Estados Unidos se afianza como la potencia colonial europea
Mientras los medios cortesanos, unánimemente —los de derecha, izquierda y extremo centro—, se dedican a alabar los grandes éxitos de la histórica cumbre de la OTAN de Madrid, es necesario hacer un ejercicio de desintoxicación de la escoria de la propaganda bélica que han vomitado estos días los dirigentes mundiales de occidente y sus aparatos de prensa, públicos y privados, para desgranar, una a una y sin ambages, las implicaciones de lo aprobado por la alianza de la guerra reunida en Madrid.
Antes de nada, he de decir que siento una mezcla de pena y de vergüenza ajena por lo acontecido estos días en España. Jamás me he sentido español ni europeo, me identifico mucho más con Andalucía en lo nacional y con el Mediterráneo en el plano global, pero no es eso lo que pone en mis documentos; por eso siento vergüenza de vivir en lo que llaman Europa y España. El tío Sam ha tocado la corneta y todos los líderes europeos han comenzado a desfilar detrás como sus vedettes. Esa ha sido la conclusión del encuentro de la OTAN. Dos símiles más se me vienen a la mente. Uno, el del cuento del «Flautista de Hamelin» donde, evidentemente, se nos ha asignado el papel de ratas que van a acabar ahogadas. El otro, el de los matones de la mafia norteamericana que crean violencia y desórdenes para después cobrarnos a los temerosos e incautos por obtener su protección. Para eso hemos quedado.
No se ha hablado de paz ni un minuto, no se ha puesto ni una sola iniciativa para arreglar los conflictos actuales ni los que están por venir. Sólo se habló de guerra, de armas… y de Putin. Creo que es la figura que más fortalecida ha salido del encuentro sin estar siquiera presente. Los esfuerzos de la más burda propaganda occidental de crear condicionamientos psicológicos contra Putin, lo han entronizado hasta el punto de convertirlo en la persona más poderosa e influyente del planeta. Un observador ajeno podría pensar que la mayoría de los países más ricos y armados del mundo han tenido que unir todas sus fuerzas y ejércitos para tratar de contrarrestar la amenaza de un solo hombre. Imagino cómo debe sentirse Vladimir. Cuanto honor.
Obviamente se ha ignorado cómo comenzó esta fase de la guerra en Ucrania. Con el Kremlin presentando iniciativas de seguridad y documentos de defensa mutua tomados a broma por EEUU ante la amenaza de extender la OTAN sobre sus fronteras. Eso fue algo que garantizaron a Rusia por escrito que jamás sucedería en numerosas ocasiones. Y para colmo, sólo pudo asomarse a la realidad tras dos golpes de estado dados en Ucrania en los últimos años, la revolución naranja y el euromaidán. Tampoco nos olvidemos de los incumplimientos de los acuerdos de Minsk II, cuyos garantes europeos (Francia y Alemania) ignoraron deliberadamente para dar tiempo a Ucrania a organizar la solución final genocida contra los ucranianos de origen ruso del este del país. Todo eso es lo de menos, basta con mencionar el nombre de Putin y la razón se tiene que nublar y la historia olvidar, así lo han planificado los aprendices de Goebbels.
Hemos firmado en Madrid ser más pobres, mucho más pobres. Parte del gasto social se va a ir destinando a gasto militar, eso sí, para la santa cruzada contra Putin que lo justifica todo. Pero, sobre todo, vamos a perder progresivamente decenas de puntos de poder adquisitivo en nuestros salarios que van a llevar a la pobreza a millones de compatriotas; aunque también da igual: «lo llamamos el impuesto de Putin y todos tan contentos, pagarán sin rechistar» —deben pensar nuestros líderes en su supina y onanista autocomplacencia. Llamémosle el impuesto de la OTAN, sería mucho más preciso y acorde con la realidad, aunque seguro que no les gusta tanto el apelativo. Si lo aprobado en la capital del Reino fuese cumplir con la palabra dada y recuperar en lo posible las medidas consensuadas en Minsk (aunque el Donbass ya jamas será Ucrania), igual no habría que mentir sobre las consecuencias de sus infames actos.
Los analistas de salón culpan también a Putin de obligar a la Santa Alianza a recuperar su original concepto estratégico para señalar otra vez a Rusia como su enemiga. Yo me pregunto, ¿acaso dejó de serlo algún día? El que no apareciese en los documentos estratégicos no significa que durante más de 30 años no se haya hecho lo imposible por cercar a la Federación Rusa de bases militares, escudos antimisiles y armas nucleares. Han estado décadas machacando a Rusia y, cuando Moscú trata de oponerse a esa política, ¿se la declara enemiga? Siempre lo ha sido, siempre ha tenido ese estatus, no nos hagamos trampas al solitario. Claro que el nivel de los tertulianos y opinadores de nuestro país deja mucho que desear…
Pedro Sánchez, al que vimos babear por estrechar la mano a sleepy Biden, un monigote senil que a ratos no sabe no con quien está hablando o que se dedica a saludar a sus amigos invisibles, aboga por ampliar la Base de Rota para, eso dice, defender el flanco sur de la OTAN. Lo suelta así y se queda tan pancho. ¿Sabrá este prócer para que sirven los destructores gringos de Rota? ¿sabrá para qué se han usado? ¿sabe acaso que nos convierten en un objetivo nuclear de primer orden? Imagino también que se le olvidó que los españoles aprobamos en referéndum que habría que reducir las bases norteamericanas en España y que a lo que se ha comprometido contraviene la voluntad popular. Pero ¿qué es la soberanía del pueblo al lado de una foto con Biden, verdad? ¡Vivan las guerras!
Así que, gracias a la OTAN, compraremos a Estados Unidos gas y petróleo mucho mas caros; cortaremos los gasoductos que han mantenido viva nuestra economía; importaremos arsenales de armas gringas para sustituir a las enviadas a Ucrania; pagaremos más por el aceite y por el trigo; nos quedaremos sin fertilizantes o los pagaremos a precio de oro; cerraremos empresas y negocios porque no podrán asumir los costes operacionales; subirán las hipotecas y préstamos; afrontaremos una fase de empobrecimiento generalizada y entraremos en recesión. Estados Unidos ha reforzado el control económico y militar sobre su colonia europea. Pero no pasa nada, la cumbre ha sido todo un éxito.
Una cosa sí es segura, son muchos los pueblos que esperan una derrota de la OTAN para que puedan ejercer libremente su soberanía sin el miedo a acciones punitivas militares o económicas. Países que quieren explorar nuevas formulas de organización al margen del capitalismo o que simplemente pretenden poner a los recursos naturales al servicio de sus poblaciones y que son acosados, atacados, invadidos, sancionados, bloqueados hasta lo indecible. Y a fe de que son muchos más que los que integran la alianza de la muerte, la misma que ha matado a más de seis millones de personas inocentes después del 11S y que quiere aparentar ser una coalición «defensiva».