Estados Unidos y el fantasma del “miedo rojo"
Estados Unidos es susceptible de sacrificar los principios democráticos con el pretexto de defender la democracia, y el “miedo rojo” anticomunista del senador Joseph McCarthy, es relevante hoy en día, denunció recientemente un análisis de Teen Vogue, una publicación en línea estadounidense, que mostró elementos sobre como las falsas teorías de McCarthy destaparon la histeria en el país y arruinaron vidas y movimientos.
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Estados Unidos y el fantasma del “miedo rojo"
Ese “miedo rojo”, está ahí y como tenebroso fantasma de la guerra fría lanza aun su manto sombrío por el mundo. Se le vio más recientemente en Ecuador durante las últimas elecciones para atacar a las fuerzas de izquierda, a los movimientos populares, a los que se acusó falsamente de buscar escenario “diabólicos” de dominación.
En Perú, Keiko Fujimori, la candidata neoliberal de derecha, lo utilizó para restar fuerza al respaldo que se avizoraba a la apuesta del maestro Pedro Castillo. Sin dudas logró puntos a su favor, las mentiras y las falsas ideas propagadas por la gran prensa y los burgueses de Lima hicieron su trabajo para hacer de los comicios presidenciales una liza muy reñida.
Allí actuó el fantasma, de la misma forma que lo hizo en la Bolivia de Evo Morales, el ejemplo más reciente que desmiente con cifras de progresos los infundios contra todo lo que tenga un ideal popular. Pero, pese a todo, los bolivianos volvieron con Luis Arce aun con las campañas mediáticas apoyadas por Estados Unidos y los burgueses de la derecha local.
Como surgió el “Miedo rojo"
Durante un discurso pronunciado en 1950 ante el Club Republicano de Mujeres de Wheeling, Virginia Occidental, el senador Joseph McCarthy, a quien llegó la muerte alcohólico y drogado, hizo una audaz acusación al afirmar que los comunistas 'se habían infiltrado en el Departamento de Estado de Estados Unidos'.
Ese discurso impulsó a la fama al político republicano como figura central del movimiento anticomunista que llegó a conocerse como 'el miedo rojo', utilizando acusaciones que a menudo se basaban en pruebas poco sólidas o en mentiras.
Profundamente destructiva, esa teoría no sólo arruinó vidas y movimientos, sino que empujó al país a una era de chismes, paranoia y lucha entre la seguridad nacional y los derechos individuales, señaló recientemente Teen Vogue, al hacer una enumeración de las acciones que siguieron al macartismo.
La publicación abordó numerosas acciones promovidas por el macartismo, convertido en ideología oficial de esa época, entre ellas audiencias en el Congreso que acorralaban a sus sujetos de tal manera que incluso permanecer en silencio podía ser un delito.
Según la publicación, por ejemplo, si un acusado negaba su participación en el Partido Comunista, la fiscalía traía a un testigo del FBI o a un excomunista que insistía en que el acusado era comunista, para poder alegar que había cometido perjurio.
Esa oscura etapa en Estados Unidos con la Unión Soviética en la mirilla, tuvo importantes efectos en los movimientos de derechos civiles y laborales, obligando a los individuos a ocultar su posición política personal. Asimismo para los más de cinco millones de trabajadores federales que se enfrentaban a la sospecha a través de los controles de lealtad, ser llamado comunista tenía el poder de convertirlos en parias, cortando todas las vías de empleo.
La sospecha de anticomunista perduró, incluso hoy en día, los conservadores que provocan el miedo contra las figuras políticas liberales utilizan etiquetas como 'socialista', algo muy de moda durante los últimos procesos electorales.
Para algunos historiadores, el testimonio más notable de la prevalencia de la era McCarthy es el parecido del senador con el expresidente Donald Trump, para quien acusar a sus contrarios de “comunistas” fue una carta de triunfo. Senadores, funcionarios políticos, periodistas y todo aquel que presentara una idea o un programa para beneficiar a las grandes mayorías, según Trump, es un comunista.
'Me hubiera gustado decir que hemos superado eso en Estados Unidos. Los últimos cuatro años (de Trump) demuestran que no lo hemos hecho', dijo a Teen Vogue, Larry Tye, el autor de Demagogo: La vida y la larga sombra del senador Joe McCarthy.
Un poco del Macartismo y sus consecuencias
Pocos juicios en la historia de Estados Unidos pueden compararse con el de Ethel y Julius Rosenberg por su sensacionalismo. La joven pareja fue detenida en 1950 por presunto espionaje atómico. Menos de un año antes, la Unión Soviética había detonado su primera bomba nuclear, apenas cuatro años después de los ataques de Estados Unidos sobre Hiroshima y Nagasaki.
La histeria de la Guerra Fría estaba en su apogeo. La pareja fue rápidamente declarada culpable, condenada a muerte y, tras dos años de protestas internacionales y una serie de apelaciones fallidas, ejecutada en junio de 1953.
Los Rosenberg son los únicos individuos condenados a muerte por espionaje en tiempos de paz en la historia estadounidense y casi todo el mundo está de acuerdo en que ninguno de los dos debería haber sido asesinado.
Hasta el final, los Rosenberg protestaron por su inocencia. Aunque se acogieron a la Quinta Enmienda respecto a su afiliación al Partido Comunista, insistieron en que estaban siendo perseguidos por sus opiniones políticas radicales.
En los círculos liberales y de izquierdas, la posición de cada uno en el caso Rosenberg se convirtió no sólo en un indicador de sus opiniones sobre el comunismo y la Unión Soviética, sino que, al igual que el caso Dreyfus en Francia medio siglo antes, definía instantáneamente quién era cada uno.
El caso de los Rosenberg demuestra cómo el miedo generalizado a los enemigos extranjeros, a los comunistas, puede conducir a abusos gubernamentales.
En resumen, lo que surgió entre mentiras, el macartismo, se pasea y expande sus redes por el mundo para evitar que los de a pie, los que nada tienen que perder, alcancen una dimensión como seres humanos, algo que le niegan las burguesías que quieren la prevalencia de sus gobiernos.