El cacareo de las gallinas en vísperas de decidir una nueva Constitución en Chile
Los progresistas no pueden dejarse engañar por esta siniestra campaña
“Cuenta la tradición popular en Chile que si la gallina cacarea de noche en la casa donde hay un enfermo, es porque ha visto el espíritu de éste que va a morir. También se cree que alguien morirá cuando una gallina imita al canto del gallo”
Eso es precisamente lo que le está pasando hoy a la sociedad chilena.
El 18 de octubre de 2019 se inició en Chile un levantamiento social que se tradujo en protestas callejeras por más justicia y respeto por los derechos humanos. El 19 de noviembre del mismo año, las fuerzas políticas acordaron dar inicio a un proceso de organización de una Convención Constituyente elegida por votación popular, para proponerle al país el texto de una nueva constitución que reemplace a la escrita por la élite durante la dictadura militar en 1980. Se decidió que el texto de la nueva constitución se sometería a la aprobación o rechazo mediante un plebiscito el 4 de septiembre de 2022.
Pese a su condición muy minoritaria en el órgano constituyente, en el acuerdo político del 19 de noviembre de 2019 la derecha política había obtenido su primer logro al no aceptar que ese organismo fuese llamado Asamblea Constituyente.
Después de un duro trabajo de más de 9 meses de los convencionales, la derecha ve acercarse la noche o sea la decadencia de su poder y entonces cacarea, porque sabe que es su declive. Ha movilizado todos sus recursos para desinformar, tergiversar, infundir temor y crear un ambiente de incertidumbre entre la gente que los haga preferir seguir igual que aprobar una nueva constitución que eventualmente produzca un caos, según anuncian. Esto es lo que quieren los reaccionarios y las élites económicas y políticas con privilegios. Han hecho proliferar como nunca las encuestas que anuncian un triunfo del Rechazo de la nueva constitución en el plebiscito del 4 de septiembre que ofrecerá dos opciones: Apruebo o Rechazo.
A solamente dos meses de plazo para terminar el trabajo de los convencionales para que el texto sea sometido a revisión por tres comisiones que habrá para tal efecto en su interior, la campaña de la derecha parece calar hondo no solamente en el ámbito ciudadano, sino que también en algunos sectores políticos, especialmente los llamados social demócratas que ya empezaron a dirigir mensajes a la Convención Constituyente para que modere su propuesta de normas y que sea más inclusiva.
Los progresistas no podemos dejarnos engañar por esa siniestra campaña sino más bien tener la certeza de que el día que le seguirá a la noche que actualmente vivimos en esta desigual sociedad será el renacer de una sociedad más justa y equitativa en la distribución del poder. Respecto de las encuestas, todos sabemos que estas generan opinión e influyen en las tendencias del comportamiento. Por ello siempre me he preguntado, como tantas otras personas ¿que es primero, el huevo o la gallina? Es decir, si serán los resultados de las encuestas fraudulentas lo que producirá el rechazo ciudadano a la nueva constitución o en verdad estas reflejan el verdadero sentimiento de la gente.
Tampoco nos podemos engañar cuando sabemos a ciencia cierta que la gente quiere cambios reales y profundos. Entonces los progresistas no deben hacerle el juego a la derecha, sino que desarrollar un discurso esperanzador a la ciudadanía con firmes argumentos sobre los favorables cambios que producirá la constitución y expresarse en todos los medios posibles. No nos encerremos en el contagioso pesimismo de algunos que no aprendieron las lecciones de la famosa obra épica de Homero, La Odisea. Tampoco debe la social democracia dejarse llevar por la extracción mayoritariamente burguesa de sus adherentes, lo que de pronto hace a algunos sentirse llamados por esa “conciencia” o que, queriendo defender la Convención Constituyente escriben para la elite en lugar de entusiasmarse a organizar cabildos abiertos o haciendo un trabajo político con las organizaciones sociales para informar la verdad, porque es desde ahí donde se decidirá el próximo destino de la nación.
En verdad con todo mi transitar por la política no logro comprender cómo y porque muchos de los que se definen como social demócratas o de “izquierda democrática” (mal apellido por lo demás porque insinúa que hay una izquierda no democrática) expresan opiniones que no hacen otra cosa que darle más fuerza a las embestidas de la derecha. Aunque la derecha sea minoritaria siempre va a utilizar su poder económico, su control de los medios de comunicación, las vocerías de las personas influyentes de la élite dominante, dueños de los medios de comunicación, para instalar el miedo y la incertidumbre en las mentes de un pueblo “abandonado” por algunos de los llamados izquierdistas democráticos o social demócratas.
Ellos no quieren entender que lo que la derecha empuja es hacia una constitución que mantenga (o aumente) sus privilegios. Para ellos en verdad no existe el consenso o los “acuerdos de mayorías”. Cualquier cosa que no los siga favoreciendo la van a torpedear. Pero además utilizan su influencia en la burguesía profesional y política cuya consciencia no es la de las clase vulnerables para profundizar en sus campañas mentirosas, aquellas que están orquestadas y apoyadas por el capital financiero mundial y las grandes corporaciones.
Finalmente, quiero dejar un mensaje que he reiterado en otras ocasiones, y es que en lugar de actuar del modo en que algunos social demócratas lo están haciendo, debemos entender que errores más o errores menos, apoyar a la Convención Constituyente es la única oportunidad para iniciar cambios en el desequilibrio de poder actual en Chile. La recalcitrante y dominante élite mundial no quiere permitir que Chile sea un ejemplo de real democracia y distribución del poder económico/político para el resto del mundo.
En vez de difundir mensajes debilitantes del logro popular, los líderes políticos de la centro izquierda deberían acudir a la prensa para expresar un mensaje de apoyo y esperanza en un nuevo Chile. Ellos sí que tienen redes de contactos con los medios de comunicación masivos y podrían contrarrestar los “berrinches” de la derecha. Esta lucha no es únicamente nacional en un mundo tan globalizado.
Y, por último, si algunos quieren decirle algo crítico a los convencionales no lo hagan en público. Háblenles en privado.