Cuba y sus relaciones con Estados Unidos, retos y perspectivas
Durante más de 60 años, gobiernos estadounidenses solo buscaron derrotar a la Revolución cubana, es una verdad innegable que hasta la propia Casa Blanca no oculta.
Los disturbios ocurridos en Cuba el pasado 11 de julio son una muestra fehaciente de la manipulación mediática, del financiamiento encubierto y descubierto para dar al traste con un proceso que plantó cara a Washington como ejemplo de la voluntad de un pueblo por ser dueño y elegir su propio destino.
La publicación The Grayzone denunció en una amplia investigación sobre los disturbios del 11 de julio en la isla que los principales miembros del Movimiento San Isidro recibieron financiación de organizaciones para el cambio de régimen como la National Endowment for Democracy y la US Agency for International Development, mientras se reunían con funcionarios del Departamento de Estado, personal de la embajada estadounidense en La Habana, parlamentarios europeos de derechas y líderes golpistas latinoamericanos, desde el venezolano Guaidó hasta el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien ahora convoca a una organización de la que Cuba no forma parte a reunirse y “analizar la situación en la isla”.
La respuesta al pedido de Almagro, un peón de Washington, como mostró su papel siniestro y de coparticipe en el golpe de Estado contra el presidente de Bolivia, Evo Morales, está en pronunciamientos del presidente de México, Manuel López Obrador, quien propuso que Cuba sea considerada como Patrimonio de la Humanidad por su resistencia a más de 60 años al bloqueo.
Según la investigación de The Grayzone, un artículo publicado en 2009 en el Journal of Democracy, el órgano oficial de la National Endowment for Democracy (NED), esbozaba un ambicioso plan para cultivar la clase baja cubana de la posguerra fría como vanguardia antigubernamental.
Washington puso en marcha una audaz operación encubierta basada en la estrategia que ellos esbozaron y donde la mentira, el dinero y la manipulación mediática tuvieron un rol destacado y descarado.
En ese escenario la NED y la USAID aprovecharon esta oportunidad para construir un potente aparato mediático antigubernamental en línea. La nueva hornada de medios respaldados por Estados Unidos, como CubaNet, Cibercuba y ADN Cuba, representaron una cámara de eco de insurrección tóxica, burlándose del presidente Miguel Díaz-Canel con memes insultantes y pidiendo su enjuiciamiento por altos delitos, incluido el genocidio, según la publicación.
Aunque las protestas se desvanecieron rápidamente, los comentarios del presidente Joe Biden denigrando a la Cuba sometida al embargo de EEUU como un "estado fallido", y prometiendo añadir nuevas sanciones aplastantes a las impuestas por Trump, sugirieron que la administración demócrata no volvería al proceso de normalización de Obama. Sin embargo, los grupos conservadores cubanoamericanos lograron un objetivo clave a corto plazo del lobby del cambio de régimen de Miami. En esencia, evitar que Biden diera algún paso en lo inmediato para cumplir sus promesas electorales.
Recientemente, Michael E. Parmly, exjefe de la Sección de Intereses de Washington en La Habana, en entrevista con Salim Lamrani, un profesor, ensayista, investigador y periodista francés, especialista en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos y publicada en el sitio https://doi.org, hizo una acertada valoración de lo que ocurre entre los dos estados separados por el estrecho de La Florida.
El escabroso camino de las relaciones de Cuba con Estados Unidos
Todavía hay estadounidenses que piensan que Cuba debe someterse a la voluntad de Estados Unidos, pero esa no es la voluntad de la mayoría de los cubanos. Así resumió Salim Lamrani, las causas del desencuentro entre Washington y La Habana coincidiendo con la guerra sucia contra los isleños.
El informe desgrana el pensamiento de un funcionario que quiso desarrollar su trabajo haciendo de las relaciones con Cuba un aspecto de la política exterior de su país y no un asunto de política interna en el cual sectores conservadores, en especial de La Florida, dictaran el rumbo.
Parmly es un diplomático de carrera con más de tres décadas de experiencia. Sirvió en La Habana como jefe de la Sección de Intereses de Estados Unidos (SINA) de 2005 a 2008 durante la administración de George W. Bush, en un momento en que las relaciones entre los dos países eran particularmente tensas debido al enfoque hostil adoptado por la Casa Blanca hacia Cuba.
La política de la Casa Blanca siempre apunta a derrocar al gobierno cubano, y en más de 60 años, de una u otra forma, el objetivo es ese, algo que se mostró sin cortapisas en las acciones planificadas y que alcanzaron su mayor auge durante la administración de Donald Trump y que su sucesor, Joe Biden, mantuvo como derrotero.
