Europa en la encrucijada del gas y la recesión
Al cierre de esta semana, los países del G7 acordaron imponer el tan anunciado precio tope al petróleo ruso en vísperas del invierno.
La Unión Europea (UE) se encuentra en este momento entrampada en su propia madriguera, puesto que funge como bloqueador del suministro y comercialización del gas ruso en territorio europeo, mismo recurso energético del que son extremadamente dependientes.
Solo con mostrar estos datos queda en evidencia el autoflagelo de la UE:
El grupo europeo depende de las importaciones netas para suministrar 84 por ciento de su consumo interno de gas.
Un 38 por ciento de las importaciones de gas de la UE provienen de Rusia.
Impedir que Rusia suministre gas por las "sanciones" europeas arrastrarán a la eurozona a la recesión.
Al cierre de esta semana, los países del G7 acordaron imponer el tan anunciado precio tope al petróleo ruso en vísperas del invierno. Por supuesto, esta idea nace desde la parte estadounidense: es la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, la que decía en junio que la "herramienta más poderosa" que tienen es la de limitar el precio del petróleo (price cap) ruso con el fin de supuestamente reducir la inflación. Incluso, al salir de la reunión, el canciller del Reino Unido, Nadhim Zahawi, dijo que la decisión estaba tomada en Washington con la secretaria Yellen.
Un fragmento de la Declaración del G7 explica que publicarían los precios sin dar más detalles:
"El tope de precio inicial se establecerá en un nivel basado en una variedad de aportes técnicos y será decidido por la coalición completa antes de la implementación en cada jurisdicción. El precio tope se comunicará públicamente de manera clara y transparente. La efectividad y el impacto del precio tope serán monitoreados de cerca y el nivel de precios será revisado según sea necesario".
Tantos ataques hacia la OPEP+, tildando a esa organización como si fuese un cartel, hace que esta nueva medida dibuje entre líneas que el G7 busca operar como cartel a fin de fijar precios a conveniencia en este complejo escenario, donde ninguno de esos países cuentan con los recursos energéticos suficientes para pulsear en estas dinámicas en comparación con Rusia.
El viceprimer ministro ruso Alexander Novak respondió que si los Estados o las empresas imponen restricciones a los precios, simplemente Rusia no suministrará petróleo y productos derivados del petróleo. Novak también comentó que esa medida podría destruir por completo el mercado petrolero mundial.
Cabe destacar que, ante las tandas de medidas coercitivas en contra de Rusia, los ingresos petroleros se han mantenido porque Moscú encontró nuevos mercados en Asia y cuentan con una fuerte plataforma gasífera y petrolera que permiten esquivar las balas occidentales.
De hecho, las proyecciones de Novak sobre la producción de fin de año rondan los 525 millones de toneladas, manteniendo la banda del año pasado que registró 524 millones de toneladas.
Por otro lado, en medio de la carrera por buscar nuevas alternativas al suministro de gas ruso, hace días el canciller alemán Olaf Scholz recibió al presidente de Gobierno de España, Pedro Sánchez, para abordar la posible reactivación de la construcción del gasoducto Mid-Catalonia (MidCat), cuya red gasífera recorrería la Península Ibérica conectando a España y a Francia.
El proyecto de este resucitado gasoducto se diseñó para reconducir el gas argelino almacenado en España hacia Francia y, desde ese último punto, redistribuirlo a otros países europeos, como es el caso de Alemania. Se había paralizado su construcción por los costos.
No obstante, el gobierno francés no está convencido de participar en ese proyecto porque los números no dan: primero, culminar la construcción llevaría mucho tiempo; segundo, el costo de la construcción sería altísimo; y, no menos importante, es que solo podría suministrar entre 2-2,5 por ciento del consumo de gas europeo.
Sumado a todo este entramado, la Oficina Europea de Estadística registró para el mes de agosto la inflación a nueve por ciento, debido al aumento de los precios de la energía y de los alimentos.
Asimismo, la agencia internacional de calificación crediticia Fitch Ratings publicó un informe, "La crisis del gas para empujar a la eurozona a la recesión", indicando que es probable que ocurra una recesión en la eurozona como resultado de la profundización de la crisis del gas. Este desenlace sucedería en lo que queda del segundo semestre de este año, y con Alemania e Italia experimentando caídas anuales en su PIB para 2023.
Esta agencia visualiza que el impacto económico de esta crisis podría desaparecer en 2024 porque supuestamente se ajustarían las estructuras de producción y suministro de energía. Para lograrlo, se debe contar con un gran capital con el fin de invertir en parques petrolero-gasíferos, en puertos, rutas comerciales, etc.
Entonces, la medida del price cap solo funcionaría si otros Estados, como India o China, se involucran a esa red o cartel del G7, porque son actores de peso en la compra de estos commodities.
Además, la amenaza sancionatoria a grandes actores del tablero internacional que ignoren el price cap se quedaría solo en eso: en una amenaza, ya que las condiciones actuales no se prestan para "sancionar" a todo un cúmulo amplio de países. El colapso en la caída generalizada de las cadenas de suministro sería, en este caso, inminente.