El militarismo de EE.UU. desangra al mundo
El militarismo estadounidense es una causa de tensión en Europa del Este, no una solución, señaló recientemente un artículo que publicó el sitio https://truthout.org, suscrito por Khury Petersen-Smith, quien aseveró que las crecientes tensiones entre Ucrania, Rusia, Estados Unidos y otros países de la OTAN -y el discurso resultante en los medios de comunicación estadounidenses- demuestran que a los líderes estadounidenses les encantan las crisis internacionales.
Muchos de los gobernantes de Estados Unidos, sino todos, personifican la imagen de políticos consagrados al crecimiento y desarrollo del complejo industrial militar, el negocio se justifica y casi las dos terceras partes de todas las armas exportadas en el mundo salen de Norteamérica. Es el drenaje de las riquezas que pudieran dedicarse a fines humanitarios y a otras causas que, como la amenaza del cambio climático, pende sobre nuestras cabezas.
En la actualidad el mundo no quita la vista sobre lo que pasa en Ucrania y alrededor de esa nación, donde Washington alimenta un conflicto entre ucranianos, rusos, la OTAN y, a distancia, Estados Unidos, que a la postre pudiera llegar a un enfrentamiento nuclear, según hace meses advierten expertos y políticos en sus valoraciones.
El militarismo estadounidense es una causa de tensión en Europa del Este, no una solución, señaló recientemente un artículo que publicó el sitio https://truthout.org, suscrito por Khury Petersen-Smith, quien aseveró que las crecientes tensiones entre Ucrania, Rusia, Estados Unidos y otros países de la OTAN -y el discurso resultante en los medios de comunicación estadounidenses- demuestran que a los líderes estadounidenses les encantan las crisis internacionales.
En una crisis, apuntó el analista, se suele disuadir a la opinión pública estadounidense de hacer preguntas, y cuando las hace, la respuesta suele ser el militarismo.
Los funcionarios estadounidenses están presentando el conflicto armado entre Rusia y Ucrania como inevitable - y el apoyo militar de Estados Unidos a Ucrania como necesario, algo que ocurre mientras el propio el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky desalienta el pánico y resta importancia a la idea de que una invasión rusa es inminente.
¿Cuál es la alternativa?", preguntó el general de brigada retirado y exagregado de Defensa en Moscú Peter Zwack en una entrevista en NPR. "¿Dejamos que nos invadan, o hacemos que el coste sea tan alto a nivel militar, pero también diplomático y económico?"
La elección que se plantea es entre la acción militar o la inacción; optar por la "inacción" se presenta como un abandono de Ucrania. La receta de Zwack son las "armas letales", concretamente los misiles antitanque Javelin y los misiles antiaéreos Stinger.
Esa es la tendencia que apoya la Casa Blanca y en poco más de una semana, Estados Unidos realizó cuatro envíos de armas a Ucrania, obsoletas dadas las tecnologías militares actuales, lo que ha hecho que los fabricantes de armas estadounidenses prevean un aumento de los beneficios para sus accionistas.
De hecho, Estados Unidos mantiene una enorme presencia militar con armamento nuclear en Europa -y en los años previos a la crisis actual, gastó millones de dólares en armar a Ucrania en particular, apuntó el informe de https://truthout.org.
No son pocos los análisis de los últimos meses que muestran las acciones de Estados Unidos están aumentando las tensiones en lugar de resolverlas. En última instancia, el incremento del militarismo estadounidense en Europa del Este -como la historia ha dejado claro en repetidas ocasiones- sólo empeorará la situación.
Pero, en estos momentos hay algo que resulta evidente, la escalada de tensiones existente entre Estados Unidos y Rusia sobre una supuesta invasión del país euroasiático a Ucrania está causada por la necesidad de darle ganancias al complejo militar industrial norteamericano.
En esa dirección, los medios al servicio de la Casa Blanca crean una crisis y “magnifican, mienten y encienden el fuego” contra Moscú.
Los ejemplos que muestran cómo se afianza la tendencia militarista, donde siempre está la mano de Estados Unidos y la OTAN, también se manifiestan en otros lugares y con un objetivo definido, destruir a Rusia y a China, y llegar a una unipolaridad en la que Washington sea certificado como emperador mundial.
Por ejemplo, la asociación trilateral de seguridad firmada en 2021 entre Australia, Estados Unidos y el Reino Unido (AUKUS) principalmente “su decisión de iniciar la cooperación en el ámbito de los submarinos de propulsión nuclear”, está dirigida contra Rusia y China y el desarrollo sostenible de la región Asia-Pacífico.
Si ello aumenta el peligro de una carrera armamentística en la región y plantea graves riesgos de proliferación nuclear”, no es un problema para sus promotores ya que la causa del militarismo y el complejo militar industrial estará a salvo, la humanidad no importa, estiman analistas políticos internacionales.
Recientemente, un artículo de Joe Lauria, en el sitio de Consortium News sostuvo que el enredo de la expansión de la OTAN en el corazón de la crisis de Ucrania es algo preparado por los estadounidenses sin considerar que lo que fue frio en un momento se puede convertir en caliente.