Durante su etapa al frente de la oficina, Parmly, quien se define como un diplomático de carrera y “un cuarto cubano” por ser familiar del dirigente antimperialista isleño, Antonio Guiteras, buscó llevar las relaciones a un enfoque diferente, según comentó.
El también profesor de Estudios de Seguridad Nacional en el National War College, fue partidario de la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, e incluso publicó un estudio sobre Guantánamo, en el que pide a Washington que devuelva la base naval a Cuba.
En su conversación con Lamrani, manifestó que tuvo muchos contactos con los cubanos y con la realidad del país.
Antes de llegar a Cuba, dirigí la División de Derechos Humanos del Departamento de Estado. Dondequiera que hubiera un problema de derechos humanos en el mundo, mi división participaba. Así que tuve mucho contacto con la realidad cubana, aseguró.
“Tuve una conversación con la Secretaria de Estado Condoleeza Rice unos dos meses después de mi llegada a La Habana. Me dijo textualmente: "Michael, no quiero que conviertas a Cuba en una cuestión de política interior de Estados Unidos. Quiero que hagas política exterior en Cuba”, apuntó.
Esta declaración de Rice, dijo, fue de gran importancia para mí. “Mis predecesores habían interpretado su papel como representante de Miami, de la comunidad cubana en Estados Unidos. Pero Condoleeza me dijo, en presencia de testigos, que quería que hiciera de La Habana una posición normal, es decir, que se ocupara de la política exterior.
Teníamos que escuchar y entender a los cubanos, ya que nadie más en el gobierno de los Estados Unidos tenía esa capacidad… Mi presidente George W. Bush no entendía lo que pasaba en Cuba y gracias a nosotros entendió un poco mejor la isla, apuntó.
En mi carrera como diplomático tuve la suerte de contar con líderes que estaban a favor del diálogo. Así que no puedo decir que haya recibido un pedido con el que no esté de acuerdo.
Destacó que durante su gestión en la isla nunca temió por su seguridad algo que contrasta con la decisión de la administración Trump que acusó de manera infundada y nunca demostrada que los diplomáticos de su país fueron agredidos por “ataques sónicos” en los que nunca pudieron demostrar la participación de los cubanos.
Un día estaba en la Casa Blanca, en el Despacho Oval, con George W. Bush. Dijo: 'Debe ser terrible para ti allí. Le dije: 'No, no lo es'. Dijo: "Bueno, todo el mundo me dice que es hostil. Le dije que la gente es hostil si tú eres hostil con ellos. Si los escuchas, no es el caso. Hubo gente que se enfadó conmigo en Cuba, pero nunca hasta el punto de amenazarme físicamente.
Por su experiencia, dijo que “el pueblo cubano se caracteriza por su espontaneidad. Si los cubanos son disciplinados, es porque ellos lo han decidido, no porque sea una petición del gobierno. Son demasiado espontáneos para eso. Son disciplinados porque han decidido hacerlo ellos mismos”.
En otra parte de sus declaraciones señaló que los cubanos son muy cultos, son conscientes de ello. La cultura cubana es muy rica. Así que los cubanos están naturalmente orgullosos de ello, subrayó.
En su valoración de cómo los cubanos enfrentan las adversidades, sostuvo que ante cualquier situación complicada, los cubanos tienen la capacidad de "resolver", otro término que utilizan mucho, es decir, de encontrar una solución, de gestionar. Todo cubano resiste y no se queja, subrayó.
Al ser preguntado sobre las verdaderas razones de las complicadas relaciones entre Cuba y Estados Unidos, opinó, a título personal, que desde finales del siglo XVIII, ha habido norteamericanos en Estados Unidos que han querido dominar la isla y hacer de Cuba un Estado de la Unión.
“Los cubanos, conscientes de ello y orgullosos de sí mismos, se negaron a someterse. Todavía hay norteamericanos que piensan que Cuba debe someterse a la voluntad norteamericana, pero esa no es la voluntad de la mayoría de los cubanos.
Lo que caracteriza a los cubanos es su orgullo y su carácter, puntualizó, y subrayó que desgraciadamente, esta mentalidad sigue presente en algunos estadounidenses.
No todos en EEUU quieren relaciones tensas con Cuba
En ese sentido, la exsecretaria de Estado Condoleeza Rice, una conservadora, no estaba a favor de aplicar sanciones contra Cuba como parte de la política de hostilidad contra la isla, según dijo Michael E. Parmly, exjefe de la Sección de Intereses de Washington en La Habana.
