Palos porque bogas, palos porque no bogas
En español hay un conocido dicho que dice “palos porque bogas, palos porque no bogas”, el que hace referencia a que cierto tipo de personas te criticarán independientemente de lo que hagas, esté bien o esté mal.
La pandemia ha afectado por igual a todos los países del planeta. Algunos han adoptado medidas más efectivas que otros para enfrentarla, así como en otros casos han contado con más recursos y/o un mejor lobby con los laboratorios para adquirir suficientes vacunas para iniciar prontamente la vacunación de su población.
Pero con mayor o menor intensidad muchos son los países donde la gente salió a las calles a protestar por el manejo de la pandemia, situación que en varios casos estuvo acompañada de levantamientos sociales con legítimos reclamos por mejorar las condiciones sanitarias, la calidad de la educación, las pensiones, la disponibilidad de agua potable, derechos de género, de pueblos indígenas, derechos de las mujeres y otros que requieren de cambios en la constitución para lograr transformaciones democráticas hacia sociedades más justas y equitativas. Tal ha sido por ejemplo el caso de Chile entre otros países de Latinoamérica.
Ante tan complejo escenario Cuba no ha sido una excepción y ha sufrido los efectos de la pandemia igual que tantos otros. Con un agravante y es que el bloqueo que le tiene impuesto Estados Unidos desde febrero de 1962 con el objetivo de estrangular la revolución cubana de Fidel Castro. Esta política fracasada y de Guerra Fría aún constituye el más prolongado y abarcador cerco económico, comercial y financiero contra país alguno y, al igual como ocurre en Gaza, Palestina, esa política hostil y agresiva daña y golpea fuertemente a la población, por lo que constituye una grave violación a los derechos humanos. Si bien el bloque a Cuba es de más larga data, el bloqueo israelí a Gaza, que también busca el derrocamiento del gobierno palestino en esa franja, es mucho más criminal aún ya que Israel constantemente bombardea ese territorio provocando destrucción y muerte a miles de palestinos, utilizando armas internacionalmente prohibidas, agudizando la gravedad de la pandemia entre la población.
Continuando con Cuba, en la última semana, mucha gente salió a las calles a protestar por la escasez de alimentos, los problemas con la energía eléctrica, el deterioro de la actividad económica especialmente el turismo que constituye la principal fuente de ingresos del país y las condiciones sanitarias generales. Pero, es también de toda justicia reconocer que en casi todo el mundo se han realizado masivas protestas, independientemente del color político del gobierno, ante la falta de insumos médicos, incapacidad de atención de los centros hospitalarios, demoras en la vacunación, gran cantidad de personas fallecidas en países de América Latina, Asia y Europa, entre tantos otros problemas. Ello sin considerar los casos de corrupción y renuncias de ministros de salud como en los conocidos casos de Brasil y Chile en Sudamérica.
Con todo y a pesar de las críticas, el manejo de la pandemia del gobierno de Cuba parece ser notoriamente mejor que el de muchos otros países del continente. Para citar algunos casos, las muertes por Covid-19 como porcentaje de la población han sido hasta la fecha en Chile de 0,17%, en Colombia 0,23%, Argentina 0,22% y en Cuba solamente un 0,015%. En la isla se desarrolló una vacuna contra el Covid-19 dado el notable desarrollo científico y en salud que ha logrado Cuba, pese a todas las restricciones a las que está sometida por el bloqueo estadounidense.
El embargo a Cuba ha sido condenado 30 veces por las Naciones Unidas y la comunidad internacional sostiene que viola el derecho internacional, atentando contra los derechos sociales y económicos de la población cubana, así como limita la importación de medicinas, material médico y tecnologías para tratar enfermedades mortales y para mantener los programas sanitarios de este país. Este año el fin del embargo fue aprobado en la ONU por abrumadora mayoría y como casi siempre con solo dos votos a favor, Estados Unidos e Israel.
Como ya ha sucedido, cada vez que hay una protesta en Cuba, el gobierno de Estados Unidos moviliza toda su capacidad comunicacional, la que demás está recordar, se encuentra en poder de multinacionales controladas por el sionismo mundial, además de activar a sus agentes “dormidos” para incitar a las manifestaciones contra el gobierno cubano en sucesivos intentos por poner fin a la revolución. Esta, sin embargo, cuenta con el apoyo de la gran mayoría de la población que desde los tiempos del derrocado dictador Fulgencio Batista conoce bien las inequidades y atropellos de la sociedad capitalista.
En este difícil escenario el gobierno de Miguel Díaz-Canel debe ser prudente y abrir espacios de diálogo con los que se identifiquen como líderes del movimiento de la protesta social, para escuchar y considerar eventuales respuestas a sus demandas, las que podrían cumplir con un doble objetivo, por un lado, ser ciertamente razonables y posibles de implementar en beneficio del país y, por otro lado, silenciar las voces políticas internas y externas que se alzan contra el gobierno para desacreditar sus logros y derribar el proyecto socialista.
Por lo pronto, ya ha reconocido el presidente cubano que muchos de los reclamos eran fundados, con lo cual ha tendido un puente para que tanto la oposición como el gobierno se sienten en una mesa de diálogo. Desde hace algo más de una década, en las universidades, centros de pensamiento e incluso al interior del partido comunista se han insinuado con más o menos notoriedad algunas propuestas de cambio, particularmente en materia económica. La aparente amenaza de las protestas podría ser inteligentemente utilizada por el gobierno como una oportunidad para llevar a cabo las reformas que el país requiere.