Campeonato Mundial de Pesos Pesados: exponiendo la hipocresía de Ucrania
El doble rasero del mundo occidental entre los escenarios de Yemen y Ucrania va más allá de las narrativas políticas y se refleja en el boicot a los atletas y eventos deportivos rusos.
En la actual cobertura de los medios de comunicación de la intervención militar rusa en Ucrania, se ha prestado mucha atención a los numerosos boxeadores ucranianos de alto nivel que han regresado al país de Europa del Este para servir como reservistas militares de Kiev.
El excampeón mundial de los tres pesos, Vasiliy Lomachenko, el actual campeón unificado de los pesos pesados, Oleksandr Usyk, y los hermanos ex campeones mundiales de los pesos pesados, Wladimir y Vitali Klitschko -actual alcalde de Kiev y artífice de las protestas de la revolución de colores de Euromaidán- han aparecido con fuerza en los informes de los medios de comunicación occidentales, con el claro mensaje de que, a pesar de su inmensa riqueza y fama, todos ellos han regresado valientemente a Ucrania para enfrentarse a las fuerzas de un Vladimir Putin de corte hitleriano.
Esta cobertura también se produce en medio de la lista negra generalizada de Rusia en el mundo del deporte tras el lanzamiento de la actual operación militar el mes pasado, con la FIFA suspendiendo a Rusia de la próxima Copa del Mundo, todos los combates del título mundial de boxeo siendo suspendidos en Rusia, y la Fórmula Uno cancelando el Gran Premio de Rusia 2022.
Por lo tanto, el anuncio del lunes de que Oleksandr Usyk se enfrentaría al británico Anthony Joshua en una lucrativa revancha en Arabia Saudí, después de haber derrotado al inglés por puntos ante más de 65 mil espectadores en el estadio londinense del Tottenham Hotspur el pasado mes de septiembre, demuestra la flagrante hipocresía de la clase dirigente occidental, ya que Riad ha dirigido una guerra de siete años en el vecino Yemen, que ha provocado una hambruna masiva y la muerte estimada de 85 mil niños.
Para entender este enfoque tan diferente del mundo deportivo hacia Rusia y Arabia Saudí, hay que tener en cuenta los factores geopolíticos y financieros más amplios que están en juego en la relación de Occidente con Moscú y Riad.
Arabia Saudí, el mayor exportador de petróleo del mundo, también desempeña un papel clave en el mantenimiento de la hegemonía de EE.UU. y la OTAN en Oriente Medio al actuar como baluarte político y militar contra Irán, ya que Teherán fue un antiguo aliado clave de Occidente hasta que la Revolución Islámica de 1979 vio cómo el Sha Pahlavi, apoyado por EE.UU. y el Reino Unido, era derrocado y sustituido por el ayatolá Jomeini, antioccidental y antisionista.
En marzo de 2015, tras la toma de la capital yemení, Saná, por parte de los rebeldes Houthi -acusados desde hace tiempo de estar respaldados por Teherán-, comenzaría una campaña aérea saudí para restaurar en el poder al candidato presidencial favorito de Riad, Abdrabbuh Mansour Hadi.
Utilizando bombas suministradas por Estados Unidos y Gran Bretaña, y con la ayuda de asesores militares de ambos países en la selección de objetivos, la Real Fuerza Aérea Saudí atacaría la infraestructura agrícola, sanitaria y médica de Yemen, lo que provocaría una hambruna masiva y el mayor brote de cólera registrado en la historia, una situación agravada aún más por el bloqueo saudí que impide la entrada de alimentos y suministros médicos en el país, y que sigue vigente a pesar del anuncio de alto el fuego realizado por Riad el martes.
A pesar de que esta embestida de siete años recibe una cobertura minúscula por parte de los medios corporativos, la condena mundial de Arabia Saudí tras el asesinato y desmembramiento del disidente saudí Jamal Khashoggi en octubre de 2018, haría que Riad llevara a cabo una campaña de "lavado deportivo", una táctica en la que se celebran eventos deportivos y mediáticos de alto nivel en el Reino del Golfo con el fin de sanear su imagen en todo el mundo.
De hecho, esto se puso de manifiesto el pasado viernes, cuando un ataque con misiles dirigido por las fuerzas armadas yemeníes contra una refinería de petróleo clave en Jeddah puso en entredicho la celebración del Gran Premio de Fórmula Uno de Arabia Saudí, ya que el circuito se encuentra a sólo 16 kilómetros del lugar de la explosión.
El próximo rival de Usyk, el excampeón mundial unificado de los pesos pesados Anthony Joshua, también disputó otra lucrativa revancha contra el estadounidense Andy Ruiz. Jr en la ciudad saudí de Diriyah en diciembre de 2019, el combate de boxeo de más alto perfil celebrado en el reino del desierto hasta la fecha.
Sin embargo, cuando se trata de Rusia, que ha lanzado la actual operación de Ucrania en respuesta a casi nueve años de provocaciones occidentales tras la revolución de colores de Euromaidán de 2014, incluida la producción de armas biológicas en sus fronteras, no se presenta esta oportunidad para celebrar eventos deportivos de prestigio, a diferencia de Arabia Saudí, a la que se le permite acoger el próximo campeonato mundial de pesos pesados a pesar de ser responsable de un genocidio de siete años en Yemen.
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