Parmly, un en su recuento de las relaciones entre ambos países opinó que las sanciones de 2004 bajo el gobierno de George W. Bush fueron severas y se debieron al contexto político de Estados Unidos. Hubo elecciones presidenciales. Había un elemento de línea dura en el Partido Republicano que decía que si Bush quería recuperar Florida, tenía que imponer una ley dura contra Cuba, explicó. Algo parecido le ocurre hoy a Biden aunque diversos analistas estiman que sus castigo a los cubanos están encaminados al fracaso.
Rice fue consejera de Seguridad Nacional en el primer mandato de Bush. Se convirtió en Secretaria de Estado en el segundo mandato, cuando se adoptaron las normas más estrictas contra Cuba. Pero descubrí que no estaba a favor de ello, indicó.
Teníamos miedo de enfadar a los republicanos de Florida, puntualizó el también académico en el National War College.
Al abordar los pasos dados por los expresidente James Carter y Barack Obama para propiciar un cambio en las relaciones con la isla consideró que el primer presidente negro de su país estaba convencido “que la política de Estados Unidos hacia Cuba era errónea y quería cambiarla”.
En el caso de Trump primaron sus intereses con el electorado conservador de Florida y “quería tener el apoyo de la comunidad cubano-americana. Así que identificó a unos cuantos grupos de esa comunidad, la parte más conservadora, y optó por adoptar una posición extremista que atendía a los intereses de esa franja”.
En mi opinión, esto fue un error. La arrogancia de Trump lo llevó a pensar que puede dar órdenes a los cubanos y -como cuarto cubano por tener raíces familiares en la isla- no puedo aceptarlo, puntualizó.
Al valorar el estado actual de las relaciones entre las dos naciones, destacó que “el potencial entre los dos países es enorme. Biden ha dicho que corregirá los errores de Trump y esa es una de las razones por las que lo apoyé. Creo que lo hará”, dijo, pese a la arremetida de su administración.
Biden cambiará el estado de las relaciones con Cuba, pero lo hará con cuidado, en pequeños pasos. Así que no espero un cambio radical en la política estadounidense de la noche a la mañana, aclaró Parmly.
Si Joe Biden quiere entender al pueblo cubano, debe tener contacto con La Habana. No puede hacer las cosas sin el acuerdo de los cubanos de la isla. El segundo aspecto se refiere a la base naval de Guantánamo, señaló.
¿Usted ha estado trabajando en el tema de la base naval de Guantánamo? ¿Cuál debería ser el enfoque de la Casa Blanca en este asunto?, preguntó Lamrani.
El exjefe de la SINA al abordar como fue impuesto ese apéndice colonial al gobierno cubano de la época fue categórico al señalar que “nuestra presencia en Guantánamo no es legítima”. Llegará el día en que Estados Unidos abandone Guantánamo, pero desgraciadamente será demasiado tarde, apuntó.
Al hablar sobre algunas sugerencias que hizo en una nota enviada a la administración Biden, el exdiplomático indicó que apoyó facilitar las remesas a la isla y volver a una política migratoria humanitaria pese a que los republicanos están tratando de explotar esto al máximo, entre otras medidas.
¿Estados Unidos dice que su prioridad en Cuba es la democracia y los derechos humanos, pero a pocos observadores les convence realmente este argumento, que parece utilizarse en geometría variable? ¿Cuál es su opinión sobre esta cuestión?, preguntó el periodista.
En mi opinión, dijo, “hay derechos humanos que no se respetan en Cuba. Estoy convencido de que esto está cambiando y de que el gobierno actual está cambiando en este tema. Pero Cuba no actuará porque Estados Unidos le pone un cuchillo en la garganta. Cuba actuará si lo decide por sí misma y cree que es lo mejor para el país”, subrayó.
Por otro lado, opinó, que si se critica la política cubana de derechos humanos, Cuba debe tener derecho a criticar a su vez a Estados Unidos dado sus problemas en ese campo. “Así que Estados Unidos no tiene nada de lo que presumir en materia de derechos humanos”, acentuó.
En mi opinión, la Convención Internacional de Derechos Humanos y la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 deberían dictar el camino a seguir, no la legislación estadounidense, dijo.
¿Cree que algún día Estados Unidos pondrá fin a su política hostil hacia Cuba?, preguntó el analista francés.
Conociendo a mi gente, me temo que llevará tiempo. Los cubanos no son hostiles a Estados Unidos. La mayoría de los estadounidenses no son hostiles a Cuba. Pero hay un puñado de estadounidenses que, por diversas razones, son hostiles a Cuba. Esto se alargará. Como dirían los cubanos, "es complicado".
Por lo pronto, y pese al rechazo de 184 países en Naciones Unidas, Cuba paga un alto precio por su perseverancia y sostener un proyecto independiente de Estados Unidos, lo cual ese país considera un mal ejemplo para América Latina, según valoraron expertos.