Cumbre del Clima, hora de la acción y nada de promesas
El clima actual comparado con el que vendrá nos parecerá suave opinó el ecoteólogo brasileño Leonardo Boff en un amplio análisis donde aborda una de las preocupaciones mayores que enfrenta la humanidad y que amenazan la vida en el planeta tierra, el cambio climático.
Para la mayor parte de la comunidad internacional no es tiempo de ceremonias y sí de una acción consecuente contra lo que dejo de ser una amenaza para convertirse en realidad. A ese desafío se enfrentará el mundo del 31 de octubre al 12 de noviembre en la ciudad de Glasgow, Escocia, anfitriona de la vigésimo sexta edición de Conferencia de las Partes de la ONU (COP26).
De telón de fondo están las advertencias del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) que en su más reciente informe alertó que el escenario mundial parece más sombrío que nunca. Sólo tenemos una década para reducir las emisiones de CO2 al menos a la mitad, de lo contrario alcanzaremos un calentamiento de 1,5 grados centígrados.
Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en una entrevista con The Observer advirtió que el mundo podría caer en una situación catastrófica si los líderes mundiales no abordan adecuadamente las emisiones de gases de efecto invernadero en Escocia.
"En realidad estamos hablando de preservar la estabilidad de los países, de preservar las instituciones que hemos construido durante tantos años, de preservar los mejores objetivos que nuestros países han establecido. El escenario catastrófico indicaría que tendríamos flujos masivos de personas desplazadas", dijo.
Se espera que los líderes mundiales que participan en la COP26 encuentren vías para alcanzar los objetivos establecidos en el acuerdo climático de París de 2015, que pretende reducir el calentamiento global en 1,5 grados centígrados en comparación con los niveles preindustriales, y que la acción se imponga sobre las promesas, la mayoría de las veces vacías y modificables según el vaivén de la política.
Pudiéramos citar como ejemplo a Estados Unidos, donde hay una gran interrogante sobre si el presidente Joe Biden solo ira con las manos vacías y con “muchas promesas” ante la imposibilidad de lograr los fondos necesario para enfrentar el deterioro climático en su país, y como mayor economía mundial ayudar a los más desfavorecidos en su reto por la supervivencia.
Estados Unidos volvió al acuerdo de París después de que el presidente Biden asumiera el cargo y destaca la convocatoria de una cumbre climática virtual en abril en la que prometió que se propondría reducir las emisiones en un 50 por ciento para 2030 en comparación con los niveles de 2005. Es apenas una promesa que pudiera llegar con un cheque sin fondos.
Aunque Espinosa asegura que el mundo necesita que de Glasgow salgan mensajes de los líderes de que están decididos a impulsar esta transformación, a realizar estos cambios, a buscar formas de aumentar su ambición, la realidad muestra que la humanidad lo que necesita ahora, más que nunca, son recursos para transformaciones que ayuden a enfrentar la tragedia que avanza.
Con el tiempo corriendo y la temperatura aumentando se produciría una grave devastación de la naturaleza, porque la mayoría de los seres vivos no se adaptarían y podrían desaparecer; también afectaría dramáticamente a la humanidad, con millones de migrantes climáticos, porque sus regiones se habrán vuelto demasiado calientes para vivir y producir; además, podría producirse la intrusión de una amplia gama de virus que seguramente sacrificarían un número inimaginable de vidas humanas, mucho más que el actual Covid-19, una afirmación de Boff que es para tener en cuenta.
Pese a que muchos estudiosos del clima sostienen que llegamos demasiado tarde y que no hay vuelta atrás, no son pocos los que afirman que todavía hay un ahora o nunca, lo que debe servir de acicate a los que se darán cita en Escocia si logran evitar las imposiciones de los grandes intereses corporativos en especial del sector de los hidrocarburos, el carbón y alimentarios.
Los informes sobre la crisis climática están a la orden del día. Abrumadora se puede calificar su lectura.
Un artículo del diario The Washington Post valoro recientemente como el cambio climático hace que algunas partes del mundo sean demasiado calientes y húmedas para sobrevivir.
"El calor húmedo extremo en general ha duplicado su frecuencia desde 1979", escribieron los autores del estudio. Estas condiciones están alcanzando ese umbral mortal en lugares como el sur de Asia y Oriente Medio, y podrían cruzarlo regularmente en 2075, según los científicos.
Algunos no sobrevivirán, es una afirmación lapidaria citada por el Post que debería hacer pensar a los que se darán cita en la COP26 de Glasgow, la cual pudiera ser otra oportunidad perdida para evitar la muerte de millones de personas.
Otra ilustración del problema salió a relucir en un estimado de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos sobre los riesgos resultados del cambio climático.
Por ejemplo, países como Irak y Argelia podrían verse afectados por la pérdida de ingresos procedentes de los combustibles fósiles, incluso cuando su región se enfrenta a un empeoramiento del calor y la sequía. El Pentágono advirtió que la escasez de alimentos podría provocar disturbios, además de luchas entre países por el agua.
Esos expertos indicaron que a medida que se derrita el hielo en el Océano Ártico, aumentará la competencia por el pescado, los minerales y otros recursos, mientras advertía de que es probable que decenas de millones de personas se vean desplazadas de aquí a 2050 a causa del cambio climático, incluyendo hasta 143 millones de personas en el sur de Asia, el África subsahariana y América Latina.
El problema se puede tocar con las manos y lo que advirtió en junio de 1988, un científico de la NASA, el Dr. James Hansen, de que se avecinaba un futuro sombrío debe preocupar a todos y es un asunto que, dadas sus complejidades, demanda la acción a cuya falta, las más versadas voces alertan sobre la extinción del hombre.
En definitiva, los últimos 30 años fueron una colosal serie de oportunidades perdidas. Buenas ideas desperdiciadas. Tiempo perdido. No obstante, si se dispara el temor, debe primar la cordura y los gobiernos, en especial las grandes potencias, pasar de las promesas a la acción. Eso espera la comunidad internacional de la COP26. ¿Cuál será la realidad?
Es un difícil pronóstico pero, la ciencia asegura que marchamos hacia un mundo de sombras, donde aún no sabemos si prevalecerá la especie humana.