La actual expansión de la OTAN hacia el este en Europa, cuando debería haber desaparecido como lo hizo el Pacto de Varsovia, es el ejemplo más palpable de que la tendencia militarista no desaparecerá, a menos que el mundo opte por el multilateralismo y Naciones Unidas ocupe el lugar en las relaciones internacionales tal como fue diseñada después de la Segunda Guerra Mundial.
La OTAN se creó en 1949 como una alianza militar de 12 países contra el temor exagerado de una invasión de Europa Occidental por una Unión Soviética devastada. En la década de 1950 se incorporaron Grecia, Turquía y Alemania, y España en 1982, con lo que el número de miembros ascendió a 16. Pero desde 1997, cuando el presidente ruso Boris Yeltsin aceptó con "una especie de soborno", la OTAN añadió 14 nuevos miembros, incluidos nueve del este.
El "dividendo de la paz" se convirtió en un pago por la expansión, ya que los contratistas de armas presionaron mucho para que se aceptaran estos nuevos miembros de la OTAN, como informó The New York Times en 1998.
Cabe mencionar, en este escenario que James Petra, politólogo y académico de Estados Unidos, aseguró que “el militarismo es un rasgo estructural esencial mediante el cual el imperialismo estadounidense se inserta en el sistema internacional”.
Según Leyde Ernesto Rodríguez Hernández, Doctor en Ciencias Históricas, Profesor Titular y Vicerrector de Investigación y Posgrado del Instituto Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García, de Cuba, este fenómeno tiene raíces remotas. Tomó su mayor auge con la expansión del Complejo Militar-Industrial estadounidense en la época de la segunda posguerra mundial y en los últimos decenios consumió la mayor parte de los recursos mundiales.
Un ejemplo palmario es que los gastos militares a escala mundial aumentaron en el 2019, por ejemplo, en un cuatro por ciento en comparación con el año anterior, impulsados, en gran parte, por el significativo crecimiento del presupuesto militar de Estados Unidos, cuyo gasto subió en un 6,5 por ciento, lo cual significó un incremento de 53 mil 400 millones de dólares hasta alcanzar el total de 684 mil 600 millones.
Pero, para dejar atrás a Donald Trump, su antecesor en el cargo, el presidente Joe Biden, firmó el 27 de diciembre de 2021 la ley que recoge el aumento de gasto en Defensa para el año 2022, un presupuesto de 768 mil 200 millones de dólares, que refleja la nueva política de Washington para dejar atrás Afganistán y centrar sus esfuerzos contra China y Rusia.
En el caso de Trump el objetivo respondía a que quería convertirlo en una “baza de negociación” de su plan para expandir las oportunidades económicas estadounidenses en el mundo basada en la exportación de productos y la captura de los mercados, en opinión de Petras.
Sin duda, el militarismo estadounidense en el siglo XXI continúa impulsado por un Complejo Militar-Industrial cada vez más y más imponente, cuya justificación yace en su amañada doctrina de seguridad nacional y belicosas estrategias político-militares patrocinadoras de la denominada disuasión nuclear.
Estas doctrinas militaristas representan una gran amenaza para la diplomacia mundial en el ámbito multilateral, así como para las relaciones bilaterales entre los Estados, en un sistema internacional planetario e interdependiente en pugna transicional hacia la multipolaridad.
Es el entramado político, militar y económico creado durante la Segunda Guerra Mundial y que desde entonces es el garante de la superioridad tecnológica y por ende de la superioridad militar de Washington y parte esencial de su política exterior como autoproclamado gendarme mundial.
Se estima que los gastos militares estadounidenses se aproximan a la mitad de los desembolsos militares mundiales (48 por ciento del total mundial en 2005, según cifras oficiales), a pesar de que la población estadounidense representa menos del 5 por ciento de la población mundial y alrededor del 25 por ciento de la producción mundial total.
Estados Unidos consolidó aún más su liderazgo mundial con un gasto de 778.000 millones de dólares (647.000 millones de euros), un 4,4 por ciento más, lo que le permite subir un punto porcentual su cuota de la inversión militar global hasta el 39 por ciento.
El aumento del gasto estadounidense, que supera al menos a nueve de los siguientes países en conjunto, se debe a la "gran inversión" en investigación y desarrollo y proyectos a largo plazo como la modernización del arsenal nuclear y compra de armas a gran escala, según denotan organismos seguidores del problema.
El negocio armamentista es grande y se supone que un bloque de unos 60 millones de votantes estadounidenses que tienen intereses financieros en el sistema militar estadounidense, reciben cheque de esa procedencia.
Eso significa que la estadounidense es una sociedad militarizada que se perpetua a si misma políticamente.
En resumen, si se dedicaran los recursos destinados a cumplir con los objetivos de dominación de las corrientes militaristas que desangran las riquezas mundiales, a fines humanitarios, un mundo mejor sería posible, según advierten líderes, académicos y científicos preocupados por el cambio climático, las hambrunas, la escasez de agua y múltiples males que afectan a la humanidad.