¿En manos de quién estaría la iniciativa en las conversaciones ruso-estadounidenses?
Moscú quiere un diálogo igualitario basado en el respeto mutuo de los intereses en cuestiones de equilibrio estratégico y de seguridad internacional de acuerdo con el principio de la multipolaridad; pero Estados Unidos no ha definido una visión clara sobre lo que quiere del diálogo.
Moscú y Washington: ¿quién ha comenzado?
Desde el punto de vista occidental, Rusia debe estar satisfecha con la superioridad moral y psicológica que ha logrado gracias al despliegue de parte de su ejército en la frontera con Ucrania; según esta lógica, todos los indicios apuntan a que Rusia puede obtener concesiones de Estados Unidos y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte a cambio de nada en las próximas conversaciones en Ginebra, Bruselas y Viena. De ahí la conclusión occidental de que el chantaje militar es la mejor forma de lograr objetivos ¿Serían realmente un chantaje militar, las exigencias legítimas de Moscú cuyo fin es obtener garantías en el ámbito de la seguridad?
Lo cierto es que occidente ha rechazado prácticamente y de manera amplia las exigencias de Rusia, considerándolas poco realistas, pero en cuanto a lo señalado por el presidente estadounidense Joe Biden sobre la posibilidad de negociar para encontrar un arreglo que de respuesta a las inquietudes de Rusia en relación con la seguridad, esto no parece ser más que un intento para calmar la situación con el fin de ganar tiempo y de vaciar de su esencia las diferencias estratégicas entre Moscú y Rusia.
Esto es precisamente de lo que advierte Rusia y según el viceministro de Exteriores de Rusia, Serguei Ryabkov, quien dirigirá el equipo negociador ruso en Ginebra, sus expectativas son realistas, pero en base a las señales que hemos recibido de Washington y Bruselas en los últimos días, probablemente sería ingenuo presumir que se produciría un rápido avance”.
Algunos medios internacionales intentan de manera errada o deliberada, resumir la esencia del actual conflicto entre Rusia y occidente en dos puntos:
Primero, la disputa entre Rusia y occidente radica en el posible ingreso de Ucrania como miembro a la OTAN, y no en las cuestiones relacionadas con la seguridad en el continente europeo y el equilibrio estratégico en general.
Segundo, se insinúa que las “garantías en el ámbito de la seguridad” que exige Rusia serán a expensas de la seguridad de los aliados de Washington, al incluir la frase que reza “no más expansión de la OTAN” en los dos borradores de documentos propuestos por Moscú.
Por supuesto, plantear el asunto de esta manera es considerar que los líderes occidentales han fracasado en informar a su pueblo sobre lo que realmente está en juego en las conversaciones ruso-occidentales, y que Rusia tuvo éxito al poder enmarcar el debate público de una manera que hace que sus exigencias parezcan razonables a los ojos de la opinión pública occidental.
Al mismo tiempo, reducir las expectativas del resultado deseado de las conversaciones con Rusia a no lanzar un ataque contra Ucrania, ignora el hecho de que la invasión de Ucrania no es el objetivo principal de Rusia.
Ucrania, en efecto, es un síntoma y no la causa de la enfermedad que ha afectado las relaciones ruso-occidentales; en cuanto a la escalada militar alrededor de Kiev, esta es solo una fachada para señalar el problema.
Mirando más allá de Ucrania
En la mentalidad occidental actual, cualquier concesión que se haga ahora a Rusia sería a cambio de no lanzar un ataque contra Ucrania. En occidente hablan de una invasión que no está planificada de todos modos. Sin embargo, si las próximas conversaciones no conducen a un resultado satisfactorio para Moscú, entonces las opciones militares permanecerán en los cálculos de Rusia, muchas de las cuales traerán mayores recompensas y serán menos riesgosas que una campaña terrestre contra Ucrania.
Por supuesto, habrá un movimiento para establecer una presencia militar rusa permanente en Bielorrusia, una de las formas seguras para salir de la confrontación directa, mientras se continúan cosechando importantes beneficios en el campo de la seguridad, causándole a la OTAN un gran dolor de cabeza en el proceso.
A diferencia de la costosa campaña terrestre, cuyos resultados finales son desconocidos, es posible recurrir a ataques aéreos o con misiles o a los ciberataques dirigidos contra la infraestructura o los sistemas de mando y control militar ucranianos, con pausas y repeticiones con el fin de elevar la techo de las demandas, presionando a Kiev y a sus aliados occidentales para que hagan concesiones.
Basado en la experiencia pasada en la conclusión de acuerdos de alto el fuego en Georgia, Ucrania y Siria, Rusia puede estar confiada en que los socios internacionales de Ucrania presionarán a Kiev para que ponga fin al conflicto y regrese a la mesa de negociaciones con Donbass, la cual Moscú amenaza con reconocer su independencia de Ucrania si se rechazan sus términos.
No hay duda que occidente intentaría disuadir a Rusia de emprender acciones militares, principalmente mediante demostraciones de apoyo firmes y directas a Ucrania o sea que amenazaría con hacer que Rusia incurra en costos elevados e insostenibles en caso de emprender semejantes acciones.
Pero una amenaza de este tipo no asusta a Moscú y no aborda los problemas centrales que han llevado a Rusia a presentar sus demandas.
Punto del diálogo
Rusia ha señalado de manera explícita lo que quiere del proceso de negociación con occidente; las exigencias de Rusia no están relacionadas con Ucrania, Georgia o cualquier otra latitud ubicada en el espacio de la ex Unión Soviética, considerado una profundidad histórica y geoestratégica para los intereses nacionales rusos.
Moscú quiere un diálogo igualitario basado en el respeto mutuo de los intereses en cuestiones de equilibrio estratégico y de seguridad internacional de acuerdo con el principio de la multipolaridad; pero Estados Unidos no ha no definido una visión clara sobre lo que quiere del diálogo. Todas las acciones de Washington y la de sus aliados en los últimos años se han limitado a un intento de contener a Rusia y evitar que desempeñe un papel acorde con su estatus y con sus capacidades en la arena internacional.
Contener a Rusia dentro de sus fronteras es un desafío, y podría ser muy costoso y no contribuirá a la consolidación de la seguridad, sea esta europea o mundial en el futuro.
Rusia tiene derechos que exige e intereses que defiende, y quizás la rápida y decisiva interacción de Rusia con el dramático desarrollo de los acontecimientos en Kazajistán sea la mejor prueba de ello; Moscú dice: “no más juego después de hoy en mi patio trasero”.