Titanic universal. Un minúsculo y pegajoso virus ha movido los miedos, estremecido sociedades y sistemas de salud, provocado sinnúmero de reflexiones sobre el hoy y el futuro, pero no ha logrado que prosperen la equidad y el amor al prójimo.
Esta semana se llegará a los 100 millones de personas contagiados en el mundo con la COVID-19 y ya son más de 2 millones los fallecidos.
“Cada día aumenta la brecha entre los que tienen y los que no tienen. La pandemia nos ha recordado que la salud y la economía están relacionadas y que estamos todos en el mismo barco. La pandemia no terminará hasta que no finalice en todas partes”, ha dicho este lunes el Director General de la Organización Mundial de la Salud Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Los números dan fe incontrastable de la valoración del experto.
Pese a los numerosos llamados de la ONU y diversos líderes mundiales para buscar una respuesta global a la pandemia y facilitar y compartir el acceso a la cura de la enfermedad, predominan las visiones estrechas y los oídos sordos.
“La ciencia está teniendo éxito, pero la solidaridad está fallando”, apuntó el pasado 15 de enero el Secretario General de la ONU António Guterres.
Varias vacunas están ya disponibles en el mundo para enfrentar al virus SARS-CoV-2, pero el acceso a ella es profundamente desigual como el mundo que habitamos.
Hasta la fecha se han aplicado unas 66.33 millones de dosis, de las que el 93% se suministraron en apenas 15 países: EE.UU., China, Reino Unido, Israel, Emiratos Árabes Unidos, Alemania, India,Italia, Turquía, España, Francia y Rusia, de acuerdo con la plataforma de análisis de datos Our World in Data.
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Datos de las dosis de vacunas. Imagen: Our World in Data
En toda África Subsahariana apenas se habían podido administrar 25 dosis de vacunas. Países populosos como Nigeria, con 200 millones de habitantes, están esperando la primera dosis.
La misma rebatiña que se vivió a inicios de la pandemia con los ventiladores pulmonares, las mascarillas y los trajes de protección, se está escenificando ahora con las vacunas: acaparamiento, sobreprecios y especulación. “Una carrera inmoral hacia el abismo”, como la catalogó el principal directivo de la OMS.
Es el reflejo exacto de un mundo desigual e injusto en el que unos pocos siguen siendo los grandes beneficiarios de la riqueza, para lo que miles de millones deben contentarse con las sobras.
Es el “virus de la desigualdad” que OXFAM denuncia en su más reciente informe, en el cual evidencia que mientras los multimillonarios vieron incrementar sus fortunas entre marzo y diciembre de 2020 en un volumen total de 3,9 millones de millones de dólares, los más pobres del planeta necesitarán “más de una década para recuperarse de los impactos económicos de la crisis” acentuados por la pandemia de COVID-19.
“Nuestro mundo sólo puede ganarle a este virus de una manera: unido”, enfatizó recientemente el Secretario General de la ONU. Lamentablemente, las vacunas de la solidaridad y la justicia no han podido ser aplicadas en el mundo rico que domina.
Apenas un pequeño archipiélago en el Caribe, llamado Cuba, ha sido capaz de enviar a miles de médicos y enfermeros a decenas de países para colaborar en el combate a la mortal enfermedad y ahora se dispone a producir 100 millones de dosis de una de las 4 vacunas en las que trabajan sus científicos, para inmunizar a toda la población cubana y disponer de más de 70 millones de dosis para otros países del Sur.
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Herida neoliberal. Caricatura: Jorge / Al Mayadeen Español